“Mi mayor afición, desde muy pequeño, ha sido hacer negocios”
Michel Vega, de padres ancashinos que emigraron a Lima, pasó su infancia y juventud en Comas, en el cono norte de la capital. Vivía en un barrio de gente trabajadora, de vecinos que se dedicaban a comercios de todo tipo. “Mi mayor afición, desde muy pequeño, ha sido hacer negocios”, cuenta. Michel ha vendido patos, ponche y hasta coronas funerarias para ganar su propio dinero. Estudió en el Colegio Politécnico, donde aprendió carpintería y a hacer trabajos de electricidad, conocimiento que usaba para obtener propinas. A inicios de los años ochenta, cuando tenía dieciocho años, él se ganaba la vida en obras de construcción y, cuando no había trabajo, ayudaba a una señora que tenía un puesto de abarrotes cerca de casa. Él recuerda que, en una ocasión, esta mujer le recomendó la venta de azúcar por kilo. Tras un par de intentos fallidos, probó suerte en un mercado grande: el Año Nuevo de Comas. “Recuerdo que comencé a las nueve de la mañana y, a las once, ya había vendido el saco de cincuenta kilos. Al domingo siguiente llevé dos y también volaron”, cuenta.
Ese fue solo el inicio. Al negocio del azúcar sumó el de la sal, y luego alquiló un puesto donde también sumó abarrotes. El año 1992, ya casado, Michel y su esposa, Rosario Torrejón, compraron un local de 408 metros en el Mercado Año Nuevo. Allí montaron su emblemática primera tienda, Comercial Vega. Ella atendía a la clientela, mientras él salía en busca de la mercadería; más adelante, invirtieron en un primer camión que, en los tiempos muertos, mandaban a hacer fletes. En 1996, la pareja decidió abrir una segunda tienda en la Avenida Belaúnde. Allí el negocio se disparó: “Los clientes venían de todos lados, abríamos desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, y hasta las seis de la tarde los domingos”, dice. Esa segunda tienda significó el nacimiento de su primera empresa: Corporación Vega.
En un principio, solo se especializaron en el consumo masivo de abarrotes. Sin embargo, en estos treinta años, “un negocio llevó a otro”, como cuenta el empresario. Actualmente, el Grupo Vega es un holding conformado por ocho empresas de los sectores retail, distribución, transportes, construcción, producción e hidrocarburos. Son dos las empresas que lideran el grupo: Corporación Vega, dedicada al retail de productos de consumo masivo, y Grupo Vega Distribución, enfocada en el reparto de productos en el canal tradicional. Dentro de la organización, también destacan Distribuidora e Importadora Intervega, que representa en el país a Lubricantes Valvoline, y Vega AllNes, que distribuye productos Nestlé en el cono norte. A pesar del crecimiento, el grupo sigue manteniendo su esencia familiar: dos de los hijos de Michel ya ocupan puestos en el directorio. Y, si bien ya han superado los 2500 trabajadores, le alegra saber que muchos de ellos han crecido junto a la organización. “Tenemos colaboradores que llevan entre quince y veinticinco años en el grupo, que se han profesionalizado y ocupan cargos importantes. Somos una empresa que da trabajo y, tratamos de que este sea cada vez de mayor calidad”, dice.