Así, el mercado mundial de fusiones y adquisiciones descendió un -43% en el año 2022 (según datos de Thomson Reuters/Refinitiv) y un -24% hasta octubre de 2023 (últimos doce meses).
Tras un año 2021 excelente, con un volumen global transaccionado de más de 6 billones de dólares ( US$6T) que recuperaba la actividad cercana a los picos de 2017-18, beneficiándose en parte del frenazo provocado por la pandemia de COVID-19 (y deberíamos apuntar que en los años 2020 y 2021 el mercado de M&A se mantuvo en niveles más que aceptables a pesar del contexto absolutamente extraordinario), las disrupciones de cadena de suministro, los fenómenos inflacionarios mundiales, la subida progresiva de tipos de interés, la inestabilidad geopolítica general, con las guerras de Ucrania y el más reciente conflicto israelí como exponentes más visible y la mayor dificultad de levantar fondos por parte de los Private Equities, han ido dificultando el cierre de operaciones a nivel global, sobre todo de los mega-deals, que son las operaciones mayores de 1.000 millones de euros y que son las que realmente causan las oscilaciones en el volumen de negocio transaccionado.
En este contexto general, y como apuntábamos al principio, España no ha sido una excepción. En 2022, el mercado español de M&A decrecía en un -9%, comportándose como un mercado muy resistente, aparentemente. Pero en 2023, España se está ajustando a la tendencia mundial y el decrecimiento del -36% (también datos a octubre, últimos doce meses) nos da una buena idea del impacto que está suponiendo en la actividad de M&A española el marco político y económico mundial, al que habría que añadir algunos factores puramente internos.
Cuando analizamos la evolución del mercado de M&A español, siempre tenemos en cuenta el impacto de los mega-deals en el volumen transaccionado ya que, en un mercado “mediano” como el español, unas pocas transacciones pueden alterar de forma muy significativa el tamaño de este. Como ejemplo, hasta finales del mes de octubre, se produjeron 1062 transacciones, de las cuales, sólo 7 fueron superiores a los 1000 millones de euros, pero supusieron un 54% del volumen total transaccionado.
La tradicional robustez del “mid-market” español de M&A, que incluso en el año 2022 creció un 9%, se ha visto muy afectada en lo que llevamos de ejercicio 2023, con un descenso del 41% (hasta final del octubre, últimos doce meses). Quizá la acumulación de las mismas razones que explican el descenso mundial sea la explicación de esta corrección tan profunda, pero aquellos que nos dedicamos al M&A nacional hemos sido testigos muy directos de las dificultades superpuestas y sostenidas para cerrar las operaciones: dificultad en la financiación, evoluciones financieras muy erráticas de las compañías objeto de las transacciones que dificultaban los acuerdos de valoración entre compradores y vendedores, incertidumbre en las proyecciones( incluso a corto plazo), etc.
La actividad de M&A se puede considerar un indicador adelantado de la actividad económica general. Cierto es que no existe una relación matemática precisa y que la actividad transaccional es tremendamente volátil, pero los ciclos de M&A anticipan las subidas y bajadas del PIB. En este sentido, cabría anticipar una ralentización de la actividad económica en los próximos meses, habida cuenta de la ralentización del ritmo de las operaciones corporativas. Esta misma conclusión se desprende de la última edición del Pulso Económico Trimestral publicado por EY Insights, donde la mayoría de los economistas consultados no cree que se produzca una recesión económica, aunque descuentan un menor crecimiento del PIB español en 2024 (estimación de la variación PIB español para 2024 según el FMI del 1,7%, versus 2,5% y 5,8% en 2022 y 2021 respectivamente).
De acuerdo con las reuniones mantenidas en los últimos meses con inversores cualificados, grandes empresas que tienen en el crecimiento inorgánico una palanca de crecimiento recurrente y, sobre todo, con los grandes fondos de capital privado, se espera que este “ciclo bajista” en el M&A cambie su tendencia hacia la segunda mitad del año 2024, principalmente motivado por una normalización de la financiación de las adquisiciones, la puesta en el mercado de empresas actualmente en los portafolios de los Private Equities que deben desinvertir sus posiciones y una esperada estabilización de la situación geopolítica.
Publicado en El Economista