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Cómo la movilidad puede ayudar a construir un mejor mundo post COVID-19

El informe Mobility Consumer Index, analiza los patrones de movilidad de 9 países a través de tres segmentos clave: trabajo, ocio y familiar.

Seguimos hablando de movilidad y grandes tendencias. Desde EY Global se ha presentado el último informe, que bajo el título EY Mobility Consumer Index, analiza las principales tendencias de movilidad de los consumidores de 9 países.

Los autores sostienen que cuando la pandemia global se dirige hacia su primer año completo, nos estamos familiarizando cada vez más con su narrativa de cambios repentinos, profundos y potencialmente seculares en la forma en que decenas de millones de consumidores en todo el mundo viven, trabajan y socializan en una nueva era.

A continuación, plantean varios interrogantes que poco a poco vamos resolviendo a medida que transcurre este fatídico año de convivencia con el Covid. ¿Cómo se reflejan exactamente los cambios importantes en el comportamiento, centrados en el aumento del trabajo desde casa y el empleo de mucho menos tiempo en el entretenimiento y la socialización, en la forma en que la gente se mueve?, ¿Qué tipo de viajes y modos de transporte se están priorizando y dónde?, ¿Han cambiado los temores sobre las preocupaciones desplazadas por el COVID-19 sobre el cambio climático y el impulso del transporte sostenible?, ¿Están surgiendo alguna idea que pueda ser útil para los planificadores urbanos y las autoridades de transporte mientras luchan por entender si necesitan replantearse sus posiciones sobre la movilidad urbana?

A través de estas preguntas el informe analiza en detalle los patrones de viaje de los consumidores a través de tres segmentos de viaje clave: trabajo, ocio y familiar. Y además, abordan una pregunta clave, que invita a la reflexión sobre el papel fundamental de la movilidad en esta nueva realidad: ¿cómo puede la movilidad ayudarnos a construir un mundo post-COVID-19 que sea mejor que el que hemos dejado atrás?

Los consumidores están redefiniendo la seguridad. Históricamente, en cuanto a evitar accidentes y lesiones en la carretera, la seguridad se ha convertido en una categoría mucho más amplia e influyente que también abarca la higiene, la limpieza y el bienestar. Estos factores son ahora fundamentales en la elección del modo de transporte por parte de los consumidores, ya que los coches ofrecen la forma más segura durante el COVID-19 de moverse para muchas personas.

Otra gran pregunta es si estos cambios serán permanentes o temporales. El aumento de los retrasos y la congestión en las carreteras pueden alentar a algunos a volver al transporte público en busca de tiempos de viaje más cortos. Los operadores de transporte público también están trabajando duro para persuadir a los consumidores de que medidas como el uso de máscaras y la mejora de la limpieza profunda de los vehículos son eficaces para reducir el riesgo. Pero es difícil imaginar un regreso a los niveles anteriores de conducción, al menos hasta que COVID-19 esté bajo un control mucho más efectivo. Un cambio a largo plazo a favor del coche privado tendría consecuencias importantes para los planificadores de transporte y las autoridades de la ciudad, donde los esfuerzos para reducir la congestión y la contaminación se han centrado hasta ahora en gran medida en persuadir a las personas de que salgan de sus automóviles y se suban al transporte público en su lugar.

Por otro lado, el estudio de EY muestra que, debido a la preferencia por el transporte privado, se están ampliando los esfuerzos para acelerar la sustitución de los vehículos personales del motor de combustión interna (ICE) por alternativas más sostenibles. Los mayores incentivos a la compra de vehículos eléctricos (EVs) ya forman parte del paquete de recuperación COVID-19 de la UE en Francia, Alemania, España, Italia y Austria, reduciendo las emisiones relacionadas con el transporte al tiempo que impulsan el empleo y la economía industrial.

También el naciente sector de la micromovilidad puede ser más ampliamente aceptado por las autoridades de la ciudad. Rápido y barato de implementar, que requiere una infraestructura mínima y vehículos eléctricos altamente sostenibles, podría convertirse rápidamente en una opción viable y de bajo riesgo de infección para viajes más cortos que de otro modo se harían en coche o transporte público.

Todavía es demasiado pronto para responder completamente a todas las preguntas que la pandemia está planteando, pero los autores señalan los elementos clave que marcarán en cierta forma el futuro de la movilidad en el corto plazo. 

  • La seguridad personal es primordial. Reducir el riesgo de infección es ahora el factor más influyente en la toma de decisiones de viaje.
  • El trabajo es lo que haces, no dónde estás. Con millones trabajando con éxito desde casa, los viajes por trabajo se han vuelto en gran medida discrecionales.
  • Los consumidores son más conscientes de sus hábitos de movilidad. Las personas están haciendo menos viajes y evaluando el riesgo/beneficio de aquellos que toman con mucho más cuidado.
  • Menos, es más. Los viajes más cortos están en aumento, a medida que los consumidores pasan más tiempo más cerca de casa, y se involucran más en sus comunidades locales.
  • Hay un triple golpe en el transporte público; los operadores deben superar un trío de desafíos, incluyendo la reducción de los ingresos, el aumento de los costos operativos y una batalla cuesta arriba para persuadir a los consumidores de que es seguro viajar en sus vehículos.

Resumen

Estamos al borde de un posible punto de inflexión en las ventas de vehículos eléctricos. El desafío ahora es idear nuevas formas de comprar, poseer y usar vehículos eléctricos y nuevos incentivos que motivarán a un mayor número de personas a dar el paso. Desde EY creemos que la relevancia de los temas climáticos y ambientales no solo volverán a situarse en el Top 7, sino que previsiblemente ocuparán el TOP3. Esta estimación, quizá sea en realidad la expresión de un deseo, basado en claras evidencias científicas: un peor clima, un peor medioambiente, una peor biodiversidad que tiene impactos negativos sobre la salud. Pero este tema, por su importancia, será objeto de otro artículo.

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