entorno economico

Un nuevo factor para tener en cuenta: la inflación

Durante el último mes la volatilidad ha seguido siendo la variable fundamental en el comportamiento de los mercados financieros.

Durante el mes de junio los mercados financieros han seguido mostrando un comportamiento muy volátil e incluso negativo ante la evolución de los acontecimientos macroeconómicos y geopolíticos ya conocidos. La incertidumbre se mantiene vigente en relación con futuro de la economía mundial, observándose importantes desequilibrios, como la evolución de los precios, la pérdida de confianza en el consumo o el descenso registrado en la inversión, que no solo están afectando a las perspectivas de crecimiento global o al comportamiento de los mercados, sino también a las cuentas de pérdidas y ganancias de las empresas.

Cabe destacar que el foco de atención de los analistas está cambiando. De un tiempo a esta parte la evolución de la pandemia COVID -19 o la invasión de Ucrania por Rusia eran los factores principales objeto de seguimiento. Sin embargo, durante las últimas semanas los analistas e inversores sitúan como máxima prioridad y foco de atención a la inflación. La evolución negativa de este indicador se consolida como máxima preocupación a nivel global, no solo por los máximos alcanzados en todos los países, sino también por el conjunto de medidas monetarias que se están aprobando.

La presión de los precios está siendo históricamente alta, situándose tanto la inflación global ordinaria como la subyacente en máximos inesperados. La evolución alcista de la inflación se está viendo afectada por diversos factores, como el efecto de la reapertura de las economías tras los confinamientos provocados por el COVID-19, la evolución al alza de los precios de las materias primas y la energía, potenciado por la guerra entre Ucrania y Rusia, o los problemas en las cadenas de suministro y fletes. Este escenario ha desencadenado un incremento de costes y reducción de márgenes en las empresas que, unido al amplio desequilibrio existente entre la oferta y la demanda, ha dado lugar a un impuesto encubierto denominado el “impuesto de los pobres” que es la inflación, índice que claramente resta valor a la riqueza y al poder adquisitivo de las economías domésticas.

Ante esta situación y dadas las limitaciones actuales de la política fiscal, la totalidad de bancos centrales están liderando el proceso de ajuste en los desequilibrios ocasionados por la inflación. En este sentido, se está procediendo a aplicar políticas monetarias más restrictivas basadas en la cancelación de las inyecciones de liquidez a través de los programas históricos de compras de deuda y en el alza continua del precio oficial del dinero en la mayoría de los países.

La Reserva Federal de EE.UU. ya ha situado el tipo de interés oficial por encima del 1,50%, pronosticándose que a final de año podría alcanzar el 3%. El Reino Unido ya está en el 1,25% con el objetivo en el 2%. Canadá se sitúa en el 1,50% y así la práctica totalidad de países, salvo la zona euro, que va siempre detrás de la curva de tipos y se mantiene en el 0% con perspectivas a final de año de una subida gradual hasta el 1%, o Japón, que se mantiene en el -0,10% sin previsión de cambios a lo largo del 2022.

El hecho de considerar la inflación como persistente frente a calificaciones anteriores de transitoria o permanente y el claro objetivo de las autoridades monetarias de mantener la inflación controlada en el 2%, ha dado lugar a estas decisiones de carácter restrictivo, no anticipándose cambios posibles en la tendencia alcista de los tipos de interés al menos en los próximos doce meses. Tanto el mercado interbancario como el de deuda así lo confirman, cotizando niveles y rentabilidades no vistas en los últimos años.

Aceptado este nuevo escenario monetario, la pregunta de los analistas es si los bancos centrales van a controlar la inflación generando un aterrizaje suave de la economía o nos van a introducir en una espiral recesionaria. Las expectativas no son halagüeñas y ya determinados sectores anticipan serias dificultades económicas durante el primer semestre del 2023.

La realidad es que la mayoría de los países y organismos públicos internacionales están revisando a la baja sus previsiones macroeconómicas para el 2023-2024, anticipando un aterrizaje suave caracterizado por el descenso del consumo interno y la inversión. La FED americana estima que el crecimiento económico de Estados Unidos para el periodo 2022-2023 será del 1,7%, tras el 5,7% del 2021. El Banco Central europeo anticipa un 2,8% y 2,1%, tras el 5,4% del año pasado. La Comisión Europea considera que este año Alemania solo crecerá un 1,6% y Francia un 3,1%. En su conjunto, estos datos son insuficientes para lograr recuperar la riqueza que teníamos en el 2019 y que perdimos con la pandemia y podrían justificar el “fraccionamiento” que estamos encontrando en el comportamiento de los principales países europeos.

En el caso de España, hemos empezado el año por debajo de las expectativas y creciendo durante el 1Q solo un 0,2% respecto al mismo trimestre del 2021. Este dato puede confirmar los nuevos pronósticos del Banco de España, que ha recortado el crecimiento del PIB 2022 al 4,1% y al 2,8% al 2023. Todo ello con una inflación al 7,2% y una tasa de paro en el 13%. La autoridad monetaria española considera que ni el consumo privado +1,4% ni el consumo público -0,2%, van a colaborar a un sostenimiento equilibrado de nuestra economía. Por lo tanto, las perspectivas no son nada halagüeñas para los próximos trimestres.

Ante esta situación, los mercados de cambio mantienen al dólar USA como divisa refugio cotizando máximos cercanos dentro del rango 1,0400 – 1,0600 por euro, beneficiándose de las expectativas de altos tipos de interés. La libra esterlina sufre pérdidas generalizadas ante los problemas políticos del Gobierno británico. El yuan chino mantiene síntomas de debilidad antes las medidas de confinamiento que han aplicado las autoridades de este país. Las divisas latinoamericanas se mantienen en zona de mínimos a pesar del alza generalizada de los tipos de interés en esta zona.

En relación con los mercados monetarios y de deuda, siguen en máximos de los últimos años a la expectativa del 21 de julio, fecha en la que el BCE se juega su credibilidad con una posible alza de tipos por un mínimo de 25 pb. La rentabilidad de la deuda parece haber encontrado sus máximos. Los mercados de materias primas, a pesar del recorte de precios registrado en las últimas semanas, siguen en máximos con un “sube y baja” en función de las expectativas de la demanda. Los precios de la energía siguen en precios récord y no se observan soluciones en el corto plazo.


Resumen

A lo largo de junio, los mercados financieros han seguido mostrando un comportamiento muy volátil e incluso negativo ante la evolución de los acontecimientos macroeconómicos y geopolíticos ya conocidos. Un mes más no podemos anticipar la vuelta a la normalidad. Nos queda mucho por delante para poder ver soluciones, la recuperación de un crecimiento equilibrado y el control de los precios.
 

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