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Los mercados financieros siguen a la expectativa de una nueva alza de los tipos de interés en EE. UU. y zona euro


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Existen “efectos de segunda ronda” derivados del tensionamiento de los precios energéticos y de productos semielaborados.

Hoy en día los mercados financieros siguen a la expectativa del futuro de los tipos de interés, así como de la evolución de los principales indicadores macroeconómicos que son objeto de seguimiento por parte de las autoridades monetarias. No obstante, hay que destacar que el grado de incertidumbre que hemos vivido hasta la fecha parece que va reduciéndose, beneficiándose tanto del descenso escalonado que se está registrando en la principal variable objeto de control como es la inflación, como del efecto del propio paso del tiempo, a través del cual todos nos acostumbramos al escenario que estamos viviendo.

La tensión histórica sufrida por los precios parece que poco a poco se va reduciendo ante el efecto positivo de una mayor normalización en la oferta de los mercados de energía y materias primas, mejoras en las cadenas de suministro, abaratamiento de los fletes e incluso, por un cierto enfriamiento que se está detectando en el consumo privado. Todo ello está permitiendo que las tasas de inflación de la mayoría de los países, poco a poco, se vayan reconduciendo a su senda objetivo. Así, en EE. UU. la tasa de inflación al mes de marzo se situó en el 5,0% tras el 6,2% del mes anterior o el 9,10% registrado en junio 2022. En la zona euro, donde la inflación tarda más en bajar ante su mayor dependencia de los mercados energéticos y materias primas, también se redujo al mes de marzo al 6,9% desde el 8,5% de febrero o frente al máximo histórico del 10,6% de octubre 2022.

En este entorno, la mayoría de los analistas están redirigiendo su foco de atención hacia la inflación subyacente, que es la que no tiene en cuenta la variación del precio de los productos energéticos y semielaborados. Y esto es así porque en la mayoría de los países la subyacente supera el dato de inflación ordinaria. En EE. UU. se sitúa por encima del 5,0% en el 5,6% y en la zona euro por debajo del 6,9% en el 5,7%. Lo cual confirma que existen “efectos de segunda ronda” derivados del tensionamiento de los precios energéticos y de productos semielaborados, así como de los precios industriales, que no se están redistribuyendo adecuadamente y que están generando mayores desequilibrios en las economías domésticas. Por lo tanto, el reto de las autoridades económicas y monetarias sería el lograr una positiva redistribución del coste propio que supone la inflación.

Uno de los casos más espectaculares es la situación de España. La inflación ordinaria corrige hasta el 3,3% en marzo desde el 6,0% de febrero o el 10,8% de julio 2022. La inflación subyacente se sitúa en el 7,5% desde el 7,6% del mes anterior o el 6,1% de julio 2022. Hoy la inflación subyacente sigue un camino inverso a la ordinaria. También hay que destacar en España otro claro impacto de los efectos de segunda ronda como es la evolución de los precios de la alimentación, que al mes de marzo crecieron un 16,5%.

Mientras tanto, la hoja de ruta de los bancos centrales sigue su camino y el pasado mes de marzo la Reserva Federal de EE. UU. confirmaba la novena alza del precio oficial del dinero en su país para situar los fondos federales dentro del rango 4,75% - 5,00% desde el 0,00% - 0,25% existente hace un año. En paralelo, el Banco Central Europeo elevaba por sexta vez el tipo de refinanciación en 50 pb para situarlo en el 3,50% desde el 0% hace un año. Y así, la mayoría de los bancos centrales.

Para el más corto plazo el mercado anticipa la posibilidad de nuevas alzas. Así, el 3 de mayo la Reserva Federal podría elevar por 25 pb el tipo oficial al 5,25%. Los analistas empiezan a considerar que esta podría ser la última subida de este ciclo, al observar que las perspectivas económicas empiezan a deteriorarse tal y como lo muestran diferentes indicadores referentes al consumo, empleo o producción. Los PMI siguen anticipando dificultades económicas sobre todo en el sector manufacturero. Situación que permite a los analistas pronosticar un crecimiento del PIB 2023 de tan solo un 0,9% tras el 2,1% del 2022, con la posibilidad de crecimiento negativo en el 3Q y 4Q 2023.

Con relación al Banco Central Europeo no existe unanimidad sobre si el posible aumento previsto para el 4 de mayo será por 25 pb o 50 pb, para situar el tipo oficial en el 3,75% o 4,0%. La presidenta del BCE sigue dando pistas complejas sobre sus próximas decisiones, declarando: “tenemos una inflación que es demasiado fuerte en comparación con nuestro objetivo. Todavía hay un pequeño camino por recorrer”. Por lo tanto, podemos entender que empieza a mostrar cierta preocupación sobre el futuro económico de la zona euro y que también podríamos estar cerca del fin del ciclo alcista de tipos de interés. Según la mayoría de los organismos internacionales, el crecimiento económico para el 2023 no alcanzará el 1,0% para mejorar levemente hasta el 1,5% en el 2024. En el 2022 el crecimiento del PIB fue del 3,6%.

Por lo tanto, la situación es compleja. Hay que elegir entre control de la inflación o crecimiento económico. Ante esta situación, otros factores a tener en cuenta o que pueden influir en los análisis son las condiciones de liquidez del sistema y la evolución de las cuentas públicas. La economía real, tanto a las empresas como a las unidades familiares, necesitan más liquidez. Para ello y, ante el elevado coste del endeudamiento, es más barato utilizar los depósitos propios no remunerados por la banca que pedir un préstamo. Esta situación está dando lugar a mayores necesidades de liquidez al sistema financiero y abre la posibilidad a que se reactiven las subastas e inyecciones de liquidez que fueron eliminas hace pocos meses ante la evolución de la masa monetaria. En relación con las cuentas públicas, el deterioro es importante y común en todos los países. Los bancos centrales están recomendando el control del déficit público. La deuda pública supera el 100% del PIB en la mayoría de los países y cada vez es más cara financiarla. Por lo tanto, es necesario un control y limitación al gasto público que no hipoteque las perspectivas de crecimiento económico global.

Ante este escenario macroeconómico, la reacción de los mercados monetarios y de capitales ha sido de cotizaciones a la baja ante las menores expectativas alcistas de los tipos de interés, mostrando cierto agotamiento desde los máximos de los últimos meses. Se sigue observando, en la mayoría de los casos como los tipos a más largo plazo están por debajo de los de corto plazo. El tipo a 12 meses en EE. UU. se sitúa en el 5,43% y la rentabilidad del bono a 10 años en el 3,52%. En la zona euro el tipo a 12 meses cotiza 3,86% y el 10 años en el 3,11%.

Los mercados de divisas siguen a la expectativa de acontecimientos. Durante el mes de abril el dólar USA llego a cotizar niveles mínimos de un año frente al euro en 1,1075, abandonando temporalmente el canal 1,0500 – 1,1000, para reintegrarse posteriormente ante la mayor unanimidad en relación con la posible alza de tipos de interés en EE. UU. Según los analistas, las perspectivas para la divisa norteamericana no son nada halagüeñas. Anticipan que el fin del ciclo alcista de sus tipos de interés, unido al posible deterioro que podría sufrir su economía, deberían provocar en el medio plazo una mayor debilidad en su divisa, permitiendo un nuevo rango de fluctuación frente al euro entre 1,1000 y 1,1600.

El yuan chino se mantiene estable frente al USD en 6,90 a la espera de los positivos efectos de la reapertura de su economía tras el confinamiento por COVID. Es de esperar una mayor recuperación en esta divisa. El yen japonés pierde posiciones ante el impacto negativo de la continuidad de su política monetaria de carácter expansivo que mantiene el tipo de interés oficial en el -0,10%. El peso mejicano y el real brasileño cotizan máximos ante el atractivo de sus tipos de interés en el 11,25% y 13,75% respectivamente. La Libra esterlina se mantiene en el entorno de 0,88 por euro pasando desapercibida en los mercados. Por último, hay que destacar las pérdidas registradas por la corona sueca y los mínimos históricos de la lira turca y peso argentino.

Como conclusión, seguimos recomendando activamente a las empresas la gestión de los riesgos de mercado. La incertidumbre y la alta volatilidad existente obliga más que nunca a defender los planes de negocio y los precios objetivos, existiendo todo tipo de instrumentos financieros que podrían ayudar a evitar la indeseada volatilidad de la cuenta de pérdidas y ganancias o los riesgos de balance.


Resumen

Hoy en día los mercados financieros siguen a la expectativa del futuro de los tipos de interés, así como de la evolución de los principales indicadores macroeconómicos que son objeto de seguimiento por parte de las autoridades monetarias. La mayoría de los analistas están redirigiendo su foco de atención hacia la inflación subyacente, que es la que no tiene en cuenta la variación del precio de los productos energéticos y semielaborados. Y esto es así porque en la mayoría de los países la subyacente supera el dato de inflación ordinaria. En EE. UU. se sitúa por encima del 5,0% en el 5,6% y en la zona euro por debajo del 6,9% en el 5,7%.


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