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El inesperado repunte de la inflación vuelve a cuestionar el descenso de los tipos de interés


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¿Hemos perdido todos los avances que habíamos conseguido hasta la fecha?

Según la opinión de la mayoría de analistas, las perspectivas de un descenso en los tipos de interés parece que se van a retrasar más de lo esperado tras el imprevisto aumento de las tensiones geopolíticas y las dificultades que muestran la mayoría de los países para corregir la inflación a su senda objetivo del 2%. Este nuevo escenario ha generado una mayor inestabilidad económica global y ha devuelto la incertidumbre y volatilidad a los mercados financieros.

En nuestro artículo anterior mencionábamos que los factores geopolíticos empezaban a pasar desapercibidos, la evolución de los indicadores macroeconómicos parecía confirmar que las principales economías tendían hacia un “aterrizaje suave” y, sobre todo, que el foco de atención estaba centrado en anticipar cuando podrían bajar los tipos de interés. Sin embargo, treinta días más tarde de nuevo nos encontramos con un escenario más complejo en los mercados caracterizado por el tensionamiento del precio del petróleo, que ha llegado a superar los 90 $/barril, un aumento desmesurado en el precio de los metales, el aluminio ha pasado de 2.180 a 2.665 $/Tm o el cobre de 8.000 a 9.652 $/Tm, una importante apreciación del dólar USA desde 1,0950 hasta 1,0600 por EUR, un aumento generalizado de la rentabilidad de la deuda junto con un repunte marginal en los tipos de interés interbancarios. Por lo tanto, ¿hemos perdido todos los avances que habíamos conseguido hasta la fecha?

En primer lugar, el nuevo frente de tensionamiento geopolítico, generado por los bombardeos de Irán a Israel, se ha traducido en un mayor tensionamiento de los mercados del petróleo y materias primas en un momento en el cual el control de la inflación empezaba a vislumbrarse. Lo que está claro es que cada vez hay más factores geopolíticos que afectan a la recuperación económica y no podemos anticipar cuando se van a superar. Por lo tanto, debemos aprender a convivir con la incertidumbre y volatilidad que generan tanto en los mercados como en la economía.

En segundo lugar, ya se están observando dificultades para lograr nuevos descensos en la tasa de inflación. Por un lado, motivado por la propia evolución de los precios de las materias primas y carburantes, así como también por el alza de los salarios, costes de producción y resto de componentes de la cesta que la configuran. Por otro lado, nos encontramos con el denominado efecto provocado por la “inflación de segunda ronda”, que se refiere a una propagación en forma de espiral de la inflación a través de la economía, causando un aumento en los precios de los bienes intermedios y de los salarios. Y, por último, por el denominado “efecto escalón” que genera un impacto a través de la propia fórmula de cálculo de la inflación que, al ser de carácter interanual, compara el dato de un año con el mismo mes del año anterior generando un efecto distorsionador en función de los datos históricos. Por lo tanto, no es de extrañar que con tanto efecto distorsionador la mayoría de los analistas consideren que la inflación no se va a ajustar a su senda objetivo hasta el 2025.

Ante este escenario, la situación no es fácil para los gobiernos y autoridades monetarias, que se enfrentan a una realidad económica caracterizada por el intento de alcanzar un aterrizaje suave y evitar a toda costa un enfriamiento excesivo de la economía, frente a la necesidad de lograr a toda costa la estabilidad en los precios situando la inflación en el entorno del 2%.

Hay que destacar que durante las últimas semanas y de forma insospechada hemos visto como cada Banco Central ha adoptado decisiones diferentes, separando sus caminos y rompiéndose el carácter homogéneo observado durante los últimos años.

Así, en su última reunión, la Reserva Federal de EE. UU. decidió mantener invariada su política monetaria ratificando el tipo oficial de interés dentro del rango 5,25% - 5,50%. La novedad fue que nos anticiparon que no bajarán los tipos mientras no tengan una gran confianza en el control y mantenimiento de la inflación de una forma sostenible en el 2%. De la misma forma nos confirmaron que los precios se mantendrán elevados ante la evolución de los acontecimientos y el incierto panorama económico existente. Por lo tanto, consideran que “es apropiado dar más tiempo a la política restrictiva actual para que funcione y dejar que los datos y la evolución de las perspectivas nos guíen”. Más aun cuando los últimos datos no aportan la confianza necesaria para empezar a abaratar el precio del dinero. Por lo tanto, es probable que se tarde más de lo esperado en lograr esa confianza. La interpretación de los analistas tras estas declaraciones es que ya solo ven una o dos bajadas del precio del dinero norteamericano y nunca antes del próximo mes de septiembre.

Con relación al Banco Central Europeo, tampoco modificaron el tipo oficial de interés en su última reunión manteniéndolo en el 4,5%. A diferencia de la FED USA, en su comunicado oficial si deja entreabierta la puerta a un posible recorte de tipos testimonial el próximo 6 de junio. En el texto se menciona que la inflación europea si va descendiendo, situándose ya en el 2,4%, los salarios se están moderando y que, si se cumplen los objetivos, sería apropiado reducir el nivel actual de restricción que presenta la política monetaria o lo que es lo mismo, sería apropiado bajar próximamente los tipos de interés. También menciona que la política monetaria actual se está transmitiendo adecuadamente a la economía y está ayudando a alcanzar los objetivos, pero también está contribuyendo a una economía más débil, recordándonos que prácticamente llevamos seis trimestres de estancamiento económico.

Por lo tanto y salvo sorpresas, el esperado descenso de los tipos de interés puede que solo se produzca en el corto plazo en la zona euro, dadas sus necesidades económicas, retrasándose para los últimos meses de este año cualquier decisión en EE. UU. a la espera de que puedan reconducir sus datos inflacionarios.

Este nuevo escenario va a afectar claramente al comportamiento de los mercados. En relación con el dólar USA, no es de esperar que pierda posiciones manteniendo su fortaleza al amparo de la robustez de su economía y el diferencial de tipos de interés a su favor. El rango de fluctuación que pronostican los analistas técnicos para la paridad USD/EUR se sitúa entre 1,0400 – 1,1400 hasta fin de año. El resto de divisas deberían de pasar desapercibidas siendo tan solo destacable la debilidad histórica que mantiene el Yen japones en los mercados y la depreciación continua hacia mínimos del Yuan chino ante los problemas que presenta su economía. 

Los tipos de interés, que ya estaban anticipando un posible descenso en el corto plazo, deberían estabilizarse en los niveles actuales durante los próximos meses a la espera de novedades. La rentabilidad de la deuda es de esperar que repunte al alza ampliándose el diferencial entre EE. UU. y a zona euro y resto de sus principales contrapartidas.

Por último y con relación a las materias primas, tenemos que destacar el importante tirón en los precios de la mayoría de los metales. Este mercado está muy afectado por los factores geopolítico y el temor a su posible escasez en los mercados, también por el repunte de la producción industrial y las limitaciones que presenta la oferta. En el corto plazo no se espera una normalización de estos precios.

Como conclusión, vuelve a ser necesario gestionar la volatilidad y la incertidumbre para que no se vean afectadas las cuentas de resultados y balances de las compañías.


Resumen

Nos encontramos con un escenario más complejo en los mercados caracterizado por el tensionamiento del precio del petróleo, que ha llegado a superar los 90 $/barril, un aumento desmesurado en el precio de los metales, el aluminio ha pasado de 2.180 a 2.665 $/Tm o el cobre de 8.000 a 9.652 $/Tm, una importante apreciación del dólar USA desde 1,0950 hasta 1,0600 por EUR, un aumento generalizado de la rentabilidad de la deuda junto con un repunte marginal en los tipos de interés interbancarios. Por lo tanto, ¿hemos perdido todos los avances que habíamos conseguido hasta la fecha?


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