El FMI ya ha anticipado que el crecimiento económico mundial para el 2023 podría ralentizarse hasta situarse en el 2,9%.
Desde hace varios meses la evolución negativa de la inflación ha pasado a ser el principal motivo de preocupación de los mercados financieros desbancando al COVID-19 o la guerra entre Ucrania y Rusia, prevaleciendo por encima de todo el objetivo de las autoridades monetarias de alcanzar lo antes posible la estabilidad de los precios. Para corregir este desequilibrio, el conjunto de medidas que se están adoptando los bancos centrales están complicando más aún el escenario macroeconómico, confirmándose una significativa desaceleración en la economía global. En esta línea, el FMI ya ha anticipado que el crecimiento económico mundial para el 2023 podría ralentizarse hasta situarse en el 2,9%, tras el 3,4% del 2022 o el 6,1% del 2021, mencionando que las economías avanzadas son las que más pueden sufrir ante esta situación al no superar este año su PIB conjunto el 1,2% tras el 2,7% del 2022.
A pesar de este escenario, los bancos centrales están cumpliendo con su palabra y están procediendo a elevar de forma histórica y sucesiva el nivel de los tipos de interés, demostrando que están decididos a hacer lo que sea necesario para doblegar la inflación. Este endurecimiento de las condiciones financieras hoy en día está teniendo un limitado efecto corrector en los precios, pero lo que sí está provocando es un cierto deterioro en la confianza, la inversión y el consumo, dando lugar a la convivencia con frágiles condiciones económicas.
Lo que está más claro es que, transcurrido más de un año desde el inicio de la espiral alcista de los tipos de interés, los datos de inflación siguen siendo elevados. Así, en EE. UU. la tasa al mes de enero se sitúa en el 6,4%. En la zona euro ha bajado al 8,5%. El Reino Unido supera el 10% y Japón, un país deflacionario históricamente, ya alcanza el 4%. Todos ellos están todavía muy lejos del objetivo del 2%. Por lo tanto, para el más corto plazo, lo único que podemos esperar más subidas en los tipos de interés.
La Reserva Federal estadounidense elevó el pasado 1 de febrero en 25 pb el tipo de los fondos federales situándolo dentro del rango 4,50% - 4,75%. Esta fue la primera alza por menos de 50 pb tras ocho subidas desde marzo de 2022, fecha en la que el tipo oficial se situaba en el 0,25%. En su comunicado oficial mencionaba que consideraba apropiadas más subidas de los tipos de interés mientras que no se reconduzca la inflación al 2%. La realidad en este momento es que la economía norteamericana está dando muestras de una cierta robustez, generando más empleo que nunca, con una tasa de paro al 3,4%, registrándose ratios de consumo muy positivos y un crecimiento económico al cierre del 4Q 2022 en el 2,9%. En paralelo, la inflación en este país se va reduciendo marginalmente, todo ello gracias a su menor dependencia del exterior en materia de energía y materias primas. Por lo tanto y a pesar de las dudas de hace unas semanas con relación a la situación económica de este país, los datos que se van publicando son reveladores de una situación menos negativa de la esperada. En este entorno, los analistas no descartan una nueva subida el próximo 22 de marzo por otros 25 pb y acabar el ciclo con dos subidas más para situar el rango entre el 5,0% y el 5,50%.
El Banco Central Europeo también elevó el pasado 2 de febrero el precio oficial del dinero en 50 pb para situarlo en el 3%. El caso europeo es diferente en el origen de la inflación, motivado por su mayor dependencia del exterior en la energía, gas, metales y otras materias primas. También la presión de los precios está teniendo un efecto espiral de carácter alcista en el resto de los productos que configuran la cesta de la inflación, provocando que la inflación subyacente supere en muchos países a la ordinaria. También preocupan los denominados efectos de segunda ronda o colaterales que se podrían estar provocando ante la pérdida de poder adquisitivo de las economías domésticas, aumento de los salarios, pérdida de competitividad, las compensaciones a través del gasto público o la desigualdad social. A pesar de todo esto, el BCE ya ha anticipado que el próximo 16 de marzo procederá a elevar por 50 pb el tipo oficial para situarlo en el 3,5%. Los analistas y el mercado interbancario no descartan que el tipo oficial pueda alcanzar antes del verano el 4,0%.
En relación con las perspectivas macroeconómicas de la zona euro, el pasado 13 de febrero la Comisión Europea publicó sus previsiones de invierno para el 2023. En ellas se atisba una cierta mejoría, eliminando la posibilidad de una recesión técnica en el más corto plazo. Consideran que se mantiene la incertidumbre y que “los vientos de cara” siguen siendo fuertes. Dan la bienvenida a la diversificación de las fuentes de suministro del gas y la energía y anticipan un mejor comportamiento de la inflación. A pesar de ello, consideran que el crecimiento económico para el 2023 en la zona euro se situará en el 0,9% tras el 3,5% del 2022.
El comportamiento de los mercados de divisas sigue caracterizado por la elevada volatilidad existente que está provocando amplios rangos de fluctuación entre las principales divisas. En lo que va de año la paridad USD/EUR ha fluctuado dentro del rango 1,0482 y 1,1033. Hoy en día, el dólar USA, tras un comportamiento inicial de cierta debilidad y cotizando mínimos frente al euro por encima de 1,1000 no vistos desde abril 2022, recupera posiciones hasta 1,0630 beneficiándose del buen comportamiento de su economía, del elevado nivel de sus tipos de interés y de las dudas existentes con el futuro de la zona euro. La mayoría de los analistas están de acuerdo con un rango 1,0400 – 1,1000 para los próximos meses. Sin embargo, anticipan posibles cesiones hasta 1,1600 USD/EUR de cara a final de año.
Mas pesimistas se sitúan los analistas con la libra esterlina. La irregular evolución de su economía, unido a los efectos negativos que todavía tenemos que ver del Brexit, deberían afectar negativamente a esta divisa anticipando como rango de fluctuación frente al euro el delimitado por 0,87 – 0,91. Con relación al yuan chino, tras cotizar niveles cercanos a 7,30 por USD, llego a recuperar hasta 6,70 beneficiándose de la reapertura de su economía o finalización del Covid-0. Sin embargo, las dificultades económicas que atraviesa este país y la ausencia de novedades con relación a los programas de “Prosperidad Compartida”, basados fundamentalmente en inversiones en infraestructuras, está volviendo a debilitar a su divisa, retrocediendo hasta casi 6,90 CNY/USD. Según los analistas no se descartan mejores niveles para esta divisa conforme se vayan conociendo los planes del gobierno chino.
Por último, hay que destacar el descenso de precios registrado en los mercados del gas y de energía ante el descenso de la demanda, normalización del suministro y un invierno más benévolo de lo esperado. Hay que destacar que el alto almacenamiento de gas registrado hace seis meses ha limitado la demanda y ha permitido un importante descenso en los precios. En relación con los metales, sus precios se mantienen en niveles altos con pocas esperanzas de descensos en el plazo. El mayor número de demandantes, los problemas de suministro y las cesiones del USD, no nos permiten ser muy optimistas sobre el futuro de los precios de estas materias primas.
Como conclusión, seguimos recomendando activamente a las empresas la gestión de los riesgos de mercado. La incertidumbre y la alta volatilidad existente obliga más que nunca a defender los planes de negocio y los precios objetivos, existiendo todo tipo de instrumentos financieros que podrían ayudar a evitar la indeseada volatilidad de la cuenta de pérdidas y ganancias o los riesgos de balance.