La encrucijada del BCE está entre controlar la inflación o fomentar el crecimiento económico
Los mercados financieros siguen a la expectativa de la evolución de los acontecimientos manteniendo sus cotizaciones en rangos de fluctuación muy estrechos a la espera de novedades. Como ya comentamos en el artículo anterior, los factores geopolíticos empiezan a pasar desapercibidos, la evolución de los indicadores macroeconómicos parece confirmar que las principales economías tienden a un “aterrizaje suave” y todo el foco de atención está centrado en anticipar cuando van a bajar los tipos de interés.
Poco a poco vamos viendo como la inflación se va ajustando a la baja en la mayoría de los países. Sin embargo, estos datos están todavía lejos del objetivo del 2%. En el caso de la zona euro, los precios han aumentado al mes de febrero un 2,6%, tasa inferior al 2,9% con la que cerró el 2023. Si bien este dato es positivo por su tendencia a la baja, hay que destacar que la inflación en países como Alemania 2,9%, Francia 3,2% o España 2,7%, se sitúa todavía por encima de su media europea, siendo los países periféricos los que están contribuyendo al recorte del dato global de la zona euro. Si a este escenario le unimos la evolución al alza de los salarios y las dificultades que muestra la inflación subyacente para bajar del 3%, está claro que el Banco Central Europeo va a tener un problema a la hora de tomar una decisión. Decisión que se complica si tenemos en cuenta que el crecimiento del PIB al cierre del 2023 fue tan solo del 0,5% tras el 3,5% del 2022 con un importante descenso del consumo privado, inversión y demanda externa. Por lo tanto, la encrucijada del BCE está entre controlar la inflación o fomentar el crecimiento económico. Hay que destacar que ya en la última reunión del BCE, la autoridad monetaria europea reconocía que “se están haciendo progresos en el control de los precios, pero todavía no es suficiente”, también nos advirtieron que “no esperarán a alcanzar el objetivo del 2%”, por lo tanto, entendemos que estarán analizando la tendencia del dato más que el dato en sí mismo. Hoy en día, la mayoría de los analistas sitúan en el 6 de junio la posible decisión de un recorte por 25 pb del precio del dinero en Europa para situar el tipo de refinanciación en el 4,25%.
En el caso de EE. UU. la evolución de su economía es considerada como más sólida o robusta y, por ello, más difícil de conseguir en el corto plazo que los precios tiendan a la baja. El último dato de inflación publicado ha sorprendido al alza situándose inesperadamente en el 3,2% tras cerrar el 2023 en el 3,4%. Según datos del 4Q 2023, su crecimiento económico fue del 3,2% para hacer un total en el año del 2,5%. En este país, la importancia del consumo es muy relevante destacando que la inflación subyacente se mantiene en el 3,8%. Por lo tanto, la Reserva Federal también tiene un problema a la hora de tomar una decisión y parece ser que podría retrasar el esperado descenso de los tipos de interés hasta el próximo verano. No obstante, Jerome Powell ya está preparando al mercado tras declarar que “la decisión para bajar los tipos de interés no está lejos”.
En el resto de los países tampoco hay grandes novedades siguiendo tendencias similares en la toma de sus decisiones. Tan solo Japón se ha salido del guion. Tras varios años con tipo de interés negativo en el -0,10% y una inflación al alza que se sitúa en la actualidad en el 2,2%, parece ser que el BOJ ya estaría dispuesto a elevar el tipo oficial de interés para equilibrar la evolución de su economía. Los analistas consideran que esta posibilidad se podría concretar en cualquiera de las próximas reuniones del BOJ previstas para el 19 de marzo o 26 de abril.
A nivel de perspectivas macroeconómicas si hemos tenido novedades y queremos destacar las nuevas previsiones publicadas de la zona euro, España y China.
Con relación a la zona euro, el Banco Central ha actualizado sus pronósticos confirmando que el año 2024 podría ser un año tan complicado como el 2023. La tasa de crecimiento esperada se mantendrá en niveles similares del 0,6% tras el 0,5% del 2023. El consumo privado se puede reactivar, pero tanto la inversión como los costes laborales pueden ser un problema. Esperan que la inflación baje hasta el 2,3% y que se pueda destruir empleo para situar la tasa de paro en el 6,7% desde el 6,5% del año anterior. El gasto público estará muy limitado ante la reactivación de los controles sobre la deuda y déficit público. Por lo tanto, podríamos calificarlo como un año de transición.