Otros países que han tomado decisiones de política monetaria han sido Japón, que se mantiene sin cambios y como único país con tipo de interés negativo en el -0,10% a pesar de tener la inflación en el 3,2%. Por último, China, que decidió bajar testimonialmente tanto la tasa referencial de créditos a 1 año como a 5 años por 10 pb, situándolas en el 3,55% y 4,20% respectivamente, todo ello con la clara intención de estimular su economía, sumida en un proceso de ralentización tras los prolongados confinamientos provocados por el COVID-19.
Como primera conclusión y transcurridos cerca de dieciocho meses desde la primera decisión de elevar los tipos de interés para combatir la inflación, es que los resultados esperados se están retrasando. Es cierto que la escalada de los precios se está debilitando, pero siguen todavía lejos del objetivo del 2%. Pero también no son descartables nuevas tensiones que provoquen más subidas de los tipos de interés que, incluso, los sitúen por encima de los máximos del 2008. En segundo lugar, los bancos centrales son conscientes que hace falta un aterrizaje suave de sus economías para alcanzar sus objetivos, pero puede ocurrir que, ante las medidas que están adoptando, se roce el concepto de recesión en vez del enfriamiento, gastando más tiempo del esperado en alcanzar la ansiada recuperación económica. En tercer lugar, las nuevas restricciones monetarias están empezando a generar importantes impedimentos en las condiciones de acceso a la financiación en todos los sectores, afectando claramente a la actividad económica, consumo e inversión.
Ante este escenario, la mayoría de las autoridades macroeconómicas y organismos públicos están revisando sus perspectivas macroeconómicas para el periodo 2023 – 2025. No les queda más remedio puesto que la evolución de los indicadores no está cumpliendo con las expectativas. Así, los PMI o indicador que anticipa las perspectivas de crecimiento económico, se siguen deteriorando, pero ya no solo en el sector manufacturero, sino también en el sector servicios, situando el índice compuesto en el límite de la expansión – contracción de los 50 puntos.
Las últimas previsiones del Banco Central Europeo sitúan el crecimiento de este año en la Zona euro en el 0,9% tras empezar el 1Q en el -0,1%. Estando este dato muy influenciado por el crecimiento negativo que ya están registrando países como Alemania o Irlanda. Para el 2024 se espera 1,5% y 1,15% en el 2025. Con relación a la inflación consideran que no se acercará al 2% hasta el 2025. Hay que destacar que hoy en día países como Alemania están restando más que sumando dada su dependencia exterior de materias primas, energía, petróleo o gas. Según el Bundesbank el crecimiento esperado para este año será del -0,3% y del 1,2% para el 2024, mencionando que la inflación no bajará del 6% en este ejercicio.
En EE. UU., la Reserva Federal tampoco fue muy optimista manteniendo un crecimiento del 1,0% para este año y del 1,1% y 1,8% para el 2024 y 2025. Parece ser que la inflación estará más controlada bajando hasta el 3,2% este año y cerca del 2,0% en el 2025. Todo ello en una situación de pleno empleo del 4,5%.