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¿Será 2023 un punto de inflexión en materia de salud?

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La salud, individual y colectiva, es un preciado bien del que todos disfrutamos mientras podemos, sin que nos paremos a preguntarnos cómo.

Si miramos hacia atrás nos invade la nostalgia; si lo hacemos hacia adelante impera el vértigo porque, aunque llevamos décadas advirtiendo de la necesidad urgente de cambio de modelo, ha tenido que ser una crisis sanitaria, en forma de pandemia, la que sometiese a un test de estrés, no sólo a nuestros modelos de sistemas sanitarios y sociales, sino incluso a los principios y valores de nuestras sociedades..

España 2023. Un año por delante

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Por ello, el punto de inflexión en el que nos encontramos, lejos de transmitirnos seguridad por la experiencia pasada y lo presuntamente aprendido, nos abre interrogantes ante un futuro que tendrán que ser inevitablemente respondidos desde otros parámetros, que vendrán marcados por la globalización, la digitalización y el cambio necesario, sin duda disruptivo y exponencial, sin olvidarnos del necesario encaje en una sostenibilidad que empieza a ser acuciante.

Han transcurrido más de 36 años desde que entró en vigor la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad que ha regido nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) desde entonces. Ha sido un periodo con luces y sombras durante el que se ha luchado por mantener principios como el de la cohesión, la universalidad y la equidad. En todo caso, no hay que investigar demasiado para comprender que el entorno que justificó su puesta en marcha ha cambiado y mucho, siendo urgente una adecuación del modelo más allá de proponer soluciones coyunturales a problemas estructurales, como hemos vivido recientemente.

Podríamos enumerar diferentes razones por las cuales el cambio de modelo es necesario, pero basten algunas a modo ilustrativo, y no exhaustivo. En primer lugar, cabe señalar que han cambiado las fuerzas socioeconómicas, existiendo una mayor concienciación sobre las comorbilidades y las desigualdades sanitarias y sociales motivadas, entre otras cosas, por el aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles que costarán al mundo 20 billones de dólares en 2030. De hecho, más del 50% de las personas mayores de 75 años son portadoras de, al menos, una enfermedad crónica, siendo este grupo de edad destinatario del 75% del gasto en sanidad.

Al mismo tiempo que debemos propiciar un aumento de la eficiencia del capital requerido para invertir en salud, es necesario invertir más en sanidad en relación al PIB del país, pero también mejor porque existe una presión, perfectamente entendible, para eficientizar costes, reducir el despilfarro y modernizar las infraestructuras. En este sentido, se calcula que los sistemas de salud como el nuestro desperdician entre un 20-40% de sus recursos humanos, materiales y procesos. Cabe citar algunos ejemplos de ineficiencia, como el hecho de que un 59% de las pruebas diagnósticas realizadas dentro del SNS se duplican, o como que la adherencia al tratamiento en el grupo de enfermos cardiovasculares es del 56%, situándose en el otro extremo el de los enfermos mentales, que es del 28%. Otro ejemplo sería el hecho de que el 21% de los ingresos hospitalarios lo son por reacciones adversas a medicamentos. Estos datos ponen de manifiesto que existen numerosas áreas de mejora que exigen cambios.

Estos cambios deberían aplicarse a partir de una profunda transformación encaminada hacia un modelo más cercano a las necesidades actuales en el que hemos de tener en cuenta la llegada de las nuevas tecnologías y, en concreto, todo lo relativo a la transformación digital del sector salud. Este cambio nos conducirá a una rápida aceleración y conversión en modelos y plataformas de atención virtual, analítica avanzada, uso del Internet de las cosas (IoT) y de sensores, ya que se calcula que en 2027 habrá más de 41.000 millones de dispositivos IoT. De hecho, ya estamos viendo que el paciente, centro de los sistemas sanitarios, adopta las nuevas tecnologías esperando recibir atención médica, comunicarse directamente con los profesionales sanitarios y, en definitiva, gestionar y monitorear su salud y su enfermedad. Hoy día, el 47% de los consumidores cree que en diez años los teléfonos inteligentes se convertirán en la interfaz principal de la atención sanitaria. 

Sería deseable sacar la atención sanitaria del debate político, que en nada ayuda y sin embargo contamina la búsqueda de soluciones a problemas de calado, como los descritos, que lejos de mejorar van empeorando a pesar de tener a nuestro alcance todo lo necesario para ello. Los sistemas públicos de salud están hoy obligados a reconsiderar su ámbito de actuación y su misión porque, hoy día, la salud es cuestión de tecnología y recursos, pero sobre todo de cultura y, por tanto, personas con formación y con unas condiciones laborales dignas. Para ello se precisan nuevos liderazgos basados en una ecología de la Innovación y la Sostenibilidad.

Las nuevas tecnologías aplicadas a la atención sanitaria se están materializando en una deseable eficiencia operativa, una excelencia clínica y una atención centrada en el paciente. El concepto de centros sanitarios “inteligentes” optimizará los costes y las inversiones, minimizará los riesgos y aumentará la satisfacción de los pacientes y profesionales.

En este contexto, seguimos asistiendo a continuos titulares referidos a listas de espera, escasez de mano de obra o falta de personal especializado. De hecho, en el sector de la Salud hay previsto un déficit de 18 millones de profesionales en el mundo en 2030, lo que requiere un cambio urgente de modelo organizativo hacia la virtualización, la automatización y la Inteligencia Artificial. No se trata de sustituir lo presencial por lo virtual, si no de complementarlo, en aquellos casos en los que sea posible.

En este momento el 94% de los pacientes cree que las soluciones digitales mejoran su atención médica en los hospitales. Además, el 62% de los profesionales sanitarios consideran que la tecnología digital mejora la atención y calidad de vida de los pacientes. La puesta en funcionamiento de plataformas de Inteligencia Artificial conectadas en flujos de trabajo de atención médica daría como resultado una ganancia de productividad de entre 10-15%. La productividad de los profesionales de enfermería mejora en un 20-25% evitando la duplicidad de trabajo y para un hospital promedio de 100 camas, las soluciones hospitalarias “inteligentes” ofrecen ahorros mensuales de 1,2 millones de dólares en administración, salarios, etc. Además, la aplicación de la Inteligencia Artificial para la reducción de errores de dosificación médica puede generar unos ahorros de 16.000 millones de dólares para el sector salud en el 2026.

Todos los agentes que trabajan en Ciencias de la Vida están viviendo un momento convulso y sin parangón en el que los productores de bienes y servicios como son la industria biotecnológica, la farmacéutica y la de tecnología sanitaria, junto con las tecnológicas, están adaptando sus estrategias a un ciudadano y/o paciente corresponsable. Hoy, un profesional sanitario trabaja en el día a día al mismo tiempo que lidera el cambio, al tiempo que todos esperamos que las autoridades estén a la altura de lo que la sociedad requiere, siendo inevitable la colaboración público-privada para que todo lo anterior sea sostenible.

Quienes confrontan humanización vs digitalización, deberían saber que nada más alejado de la realidad, ya que los profesionales sanitarios nunca hemos olvidado esta máxima en nuestra atención. En la medida en que las nuevas tecnologías nos liberen el 80% del tiempo que ahora dedicamos a luchar contra la propia tecnología, ganaremos en calidad y calidez de la atención, que es aquello que mejor sabemos y queremos hacer.

La salud, individual y colectiva, es un preciado bien del que todos disfrutamos mientras podemos, sin que nos paremos a preguntarnos cómo, pero que echamos en falta cuando carecemos de ella. Hagamos todo lo posible para que esto no ocurra.

Por último, mientras abordamos ineficiencias como las citadas, que tendrían que estar y resueltas, me asalta una pregunta que comparto contigo: cuando los pacientes y los profesionales sanitarios estén próximamente en el Metaverso, ese mundo virtual en el que podemos interactuar y que ha sido creado para parecerse a una realidad externa ¿dónde y cómo encajas tú?

Publicado en El Correo Gallego.

Resumen

Aunque llevamos décadas advirtiendo de la necesidad urgente de cambio de modelo, ha tenido que ser una crisis sanitaria, en forma de pandemia, la que sometiese a un test de estrés, no sólo a nuestros modelos de sistemas sanitarios y sociales, sino incluso a los principios y valores de nuestras sociedades. El punto de inflexión en el que nos encontramos, lejos de transmitirnos seguridad por la experiencia pasada y lo presuntamente aprendido, nos abre interrogantes ante un futuro que tendrán que ser inevitablemente respondidos desde otros parámetros.

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