En este entorno y ante la presión de los precios, las autoridades monetarias de la mayoría de los países han empezado a ejecutar políticas monetarias más restrictivas, elevando el precio del dinero e incluso limitando las generosas inyecciones de liquidez existentes hasta la fecha. La Reserva Federal de EEUU elevó el pasado 16 de marzo el tipo de interés oficial en 25 puntos básicos para situar los fondos federales en el rango 0,25% - 0,50%.
Ante la evolución de los acontecimientos, los analistas, e incluso la propia FED, anticipan la posibilidad de situar el tipo oficial norteamericano en el 2% antes de final de año. También el Reino Unido ha subido dos veces el tipo oficial para situarlo en el 0,50% con perspectiva alcista. Sin embargo, la zona euro, con un cuadro económico más débil, sigue cuestionándose tal posibilidad y se limita al día de hoy a restringir las inyecciones de liquidez que han permitido hasta la fecha una travesía de la crisis en óptimas condiciones financieras.
El mercado considera de forma unánime que los modelos expansivos están agotados y bien de una forma inmediata o de forma gradual, la totalidad de países procederán a elevar de una forma importante el nivel de sus tipos de interés. El dinero barato tiende a desaparecer tal y como ya se refleja en el mercado interbancario o en la rentabilidad de la deuda pública.
En los mercados de divisas, el dólar USA se mantiene como divisa refugio llegando a cotizar máximos frente al Euro en 1,08 para estabilizarse a la espera de novedades en 1,10. La debilidad del euro se refleja también frente a la mayoría de sus contrapartidas, que también cotizan máximos anuales. La libra esterlina recupera parte del efecto negativo que tuvo en su cotización la aprobación del Brexit. El atractivo de sus tipos de interés le ha permitido cotizar niveles máximos no vistos desde 2016 en 0,8250 por EUR. El yuan chino también se mantiene en una posición de máximos a pesar de las actuaciones por parte de la autoridad monetaria de este país que tratan de evitar la pérdida de competitividad exterior por la excesiva fortaleza de su divisa. En paralelo, otras divisas con altos tipos de interés también han registrado importantes ganancias en los mercados. Así destacamos el real brasileño, peso mejicano o la corona Checa.
Según los analistas y de cara al resto del año el dólar USA podría seguir siendo la divisa más fuerte en los mercados. Sin embargo, todo va a depender de la evolución de los acontecimientos geopolíticos, comportamiento de los mercados de materias primas y del impacto que todo ello pueda tener en las perspectivas de crecimiento económico global. El esperado ciclo económico expansivo tras el COVID-19 parece transformarse en una fase de desaceleración ante el cambio de contexto por la incómoda evolución de la inflación. En este entorno, la protección frente a la ambición parece ser lo más recomendable en la gestión activa de los riesgos financieros.