¿Por qué no pensar en el mantenimiento como un generador de valor más en nuestras fábricas, con un enfoque holístico que lo integre con el resto de los departamentos?
Hablar del coronavirus empieza por fortuna a sonar a pasado. Queremos olvidar cuando la población estaba confinada en sus hogares, los negocios locales cerrados y buena parte de nuestras industrias paradas. Pero tras el parón asistimos a la progresiva activación del consumo, lo que ha hecho que muchas fábricas hayan desempolvado sus activos productivos y reactivado sus equipos humanos. En este momento, los profesionales de mantenimiento en las empresas fabriles han cobrado mayor relevancia, ya que han sido necesarias muchas puestas en marcha, re-arranques y reparaciones tras la inactividad que tanto perjudica a los equipos.
La tesitura pone de relieve cómo tradicionalmente los departamentos de producción siempre han sido la niña bonita de la dirección a la hora de destinar inversiones para conseguir mayores productividades, aumentar los ingresos y mejorar sus economías de escala.
A estos departamentos, junto a los de logística y de compras, se han dedicado ingentes esfuerzos - habitualmente en términos de horas de reuniones- en el diseño, control de costes, o indicadores de rendimiento. Las decisiones iban en ocasiones en detrimento de los a veces denostados departamentos de mantenimiento, considerados como un mal necesario a los que dedicar partidas con detalles de dudoso conocimiento, y a los que habitualmente nadie se atrevía a analizar y, menos aún, a optimizar.
Cambio de prisma
Les propongo en esta tribuna cambiar el prisma de su lente. Piensen que gran parte de la rentabilidad en el proceso de producción de nuestra industria sobreviene de lograr la mayor disponibilidad posible de la maquinaria, de obtener su mayor rendimiento posible y de obtener las más elevadas tasas de calidad posibles.
Eso, contando que además se cumpla el objetivo de vida útil de todos los artefactos considerados en el plan de negocio. Estarán conmigo en que es aquí cuando los departamentos de mantenimiento están en posesión de la llave maestra para alcanzar estos objetivos. Pues bien, invertir en generar políticas y procedimientos de mantenimiento son buenas recetas para asegurar estos parámetros y aumentar la tasa de rentabilidad.
Ahorro de costes
Y parece el momento de tomar distancia respecto de los modelos más tradicionales, aún bastante comunes en la industria, limitados a gestionar un mero mantenimiento correctivo y reactivo. Tengamos en cuenta que un nuevo paradigma que aborde la identificación temprana y predictiva de posibles averías podría llegar a ahorrar hasta un 40% de los costes de mantenimiento. Sin olvidarnos de establecer métricas e indicadores que simplifiquen la gestión del día a día, y de impulsar la gestión del conocimiento en lo relativo a la parte más técnica de la maquinaria. En definitiva, ¿por qué no pensar en el mantenimiento de activos como un generador de valor más en nuestras fábricas, con un enfoque holístico que permita integrarlo con el resto de los departamentos al mismo nivel?
Smart maintenance
La respuesta es lo que se conoce hoy en día como smart maintenance, enmarcado dentro de la corriente de la Industria 4.0. Y es que la palabra "Smart" no es potestad únicamente de la tecnología. En nuestra industria se identifica como una manera inteligente de gestionar, de optimizar costes, de obtener un balance adecuado en el mix de plantilla propia y subcontratada, de conocer el retorno de las inversiones, de predecir el comportamiento de los equipos productivos o de mejorar la interrelación entre las áreas productivas, de calidad y financieras de una empresa.