Mercados financieros sep22

Los mercados financieros solo se preocupan por las tres i: incertidumbre, inflación y tipos de interés

Las expectativas para los próximos meses son poco halagüeñas, observándose la posibilidad de un estancamiento de la economía global.

Durante el transcurso de los últimos meses, la evolución de los acontecimientos geopolíticos y económicos no está permitiendo alcanzar el equilibrio y la estabilidad económica deseada tras el periodo de confinamiento vivido durante la pandemia COVID-19. La excesiva duración de la invasión de Ucrania está provocando una mayor incertidumbre e inestabilidad económica que se está viendo reflejada en la volatilidad que registran los mercados, en un tensionamiento histórico de los precios, la aplicación de políticas monetarias cada vez más restrictivas y un claro empeoramiento de las perspectivas macroeconómicas para los próximos años. 

La falta de visibilidad de una solución a la guerra en Ucrania sigue alterando el comportamiento de la economía y los mercados financieros, reflejándose esta situación en la máxima preocupación que muestran las autoridades políticas y económicas por la evolución de los precios, cuyos datos de inflación prácticamente se sitúan en dos dígitos en la mayoría de los países. El tensionamiento de los precios de la energía y el gas, de los cuales Rusia es un importante proveedor mundial, y los todavía existentes problemas en las cadenas de suministro están teniendo un efecto devastador, provocando un incremento desmesurado de los costes de producción y un descenso muy importante en los indicadores de confianza, consumo e inversión, hasta el punto de generar un cierto descontento social y una desaceleración económica más acusada de lo previsto.

Para intentar solucionar los problemas de inflación, los bancos centrales están procediendo a elevar de forma sorprendente el nivel de los tipos oficiales de interés, tratando así de desincentivar el consumo y reequilibrar los precios a su senda objetivo del 2%. Está claro que la apuesta es el control de la inflación frente al crecimiento económico. Así lo expresó el presidente de la FED en el foro de Jackson Hole al mencionar que la restauración de la estabilidad de precios “probablemente requerirá” mantener una postura monetaria restrictiva durante algún tiempo. Un hecho que, según el dirigente, “hará sufrir a los hogares y las empresas”.

Dicho y hecho, la Reserva Federal norteamericana ya ha situado el precio del dinero dentro del rango 3,0% - 3,25% e incluso ha anticipado que deberían terminar el ejercicio cerca del 4,5%. Al mismo tiempo, han rebajado sus perspectivas macroeconómicas anticipando un crecimiento económico durante el 2022 de tan solo un 0,2% y de un 1,20% para el 2023 tras el 5,7% del 2021. Todo ello acompañado de una destrucción de empleo hasta situar la tasa de paro en el 4,4% desde el 3,6% actual. El objetivo es reducir la tasa de inflación desde 8,3% actual hasta el 4,4% en el 2023.

En el caso de la zona euro, las decisiones del Banco Central Europeo están siendo hasta la fecha más pausadas. Hasta el día de hoy, han elevado el tipo de interés oficial hasta el 1,25%, muy por debajo de sus principales contrapartidas, anticipando la posibilidad de alcanzar en el corto plazo el 2,5%. La novedad radica en las últimas declaraciones de la autoridad monetaria europea, en las cuales anticipa que podría subir más aun los tipos de interés si las autoridades políticas “no hacen sus deberes” en materia fiscal y de rentas. Entendemos que, dado el crecimiento económico de carácter asimétrico de los diferentes países que configuran la zona euro, unido al peligro de una posible fragmentación, el BCE se ve obligado a tomar decisiones más conservadoras que las del resto de países.

El resto de los países han seguido el mismo camino. El tipo de interés en el Reino Unido ya alcanza el 2,25% desde el 0,10% al cierre del 2021. Con una inflación al 9,90%, tendrán que empezar a manejar los esperados efectos negativos del Brexit para evitar la posibilidad de un deterioro económico superior al del resto de economías avanzadas. Japón es un caso aparte: se mantiene como único país con tipo oficial negativo en el -0,10%. Con una inflación en el 2,60%, muestra una mayor preocupación por el crecimiento económico, manteniendo medidas monetarias expansivas para favorecer el consumo y el crecimiento. En cuanto a China, la inflación parece más controlada y se sitúa en el 2,5%. Sin embargo, la aplicación de la política “COVID Cero” está generando un deterioro superior al esperado y se anticipa un crecimiento futuro cercano al 3%. Ante la necesidad de reactivar la economía, han decidido recortar testimonialmente el tipo de interés, bajándolo al 3,65% desde el 3,85% anterior.

En este entorno, los mercados monetarios ya llevan un tiempo descontando estos escenarios para controlar la inflación. Sin embargo, ya no podemos hablar de que se trate de un proceso de normalización de la curva de tipos de interés, sino más bien de un proceso agresivo para reconducir los precios. Así, ya podemos observar cómo el tipo norteamericano a doce meses se sitúa en el 4,90% y el Euribor para el mismo plazo en el 2,44%.

Por último, el comportamiento de los mercados de cambio está dominado en la actualidad por la fortaleza del dólar estadounidense (USD), que se está beneficiando de su condición de divisa refugio y su alta rentabilidad, cotizando por debajo de la paridad frente al euro por primera vez desde 2002. Su cotización ha alcanzado 0,9770 USD/EUR con el objetivo puesto en 0,9500. Mientras la incertidumbre siga existiendo, no vemos la posibilidad de un cambio de tendencia. No obstante, la mayoría de los analistas consideran que el USD podría estar sobrevalorado cerca de un 20%, pero a día de hoy es una circunstancia que no se está teniendo en cuenta.

El resto de las divisas mantienen también una tónica de debilidad histórica frente al USD, afectando claramente a los cambios cruzados frente al EUR. La situación parece incómoda. De hecho, por primera vez en mucho tiempo, el Banco de Japón ha intervenido en los mercados tratando de defender a su divisa tras perder cerca de un 40% de su valor frente al USD.

Como conclusión, las expectativas para los próximos meses continúan siendo poco halagüeñas, observándose la posibilidad de un estancamiento de la economía global que dé lugar a un periodo de estanflación mientras no se resuelvan las incertidumbre geopolíticas y económicas existentes. La fortaleza del USD podría prolongarse durante los próximos meses y también deberíamos acostumbrarnos a un mayor coste de la deuda y financiación. Ante este escenario resulta esencial que las empresas realicen una adecuada gestión de los riesgos financieros y, si es posible, una revisión de los planes de inversión y negocio.

Resumen

El tensionamiento de los precios de la energía y el gas, y los problemas en las cadenas de suministro están provocando un incremento desmesurado de los costes de producción y un descenso muy importante en los indicadores de confianza, consumo e inversión. Para intentar solucionar los problemas de inflación, los bancos centrales están procediendo a elevar de forma sorprendente el nivel de los tipos oficiales de interés.

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