Hagámonos más fuertes sumando a nuestra inteligencia natural esta otra artificial
"La IA es el conjunto de técnicas, métodos, herramientas y metodologías que nos ayudan a construir sistemas que se comportan de manera similar a un humano en la resolución de problemas concretos”, una de las innumerables definiciones del concepto acuñado en 1.956, Inteligencia artificial que me gusta especialmente, porque lleva implícita la construcción de un subconjunto de nuestra realidad humana, que presenta problemas a resolver.
El propósito de la IA es, generalmente aceptado entre la comunidad de profesionales de la computación, modelizar una parte del mundo real, formalizar esos modelos, programarlos y ejecutarlos en máquinas físicas para poder reproducir lo más eficientemente posible las tareas cognitivas y científico-técnicas del sistema biológico que nosotros hemos considerado inteligente como dijeron Mira y Delgado en 1995. Sin embargo, la computación convencional también encaja y cumple con el propósito expuesto. Para extraer la diferencia, aludimos a Leibniz, que decía que todo lo que sepamos describir de forma clara, completa, precisa e inequívoca es computable.
La percepción, la intuición, el razonamiento creativo, la excepción al patrón descrito son conceptos todos ellos complejos, difícilmente modelables y representables y, por tanto, no computables.
Es de gran utilidad, cuando se trata de medir cuánta inteligencia contiene un programa que incluye inteligencia artificial, saber cuánto conocimiento se ha quedado fuera del dominio de la CPU cuando hemos pasado, como en el teléfono escacharrado, del modelo conceptual, al formal y definitivamente al lenguaje máquina que entienden los dispositivos hardware. Sabremos cuanta inteligencia hemos enlatado y cuánta inteligencia humana y solamente humana queda en la mente del usuario y su interpretación.
La realidad es tremendamente cambiante, y la inteligencia humana está en constante adaptación, pensar no es calcular, ni siquiera lo es el cálculo intencional o semántico, el pensamiento es fruto de la inteligencia humana, en un momento concreto. La inteligencia artificial, es artificial.
Entendido esto, hagámonos más fuertes sumando a nuestra inteligencia natural, esta otra, artificial. Las competencias digitales hace tiempo que dejaron de ser exclusividad de los departamentos IT, y en realidad, la tecnología está cada vez más cerca del usuario final. La propia tecnología pone a disposición del usuario la interfaz para interactuar con ella. Las plataformas de “low code” para digitalizar procesos, las herramientas de “self service” de datos para la elaboración de cuadros de mando personalizados, están al orden del día.
Nosotros somos los directores de orquesta, con una visión holística de nuestra función, los procesos y las personas involucradas en los mismos, el entendimiento y la capacidad de la tecnología a nuestra disposición, ensamblamos piezas del puzle que constituye la solución de valor final.
El reto con la IA en nuestro puesto de trabajo es entender cómo funciona, cómo aprende, qué es capaz de hacer y qué no, ¿por qué un “prompt” arroja mejores resultados que otro, aparentemente pidiendo lo mismo?
Lenguajes de programación de alto nivel, muy próximos al lenguaje natural, como es el caso de Python y el inglés, permiten una interacción entre ambas inteligencias, la natural y la otra, la artificial. ¡Atrévanse a programar!