Es probable que, dentro de nuestro entorno cercano y no tan cercano, hayamos escuchado sobre estupendas ideas de negocio sobre las que incluso auguramos mucho éxito. Lamentablemente es habitual que estas estupendas ideas no lleguen a materializarse porque los promotores de éstas no tienen acceso al financiamiento requerido. Por lo tanto, usualmente la primera barrera para que una buena idea se convierta en un emprendimiento real es el acceso al financiamiento.
Ahora bien, para aquellos emprendimientos que consiguen acceso al financiamiento, hace una tremenda diferencia la “calidad del financiamiento”. Si somos capaces de conseguir un “mejor financiamiento” vamos a ser, claramente, más competitivos que nuestra competencia, pudiendo obtener mayores márgenes o vender nuestros productos o servicios a un menor precio con similar margen que la competencia.
Un “mejor financiamiento” significa conseguir deuda a tasas menores, plazos más largos, períodos de gracias acordes a nuestras necesidades, “covenants” o resguardos financieros menos restrictivos y paquetes de garantía menos onerosos. Asimismo, es vital el poder acceder al financiamiento a través de un proceso relativamente rápido y sencillo.
Para la gran empresa, el acceso al financiamiento usualmente no es un problema, aunque existe el reto permanente de mejorar la “calidad del financiamiento”. Sin embargo, para la mediana y pequeña empresa el reto es mayor y continuamente deben enfrentar la aparente falta de apetito del sistema financiero por apoyar sus planes de expansión y/o de refinanciamiento. Debería ser una preocupación de todos el facilitar el acceso al financiamiento de este segmento del mercado, ya que esto repercutiría favorablemente en el PBI nacional y en la generación de empleo formal.