Continuamos con la serie de artículos centrados en los riesgos de fraude existentes en el proceso de adquisición de empresas.
En el artículo anterior concluimos diciendo que en este tipo de operaciones los riesgos de fraude tienen como objetivo que el target (es decir la empresa objeto de la adquisición), parezca más rentable y más solvente de lo que realmente es y también aparentar, tener menos riesgos de los que realmente tiene.
La rentabilidad operativa de una empresa principalmente se evalúa por indicadores contables como ventas, márgenes sobre ventas (brutos o netos), resultados de explotación u otros indicadores que se extraen de la contabilidad como el EBITDA (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones).
Vamos a abordar los principales esquemas de fraude contable/financiero cuyo objetivo es manipular las ventas del target. No pretendemos abordar en detalle ni en profundidad toda la casuística, ni en cuanto a tipología de esquemas ni en cuanto a medidas de detección que podrían existir. Tan solo poner encima de la mesa algunas pinceladas sobre estas mismas, de casos reales que nos hemos encontrado a lo largo de nuestra trayectoria profesional.
Los esquemas de fraude de ventas se suelen clasificar en dos tipologías:
- Manipulaciones temporales.
- Ventas ficticias.
La primera es a través de la manipulación de la ocurrencia temporal de los ingresos, registrando de forma inadecuada y anticipada ingresos cuya ocurrencia y devengo tendrían lugar con posterioridad a la fecha de registro contable:
- Camuflando como venta lo que realmente se trata de una entrega en depósito en los almacenes del cliente, pero sin haber transferido los riesgos asociados a la mercancía objeto de la transacción.
- Contabilizando anticipadamente entregas realizadas con posteridad al cierre del ejercicio y, por tanto, siendo la fecha de registro contable anterior a la fecha que el albarán de entrega expone, o también, destruyendo o manipulando los albaranes de entrega, intentando evitar el descubrimiento del engaño.
- En aquellos casos en que el devengo del ingreso lo marca el grado de avance del proyecto la manipulación temporal se puede realizar a través de la minusvaloración del presupuesto de costes asociado al proyecto, o a la relajación de los requisitos exigidos para registrar contablemente los ingresos asociados a los rectificados de obra.
La segunda tipología de esquemas de fraude en relación con las ventas es la que se denomina generalmente como ingresos ficticios. Consiste no ya en adelantar ingresos sino en contabilizar ingresos que nunca tendrán lugar, bien porque el cliente, el pedido o ambos a la vez son falsos y no existen. Para ello, por ejemplo, hay que emitir facturas asociadas a transacciones ficticias y por tanto manipulando la documentación soporte esas transacciones de estas:
- Simulando transacciones con clientes reales y por tanto generando albaranes internos y movimiento de mercancías no reales (manipulación de albaranes, disfrazar como entregas erróneas por malentendidos e incluso entregas realizadas en almacenes propiedad de la sociedad que han sido alquilados con fecha cercanas a esas transacciones para tal fin).
- Simulando transacciones con clientes ficticios, donde al igual que en el caso anterior, conlleva manipulación de albaranes y entregas realizadas en almacenes propiedad de la sociedad y han sido alquilados para tal fin.
Los anteriores esquemas no son fáciles de detectar en el momento en el que se producen. Al menos no por un externo que esté revisando la contabilidad del target, salvo que sea muy evidente algunas de las operaciones o alguien denuncie esos esquemas (los canales de denuncia pueden ser muy útiles en este sentido). No obstante, existen algunos indicadores/banderas rojas para los que siempre hay que estar atentos y que, entre otros, son los siguientes:
- Actividad inusual relacionada con incremento de ventas al cierre del ejercicio o en los meses cercanos al cierre, especialmente si ya es conocido el interés en el target y existen negociaciones sobre la operación de adquisición.
- Número inusual de facturas no emitidas asociadas a esas entregas realizadas en el corte de operaciones en relación con otros periodos o años anteriores.
- Existencia de operaciones con nuevos clientes en fechas cercanas al cierre del ejercicio.
Una vez transcurrido un tiempo desde la realización de las operaciones fraudulentas sí que es más probable, aunque nunca es sencillo ni fácil, detectar indicios, indicadores o banderas rojas, que nos pongan en alerta para revisar en profundidad estas mismas señales y concluir sobre si ha habido o no operación fraudulenta. Hay que tener en cuenta que una factura emitida incorrectamente casi nunca, y nunca en el caso que el cliente sea ficticio, se cobra, dado que:
- El cliente exigirá una rectificación de esta para poder asociarla al periodo correcto.
- Si el cliente no ha recibido la factura manipulada y solo se le envía una ya rectificada hay que anular la factura inicial.
- A partir de cierta antigüedad las facturas no abonadas por clientes son objeto de preguntas dentro de la organización. También por parte de externos que estén realizando trabajos de revisión. Por lo cual, si se quiere evitar las indagaciones, habría que anular la factura inicial.
Para detectar estos indicadores hay que fijarse siempre en los registros contables asociados a las facturas emitidas. Sobretodo a la potencial corrección de estas a través de anulación o abonos.
Una actividad inusual de abonos puede ser:
- Abonos emitidos después del cierre del ejercicio.
- Actividad muy alta de abonos durante todo el año (proporción entre abonos y facturas o entre debe y haber en los registros de ventas) sin lógica ni explicación razonable.
- Abonos emitidos de manera histórica tras la emisión del informe de auditoría.
Del mismo modo hay que fijarse en aquellos saldos de clientes cuya composición no sea limpia. Siempre que este impactada por un mix de facturas emitidas, cobros parciales hecho por el cliente o abonos realizados por la Sociedad.
En el siguiente artículo abordaremos otras formas de manipulación de la rentabilidad operativa realizadas a través de variables del EBITDA diferente a las ventas, y también a la manipulación de las variables que determinan la solvencia del target.