A nivel macroeconómico siguen vigentes los mismos parámetros de los últimos meses. EE. UU. confirma que la evolución de su economía es más positiva o robusta de lo esperado. El mercado se sorprendió con la publicación de una tasa de crecimiento para el 4Q 2023 en el 3,3% frente a expectativas que no alcanzaban el 2%, permitiendo cerrar el ejercicio 2023 con una tasa de PIB en el 2,5% tras el 1,9% del 2022. En paralelo, este buen dato se está viendo reforzado por una condición de pleno empleo en el 3,7% y una estabilidad positiva en los indicadores de consumo. Sin embargo, este inesperado y positivo escenario sigue presionando a los precios a través de la demanda interna y crecimiento de los salarios, situándose la tasa de inflación en el 3,1%, todavía lejos del objetivo del 2%. Ante esta situación, la Reserva Federal sigue tratando de lograr un “aterrizaje suave” para su economía que vaya acompañado de un control en los precios. Por ello, está manteniendo el precio oficial del dinero dentro del rango 5,25% - 5,50% siendo consciente que el crecimiento del PIB 2024 podría descender hasta el 1,5% y la tasa de paro elevarse hasta el 4,7%. Por lo tanto, la Reserva Federal sigue a la expectativa de la evolución de la inflación y de su economía, esperando para poder tomar las decisiones adecuadas en su momento que permitan alcanzar el equilibrio a medio y largo plazo.
La situación de la zona euro es totalmente diferente. Los síntomas de enfriamiento económico son muy evidentes y el descenso del consumo y la inversión están limitando su capacidad de crecimiento. El descenso de los índices de productividad y el incremento de los costes de producción, ante su dependencia de la evolución del precio de las materias primas y energía, es un factor negativo para sus ratios de competitividad. Como resultado observamos como el crecimiento del PIB 4Q 2023 ha sido solo del 0,1%, situándose el dato para el total del 2023 en el 0,5% tras el 3,5% del 2022. Tenemos que destacar que el descenso de la demanda está permitiendo una menor presión en los precios, que al mes de enero sitúan la inflación en el 2,8%. Sin embargo y a pesar de este descenso en los precios, el Banco Central Europeo muestra todavía su preocupación por posibles nuevas presiones alcistas en el plazo que transformen la inflación actual en persistente, manteniéndose a la expectativa y no tomando ninguna decisión por ahora. A diferencia de EE. UU., la dependencia de la zona euro de los mercados primarios y energía provoca una mayor volatilidad en el control de los precios y, por lo tanto, en el futuro de los tipos de interés.
Caso especial en la zona euro es el comportamiento económico muy negativo que están aportando países como Alemania, Francia, Irlanda, Holanda o Austria, con tasas de crecimiento cero o negativas. El caso más espectacular es el de la “antigua locomotora” europea, Alemania. Su dependencia del exterior y sobre todo de Rusia en materias primas y energía, ha elevado sus costes de producción restándole competitividad a su principal motor como es el sector industrial. Con cuatro trimestres consecutivos de crecimiento negativo equivalentes a recesión, la tasa PIB 2023 se ha situado en el -0,3% tras el +1,8% del 2022. La situación actual de este país no es fácil, con una inflación en el 3,1% y una tendencia negativa en los indicadores adelantados del crecimiento denominados PMI. Para el 2024, organismos como la OCDE pronostican para este país una tasa de crecimiento del +0,3%, dato todavía insuficiente y que no ayuda a la zona euro, para la cual se espera un crecimiento del PIB de tan solo 0,6%.