La Reserva Federal de EE.UU. ya ha situado el tipo de interés oficial por encima del 1,50%, pronosticándose que a final de año podría alcanzar el 3%. El Reino Unido ya está en el 1,25% con el objetivo en el 2%. Canadá se sitúa en el 1,50% y así la práctica totalidad de países, salvo la zona euro, que va siempre detrás de la curva de tipos y se mantiene en el 0% con perspectivas a final de año de una subida gradual hasta el 1%, o Japón, que se mantiene en el -0,10% sin previsión de cambios a lo largo del 2022.
El hecho de considerar la inflación como persistente frente a calificaciones anteriores de transitoria o permanente y el claro objetivo de las autoridades monetarias de mantener la inflación controlada en el 2%, ha dado lugar a estas decisiones de carácter restrictivo, no anticipándose cambios posibles en la tendencia alcista de los tipos de interés al menos en los próximos doce meses. Tanto el mercado interbancario como el de deuda así lo confirman, cotizando niveles y rentabilidades no vistas en los últimos años.
Aceptado este nuevo escenario monetario, la pregunta de los analistas es si los bancos centrales van a controlar la inflación generando un aterrizaje suave de la economía o nos van a introducir en una espiral recesionaria. Las expectativas no son halagüeñas y ya determinados sectores anticipan serias dificultades económicas durante el primer semestre del 2023.
La realidad es que la mayoría de los países y organismos públicos internacionales están revisando a la baja sus previsiones macroeconómicas para el 2023-2024, anticipando un aterrizaje suave caracterizado por el descenso del consumo interno y la inversión. La FED americana estima que el crecimiento económico de Estados Unidos para el periodo 2022-2023 será del 1,7%, tras el 5,7% del 2021. El Banco Central europeo anticipa un 2,8% y 2,1%, tras el 5,4% del año pasado. La Comisión Europea considera que este año Alemania solo crecerá un 1,6% y Francia un 3,1%. En su conjunto, estos datos son insuficientes para lograr recuperar la riqueza que teníamos en el 2019 y que perdimos con la pandemia y podrían justificar el “fraccionamiento” que estamos encontrando en el comportamiento de los principales países europeos.