Como era de esperar, con el paso del tiempo ya se empiezan a observar los primeros efectos de las decisiones adoptadas. La economía real, tanto a las empresas como a las unidades familiares, necesitan más liquidez. Para ello los afectados, tienen dos alternativas, aumentar sus ratios de endeudamiento o recuperar sus depósitos en la banca. La posición de los usuarios ha sido clara. Ante el elevado coste del endeudamiento, es más barato utilizar los depósitos propios no remunerados por la banca que pedir un préstamo altamente costoso. Esta situación ha sacado a la luz a diferentes entidades bancarias que han mostrado problemas de liquidez y de capitalización para hacer frente a la retirada de depósitos, llegando a necesitar ampliaciones de capital o la intervención vía ayudas de las autoridades monetarias. Por lo tanto, estamos ante nueva situación que ha generado el denominado “pánico bancario” ante la desconfianza existente sobre el sistema financiero y su capacidad para hacer frente a sus obligaciones. Las primeras entidades en presentar problemas han sido Silicon Valley Bank, Signature Bank y First National Bank de EE. UU. y Credit Suisse en Europa. Todas por diferentes motivos, pero también todas han recibido la ayuda rápida y adecuada de los bancos centrales, que han puesto los medios necesarios vía liquidez y confianza para tranquilizar los mercados y evitar mayores riesgos.
Según los analistas, el impacto en la economía de esta nueva turbulencia financiera podría ocasionar mayores dificultades en el acceso al crédito a las empresas y a las economías domésticas, también un descenso de las tasas de inversión y probablemente, menores alzas frente a las esperadas hasta la fecha en los tipos oficiales de interés. Todo ello, debería dificultar más aun las perspectivas de crecimiento económico. En paralelo, esta nueva situación también va a dar lugar a una mayor regulación y supervisión financiera que permita controlar y estabilizar al sistema bancario.
Mientras tanto y a lo largo del pasado mes, los bancos centrales siguieron cumpliendo su hoja de ruta y procedieron a elevar una vez más los tipos oficiales de interés. Así, la Reserva Federal de EE. UU. elevó el pasado 22 de marzo el precio del dinero por 25 puntos básicos (pb) para situar el rango de los fondos federales entre el 4,75% - 5,0%. Las expectativas eran de 50 pb, pero ante los acontecimientos financieros acaecidos, la decisión fue de solo 25 pb, no descartando una subida más en un futuro próximo. La FED sigue viendo la inflación norteamericana muy alta. Así, al mes de febrero se situó en el 6% y la subyacente en el 5,5%. En ambos casos muy lejos del objetivo del 2%. Hay que destacar que en la reunión de su Comité Monetario también aprovecharon para revisar marginalmente a la baja sus previsiones macroeconómicas para los próximos años. Consideran que el PIB del 2023 se situará en el 0,4% para mejorar al 1,2% en el 2024. La tasa de paro se mantendrá cerca del pleno empleo en el 4,6% y la inflación podría bajar al 3,3% este año para situarse cerca del 2% en el periodo 2024-2025. En su intento de doblegar a la inflación, no ven los tipos de interés por debajo del 4% en el 2024 y del 3% en el 2025.