Hay que destacar que durante las últimas semanas y de forma insospechada hemos visto como cada Banco Central ha adoptado decisiones diferentes, separando sus caminos y rompiéndose el carácter homogéneo observado durante los últimos años.
Así, en su última reunión, la Reserva Federal de EE. UU. decidió mantener invariada su política monetaria ratificando el tipo oficial de interés dentro del rango 5,25% - 5,50%. La novedad fue que nos anticiparon que no bajarán los tipos mientras no tengan una gran confianza en el control y mantenimiento de la inflación de una forma sostenible en el 2%. De la misma forma nos confirmaron que los precios se mantendrán elevados ante la evolución de los acontecimientos y el incierto panorama económico existente. Por lo tanto, consideran que “es apropiado dar más tiempo a la política restrictiva actual para que funcione y dejar que los datos y la evolución de las perspectivas nos guíen”. Más aun cuando los últimos datos no aportan la confianza necesaria para empezar a abaratar el precio del dinero. Por lo tanto, es probable que se tarde más de lo esperado en lograr esa confianza. La interpretación de los analistas tras estas declaraciones es que ya solo ven una o dos bajadas del precio del dinero norteamericano y nunca antes del próximo mes de septiembre.
Con relación al Banco Central Europeo, tampoco modificaron el tipo oficial de interés en su última reunión manteniéndolo en el 4,5%. A diferencia de la FED USA, en su comunicado oficial si deja entreabierta la puerta a un posible recorte de tipos testimonial el próximo 6 de junio. En el texto se menciona que la inflación europea si va descendiendo, situándose ya en el 2,4%, los salarios se están moderando y que, si se cumplen los objetivos, sería apropiado reducir el nivel actual de restricción que presenta la política monetaria o lo que es lo mismo, sería apropiado bajar próximamente los tipos de interés. También menciona que la política monetaria actual se está transmitiendo adecuadamente a la economía y está ayudando a alcanzar los objetivos, pero también está contribuyendo a una economía más débil, recordándonos que prácticamente llevamos seis trimestres de estancamiento económico.
Por lo tanto y salvo sorpresas, el esperado descenso de los tipos de interés puede que solo se produzca en el corto plazo en la zona euro, dadas sus necesidades económicas, retrasándose para los últimos meses de este año cualquier decisión en EE. UU. a la espera de que puedan reconducir sus datos inflacionarios.
Este nuevo escenario va a afectar claramente al comportamiento de los mercados. En relación con el dólar USA, no es de esperar que pierda posiciones manteniendo su fortaleza al amparo de la robustez de su economía y el diferencial de tipos de interés a su favor. El rango de fluctuación que pronostican los analistas técnicos para la paridad USD/EUR se sitúa entre 1,0400 – 1,1400 hasta fin de año. El resto de divisas deberían de pasar desapercibidas siendo tan solo destacable la debilidad histórica que mantiene el Yen japones en los mercados y la depreciación continua hacia mínimos del Yuan chino ante los problemas que presenta su economía.
Los tipos de interés, que ya estaban anticipando un posible descenso en el corto plazo, deberían estabilizarse en los niveles actuales durante los próximos meses a la espera de novedades. La rentabilidad de la deuda es de esperar que repunte al alza ampliándose el diferencial entre EE. UU. y a zona euro y resto de sus principales contrapartidas.
Por último y con relación a las materias primas, tenemos que destacar el importante tirón en los precios de la mayoría de los metales. Este mercado está muy afectado por los factores geopolítico y el temor a su posible escasez en los mercados, también por el repunte de la producción industrial y las limitaciones que presenta la oferta. En el corto plazo no se espera una normalización de estos precios.
Como conclusión, vuelve a ser necesario gestionar la volatilidad y la incertidumbre para que no se vean afectadas las cuentas de resultados y balances de las compañías.