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El enfriamiento de la economía global podría mantenerse hasta finales del 2024


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Los bancos centrales son conscientes del impacto que están teniendo sus decisiones restrictivas, pero, hoy en día, prevalece el control de la inflación sobre el resto de los indicadores.

Tras la finalización del tercer trimestre de este año, el entorno macroeconómico se mantiene prácticamente igual que en los meses anteriores, confirmándose los síntomas de enfriamiento económico que vienen mostrando la práctica totalidad de países. Hay que destacar que la economía global sigue afectada por los mismos factores económicos y geopolíticos que nos vienen acompañando de un tiempo a esta parte.

La crisis que vivimos en la actualidad es diferente a las anteriores. No es una crisis financiera que este provocando tensiones de liquidez. Entendemos que se trata de una crisis económica derivada de una serie de factores acontecidos tras la pandemia del Covid-19 que han generado importantes desequilibrios entre la oferta y la demanda y que han complicado el comportamiento natural de los mercados. El resultado ha sido un crecimiento más débil de lo esperado y un histórico tensionamiento de los precios. Como solución, los bancos centrales están actuando desde el año 2022 para corregir la elevada inflación existente y devolverla a su senda objetivo del 2%, manteniendo una tendencia al alza de los tipos de interés hasta alcanzar niveles inesperados e incluso, calificados como teóricamente nocivos para poder mantener una tasa de crecimiento económico sostenible en el corto-medio plazo. Los bancos centrales son conscientes del impacto que están teniendo sus decisiones restrictivas, pero, hoy en día, prevalece el control de la inflación sobre el resto de los indicadores.

Sin embargo, durante las últimas semanas estamos observando algún cambio u otra forma de proceder de las autoridades monetarias. El entorno de debilidad que muestra la economía global unido a la tendencia a la baja de la inflación, está permitiendo una mayor cautela por parte de los bancos centrales, decidiendo retrasar nuevas subidas de los tipos de interés a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos. Así, la Reserva Federal EEUU y los bancos centrales de Inglaterra, Japón, Australia o Canadá, han decidió mantenerse a la expectativa y ratificar su política monetaria actual, anticipando como máximo y si fuera necesario, una última subida de tipos antes de fin de año.

A diferencia del resto, el Banco Central Europeo (BCE) si decidió el 14 de septiembre elevar el tipo oficial 25 puntos básicos (pb) para situarlo en el 4,50%. Con una inflación en la Zona euro del 5,2% y una subyacente en el 6,2%, la presión inflacionaria parece más persistente y superior al resto de países, lo cual les obliga a mantenerse alerta para evitar más desviaciones. No obstante, el BCE ha confirmado en su último comunicado que también es consciente del impacto económico que están teniendo sus decisiones, anticipándonos que “los tipos de interés han alcanzado un nivel deseado para combatir la inflación”, lo cual se interpreta como que probablemente sea la última subida en un largo tiempo.

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Con relación a las perspectivas 2024 y según la mayoría de los analistas, el entorno actual de debilidad económica se debería mantener en los próximos tres-cuatro trimestres. Escenario que ya se viene anticipando por los indicadores adelantados denominados PMI, que siguen manteniendo una pendiente negativa tanto para la curva del sector manufacturero como en la de servicios. Por lo tanto, para el próximo año y a la espera de la evolución de los acontecimientos, las perspectivas económicas globales siguen mostrando síntomas de enfriamiento y debilidad, anticipando la OCDE un crecimiento mundial raquítico del 2,7% tras el 3% del 2023. No obstante, según el consensus de analistas macroeconómicos, los factores de seguimiento para tener en cuenta en el 2024 y que pueden alterar estas previsiones serian:

a)        Evolución de los precios. Impacto en la inflación de los precios de la energía, petróleo y alimentos;

b)       Posibles efectos de segunda vuelta sobre la inflación vía márgenes y/o salarios;

c)        Evolución de la actividad económica global y, en especial, en China, Alemania, Reino Unido y países emergentes;

d)       Transmisión e impacto del endurecimiento de la política monetaria;

e)       Posibles tensiones geopolíticas;

f)         Ritmo de ejecución de los fondos Next Generation y;

g)        Evolución de las cuentas públicas. Por lo tanto, y dentro de un entorno complejo caracterizado por la incertidumbre, las perspectivas del 2024 parecen ser similares o un poco más débiles que las mostradas a lo largo del 2023, descartándose la palabra “recesión” pero manteniendo vigente el concepto “enfriamiento económico” quedando todavía mucho camino por andar.

Si analizamos país a país y empezamos por Estados Unidos, la economía norteamericana es una de las más solidas del entorno internacional. Este año, y superando las expectativas, esperan crecer un 2,1% tras el 3,5% del 2022. Con unas condiciones de pleno empleo y una inflación hoy en día al 3,7%, el impacto de sus tipos de interés al 5,50% debería enfriar el PIB 2024 hasta el 1,5%. La FED USA no espera iniciar la normalización de su política monetaria hasta finales del 2024 y ellos mismo son conscientes y han cuantificado que el impacto del nivel de sus tipos de interés debería restar un 2% al crecimiento esperado en el periodo 2023 – 2025. No obstante, la menor dependencia de este país del petróleo y energía exterior, unido a la importancia del consumo interno en su PIB, permite anticipar un periodo de transición más cómodo a EE.UU. frente al resto de sus contrapartidas.

En relación con la Zona euro, el entorno es diferente. Lastrada por el impacto de sus altos tipos de interés y por su dependencia exterior de la energía, petróleo y materias primas y por el descenso del consumo e inversión, las perspectivas del BCE para el crecimiento 2023 se sitúan en un 0,7% y de un 1,0% en el 2024. Niveles insuficientes para alcanzar el equilibrio, estando todo muy influenciado por la negativa evolución de países como Alemania, Austria, Países Bajos o Italia. La situación de la inflación no es muy positiva, esperándose que se mantenga en el 5,6% este año para bajar al 3,1% en el 2024 y un 2,1% en el 2025.

Como hemos comentado, hay que destacar la situación irregular que atraviesa Alemania. Muy afectada por su dependencia del petróleo ruso y del exterior en el resto de las energías y materias primas, unido a su complicada relación actual con su principal socio comercial que es China. Los economistas esperan que este año se cierre con un crecimiento negativo del -0,40% y una inflación en el 6,4%. Ante esta situación, el gobierno alemán ha aprobado un paquete de impulso económico por 32.000 millones de euros que permita iniciar la recuperación de esta economía. Las perspectivas 2023-2024 para este país no parecen muy halagüeñas. 

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China sigue afectada por los desequilibrios provocados por los dos confinamientos que han soportado por la pandemia Covid-19. La paralización de la economía china es evidente y las dificultades de crecimiento una realidad. El descenso del consumo interno y las exportaciones les está perjudicando. La falta de dinamismo del sector inmobiliario, 25% del PIB, tampoco ayuda. Ante esta situación, el gobierno chino está empezando a tomar medidas monetarias e incentivos fiscales. Sin embargo, siguen sin anunciar los planes prometidos de inversión en infraestructuras que permitirían una rápida reactivación de su economía. Con una inflación al 0,1% ante la ausencia de consumo, las perspectivas de crecimiento para los dos próximos años se sitúan entre el 4,5% y 5,1%, nivel insuficiente e inferior al nivel de equilibrio fijado del 6,0%. 

En el caso de España, es la economía que más crece de la Zona euro al amparo de los ingresos por turismo y hostelería y el comportamiento positivo de las exportaciones. Según el Banco de España, este año se espera cerrar con un PIB en el 2,3% y una inflación, gracias a las subvenciones existentes, en el 3,6%. Para el 2024 registraremos un serio enfriamiento económico hasta el 1,8% y una inflación en el 4,3%. Por lo tanto, no vamos a ser diferentes a nuestros socios europeos.

En relación con el mercado de divisas, el dólar USA sigue manteniendo una posición de cierta fortaleza al amparo de la solidez comparativa de su economía y la condición de divisa refugio ante la incertidumbre existente. Los analistas siguen ratificando como rango para lo que resta de año 1,0500 – 1,1200 USD/EUR. El yen japones cotiza mínimos históricos al ser el único país que mantiene sus tipos de interés en negativo. El yuan chino también cotiza mínimos ante el deterioro de su economía. La libra esterlina sigue desapercibida a la espera de posibles cesiones cuando el efecto Brexit se empiece a valorar. Las divisas Latam se siguen beneficiando de sus altos tipos de interés, sobre todo Brasil y México, a la espera de cesiones en cuanto se empiece a relajar la política monetaria en estos países.  

Por ultimo y con relación a los mercados de materias primas, el brent supera los 95 $/barril tras cotizar a principios de julio 72$/barril. Esta subida del 35% de su precio está motivada por los recortes de producción no solo de la OPEP, sino también de los que de forma unilateral han realizado Rusia y Arabia Saudí. En paralelo, EE.UU. también está reponiendo el nivel de sus reservas estratégicas de petróleo que se sitúan actualmente en niveles mínimos no vistos desde 1980. Por último, las habituales tareas de mantenimiento por parte de las empresas en otoño también presionan el precio al alza. A pesar de todo ello, la mayoría de los analistas siguen considerando el rango 70$ - 80$ como el precio de equilibrio por barril. En relación con el resto de las materias primas, sus precios se encuentran en niveles mínimos. Sin embargo, preocupa el efecto que puede tener sobre la demanda futura y los precios la posible recuperación del principal comprador del mercado como es China.


Resumen

Tras la finalización del tercer trimestre de este año, el entorno macroeconómico se mantiene prácticamente igual que en los meses anteriores, confirmándose los síntomas de enfriamiento económico que vienen mostrando la práctica totalidad de países. Hay que destacar que la economía global sigue afectada por los mismos factores económicos y geopolíticos que nos vienen acompañando de un tiempo a esta parte. El entorno de debilidad que muestra la economía global unido a la tendencia a la baja de la inflación está permitiendo una mayor cautela por parte de los bancos centrales, decidiendo retrasar nuevas subidas de los tipos de interés a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos.


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