El CFO puede cumplir un papel vital como mediador y facilitador, actuando como el enlace principal entre la empresa familiar y el inversor potencial
De acuerdo con los informes bianuales "The Future of Jobs Report" emitidos por el World Economic Forum, la inteligencia emocional se encuentra en el top 10 de las habilidades más críticas requeridas por los trabajos del futuro. ¿Sabemos cómo se materializa esto en la agenda del CFO del s. XXI? Veamos un ejemplo en el marco de la empresa familiar.
Una de las herramientas que utilizan las empresas familiares para crecer es la búsqueda de un socio externo. En estas operaciones se decide, en multitud de ocasiones, que este sea un fondo de inversión o un socio de private equity.
Este proceso aporta liquidez a la familia y, lo que es más importante, incorpora un socio que cuenta con experiencia en la formulación de nuevas estrategias y el conocimiento para una implementación de protocolos de institucionalización empresarial. Estos factores son fundamentales para el desarrollo de la empresa y, en muchos casos, proporcionan una solución parcial a los desafíos que conlleva la compleja sucesión familiar.
No obstante, la introducción de un inversor externo en una empresa familiar puede desencadenar una respuesta emocional adversa de los miembros de la familia propietaria. Ellos han pasado años, incluso generaciones, construyendo y cultivando su negocio, a menudo bajo una profunda conexión emocional con él. Por tanto, la decisión, además de suponer un desafío estratégico, constituye un reto emocional.
Un estudio realizado por EY y la Universidad de Oxford (Six drivers to make your transformation a success) reveló la importancia de las emociones en los procesos de transformación de las organizaciones. Este identificó 6 impulsores que pueden aumentar la probabilidad de éxito de un proyecto en un 73%.
En estas circunstancias, el CFO puede cumplir un papel vital como mediador y facilitador, actuando como el enlace principal entre la empresa familiar y el inversor potencial. Dado su conocimiento financiero y operacional, el CFO está en una posición única para ayudar a la familia a entender los beneficios de una inversión externa, y al mismo tiempo, ayudar al inversor a comprender los valores y la cultura organizacional de la empresa familiar. También puede ayudar a gestionar las expectativas de ambas partes y a alinear sus objetivos financieros a largo plazo.
Las dificultades emocionales a menudo se pueden agravar por las preocupaciones en torno al control y la gobernanza post-inversión. Las familias empresarias valoran el control que tienen sobre su negocio y temen perderlo en el proceso de inversión. Aquí, el CFO puede participar activamente en las negociaciones sobre términos de inversión y estructuras de gobernanza, asegurando que los intereses de la familia propietaria sean correctamente representados y protegidos.
Además, el CFO puede contribuir a mitigar los desafíos emocionales ofreciendo formación e información financiera a los miembros de la familia. Esto puede ayudar a la familia a tomar decisiones instruidas y racionales.
En esencia, los CFOs son mucho más que responsables económicos en el proceso de venta o inversión de una empresa familiar. Son líderes estratégicos, mediadores emocionales y gestores de un resultado que beneficiará tanto a la empresa familiar como al inversor externo. Son, sin lugar a duda, figuras clave para asegurar el progreso, la prosperidad y la armonía en las empresas familiares durante este tipo de procesos de transformación.
En conclusión, una de las claves del éxito en una operación de inversión de una empresa familiar, necesariamente requiere la capacidad del CFO para gestionar adecuadamente la relación entre la familia y el inversor. Un tándem muy emocional.