En un artículo anterior veíamos cómo el cambio climático había pasado de ser un riesgo a un impacto contable. Desde ese artículo han pasado muchas cosas, entre las que destacamos:
- El ISSB (International Sustainability Standards Board) ha iniciado su camino a través de la publicación de dos estándares de divulgación, uno general y uno sobre cambio climático.
- Se han emitido los Estándares Europeos sobre la Sostenibilidad (ESRS, por sus siglas en inglés).
- Toda Europa está haciendo un esfuerzo ingente para preparar las leyes locales para acoger el marco regulatorio europeo de la información de sostenibilidad; y
- Se han emitido borradores de normas contables que abordan el impacto del cambio climático.
- Además, en los primeros meses de 2025 veremos los primeros informes sobre sostenibilidad emitidos bajo la Directiva de Sostenibilidad (CSRD, por sus siglas en inglés) que conecta de forma directa la información financiera y la de sostenibilidad, por ejemplo, a través de los siguientes requisitos:
- Gastos de explotación (OpEx) o inversiones en activos fijos (CapEx) significativos asociados a planes de acción a través de los cuales la compañía gestiona cada cuestión de sostenibilidad de importancia relativa (MDR-A).
- Explicación sobre cómo el plan de transición está integrado y armonizado con la estrategia general y la planificación financiera de la empresa (E1-1).
- Efectos financieros previstos de los riesgos físicos y de transición de importancia relativa y oportunidades potenciales relacionadas con el cambio climático (E1-9).
Hoy en día, los inversores tienen que entender tanto la información financiera como la de sostenibilidad para tomar decisiones. Y la falta de consistencia entre ambas puede afectar al entendimiento de la información corporativa y, por tanto, influir en sus decisiones. Es importante que ambas realidades conecten. Conectar no es solo la mera referencia entre ambos informes, sino que va mucho más allá: es la consistencia. Es considerar en las estimaciones y juicios contables la estrategia de sostenibilidad y los riesgos relacionados.
Una de las claves de la conectividad está en cómo se aplica el concepto de importancia relativa. La importancia relativa también es norma, pues es uno de los principios del Plan General de Contabilidad. Pero no hay que olvidar que la contabilidad va de usuarios y de las expectativas que tienen sobre la información financiera. La pregunta no es tanto si hay un importe a revelar que sea, en importancia relativa a otros parámetros, material. La pregunta es, más bien, si un usuario de la información puede verse influenciado por disponer de determinada información que ya se requiere en las normas de elaboración de las cuentas anuales. Porque si esa información afectara a sus decisiones, entonces, la información es material. Y ahora este concepto cobra más importancia porque los usuarios de la información van a buscar esta conexión: cómo se han abordado en la información financiera los planes de sostenibilidad, transición energética, inversiones, etc. Esta forma de entender la materialidad ayuda a determinar qué información necesaria desglosar.
Otra clave para la conectividad son las estimaciones y sus desgloses. Hay veces que, para contabilizar las transacciones, es necesario realizar estimaciones. Y algunas de estas estimaciones pueden ser complejas porque están asociadas a la incertidumbre de lo que va a ocurrir en el futuro. Por ejemplo, proyecciones futuras para analizar el deterioro o la recuperabilidad de los créditos fiscales, importes a los que una empresa está expuesta por sus obligaciones de desmantelamiento y descontaminación, riesgos de crédito por exposición a riesgos climáticos, etc. Los desgloses juegan un papel fundamental en todo esto, porque dan información a los usuarios de cómo se ha afrontado dicha incertidumbre. Está claro que de nuevo la consistencia es muy importante aquí. Toda la estrategia de sostenibilidad en planes de inversión y/o planes de transición energética van a influir en estas estimaciones. Y lo fundamental, es que si esta estrategia se ha desarrollado en la información de sostenibilidad tiene que estar presente en los desgloses de información.
Por lo tanto, esa conectividad se puede traducir en:
- Información que debe mostrarse de forma transparente tanto en el reporte financiero como en el Informe de Sostenibilidad, haciendo referencias cruzadas entre ambas piezas de información – Por ejemplo, las conclusiones del análisis de riesgos climáticos, que deberán exponerse en el Informe de Sostenibilidad junto con la descripción de su alcance y metodología; y en los estados financieros donde deberá contemplarse si las implicaciones financieras de dichos riesgos son materiales en el plazo contemplado en dicho reporte.
- Necesidad de trazar o reconciliar información que tan solo tiene visibilidad en el Informe de Sostenibilidad pero que es consistente con lo que se indica en los Estados Financieros – Por ejemplo, información sobre recursos dedicados o inversiones asociadas a actuaciones de sostenibilidad, que no tienen visibilidad como tal (por no ser materiales) en los Estados Financieros pero que están incluidas en otras partidas a las que se puede hacer referencia en el Informe de Sostenibilidad.
- Información o explicaciones adicionales relevantes para los usuarios de la información corporativa sobre cómo los aspectos de sostenibilidad han influido en estimaciones, proyecciones, etc. – Por ejemplo, cómo la consideración de determinados riesgos asociados al clima ha sido tenida en cuenta en una estimación de una vida útil menor de determinados activos.
Y esto son tan solo algunos ejemplos, sobre los que iremos viendo cada vez más ejemplos prácticos en la información corporativa de las empresas en los próximos ejercicios. En la medida en que la gestión de esta información se vaya ejecutando de forma coordinada, y las diferentes funciones internas utilicen las mismas fuentes de información, esta conectividad se irá materializando de forma natural. Y los reportes irán mostrando de forma cada vez más visible esa conectividad y consistencia que esperan los diferentes grupos de interés, entre los que se encuentran inversores y supervisores, entre otros.