Principales factores que cualquier compañía debería cumplir para maximizar las opciones de una exitosa IPO
En los últimos meses en España, hemos vivido una época que los que llevamos bastantes años trabajando en mercados de capitales no habíamos visto anteriormente, con un elevado número de compañías relevantes y de sectores diversos, que públicamente han mostrado su interés por llevar a cabo una salida a bolsa en el mercado español.
Esto llega como un aire de esperanza, tras los últimos años de sequía de la bolsa española, en los que no había habido prácticamente IPOs, salvo honrosas excepciones de empresas del sector renovables, y las salidas a bolsa de las SOCIMIs, cuyo motivo es más un tema de cumplir con la regulación, que el motivo natural de una salida a bolsa, que es abrir el capital a los mercados.
La esperanza de un cambio de tendencia parece que se confirma, tras la exitosa salida de Puig a principios de mayo. Esto puede ser positivo para el mercado en general, pues puede animar a otras empresas a considerar esta opción como una alternativa real, que pueda servirles para financiar sus planes estratégicos de crecimiento, o bien como estrategia de salida total o parcial de los actuales accionistas.
No obstante, el hecho de que se vean señales positivas de activación en el mercado no debería confundirnos a pensar que cualquier empresa pudiera tener una IPO exitosa, entendiendo como exitosa, que se complete al precio esperado por la dirección y los accionistas.
Son numerosos los casos de IPOs fallidas en el pasado, y, por tanto, es especialmente importante que la decisión de salir a bolsa se tome sobre la empresa correcta, y en el momento óptimo de madurez de ésta, habiendo considerado los factores claves, que tanto los bancos colocadores, analistas e inversores, van a esperar de la compañía para recomendar o llevar a cabo la inversión. Sin ánimo de ser exhaustivos, pasamos a enumerar algunos de los principales factores que cualquier compañía debería cumplir para maximizar las opciones de una exitosa IPO:
1. Motivos del IPO: la compañía debe tener claro los motivos por los que realiza el IPO, ya que esos motivos deberán explicarse y tendrán que ser entendidos y considerados razonables por los potenciales inversores durante el proceso. Los motivos pueden ser diversos, y no tiene por qué ser sólo uno. Entre los más comunes, están:
- Facilitar las alternativas de financiación para soportar la estrategia futura de crecimiento.
- Facilitar la liquidez a ciertos accionistas que estén pensando en salir del accionariado total o parcialmente (bien sean parte de un grupo familiar o fondos de inversión).
- Mejorar el acceso y retención del talento del equipo directivo, que valorará trabajar en una empresa cotizada, con mayor visibilidad y potencial.
- Aportar transparencia, profesionalización y gobernanza a la compañía, que estará sujeta al escrutinio continuo de los mercados.
2. Negocio rentable y consolidado: el negocio objeto de IPO debe ser un negocio con una buena generación de caja, y con unas previsiones de crecimiento elevadas. En este sentido, las previsiones de crecimiento deben ser consideradas como alcanzables por los potenciales inversores, por estar apoyadas, tanto por la trayectoria de crecimiento histórica de la compañía en los últimos años, como por las previsiones de crecimiento de la industria en la que opera, que estarán validadas por estudios de mercado de ese negocio hechos por terceros, que ya eran públicos, o que se hacen públicos en el propio folleto de salida a bolsa, puesto que, por temas de restricciones regulatorias y de protección a inversores, en una IPO no se publican previsiones ni planes estratégicos a futuro de las propias compañías.
3. Negocio diversificado y resiliente: durante el proceso previo al IPO se deberá demostrar a los potenciales accionistas que el negocio está suficientemente diversificado (bien sea por productos, negocios, mercados, o clientes), de cara a poder minimizar los riesgos de dependencia excesiva de un mercado o negocio específico, que pudieran estar expuestos a tensiones competitivas, tensiones geopolíticas, o cualquier otro aspecto externo, y que pudieran impactar y afectarle negativamente.
4. Estrategia ESG: En cualquier IPO en la actualidad es clave que la compañía pueda ser capaz de explicar durante el proceso de salida a bolsa una política de ESG clara. Que ésta sea parte intrínseca de la estrategia de la compañía, en línea con las exigentes expectativas de inversores y reguladores.
5. Gobierno corporativo: Otro de los aspectos clave de una IPO, que deberá quedar demostrado ante el potencial inversor, es la firme apuesta de la compañía por establecer y mantener un gobierno corporativo adecuado, empezando por un Consejo con una mayoría de independientes, pero también asegurando el cumplimiento con otros aspectos clave de gobernanza, como el control interno, auditoría interna, etc.
6. Management: una parte importante del éxito de las compañías podría ser atribuida a la destreza de su equipo directivo, y, por tanto, otro aspecto relevante que deberá quedar demostrado en una IPO es la existencia de un equipo directivo profesional y experto en su negocio, que esté motivado y alineado con la estrategia de crecimiento de la compañía, incluyendo el reto del IPO, para asegurar que pueda cumplir con los exigentes requerimientos de todas las partes implicadas durante el proceso. De cara a mantener dicha motivación, muchas empresas optan por diseñar retribuciones específicas asociadas al éxito del IPO, y a posteriori, planes de incentivos a largo plazo, que vinculen la retribución de los empleados clave a la evolución del valor de las acciones de la sociedad una vez que cotice.
7. Información financiera histórica y estructura de KPIs: Un historial financiero sólido y fiable, soportado por unos sistemas de información robustos y por unos procedimientos de cierre adecuados son también esenciales para cualquier compañía que esté pensando en salir a bolsa. En el folleto de admisión y en las presentaciones a analistas deberá presentarse información financiera histórica de los últimos tres ejercicios. La compañía tiene que asegurar que dicha información financiera cumple con las normas de contabilidad aplicables, ya que estará sujeta a la supervisión del regulador. También, y no menos importante, deberá ser fiable y homogénea para todos los negocios y países en los que opera la empresa, incluyendo información desagregada por segmentos, puesto que en base a dicha información, los analistas van a construir los modelos de valoración de la compañía para recomendar el precio de compra.
8. Asesores externos IPO: Un equipo de asesores externos profesional, y que cuente con la experiencia y capacidad adecuada, para acompañar a la compañía desde el principio y elaborar conjuntamente la hoja de ruta, asegurando un proceso lo más eficiente posible, ahorrará tiempo y dinero a la compañía, y además minimizará los riesgos de que el IPO no pueda completarse por no haberse tenido en cuenta los aspectos clave en cada uno de los grupos de trabajo.
Por tanto, a modo resumen, cualquier compañía que esté pensando en salir a cotizar en el medio plazo, debería empezar a prepararse entre 12 y 18 meses antes de la fecha esperada de la salida, y en casos de estructura compleja, ese plazo podría incluso ampliarse hasta los 2 y 3 años de antelación, de cara a ir evaluando la situación de la compañía en cada uno de los puntos anteriores, y poder llegar en las mejores condiciones posibles en cada uno de ellos al momento del IPO, ya que con esto, las opciones de asegurar una valoración adecuada se maximizan. Tener a un asesor de cabecera cerca, como EY, que te ayude en todo el proceso de preparación de manera integral, ayudará a conseguir la preparación necesaria de la forma más eficiente y adecuada.
No obstante, incluso aunque la empresa esté preparada, podrían surgir factores externos, como la inestabilidad geopolítica, cambios no esperados en los mercados financieros, etc., que pudieran alterar las valoraciones y, por tanto, afectaran de manera negativa en el proceso. Esos aspectos exógenos están fuera del control de las compañías, sus accionistas y directivos, y son un riesgo que siempre va a estar ahí. Por tanto, la dirección de la compañía y sus órganos de gobierno deberían centrar sus esfuerzos en planificar de manera adecuada los temas internos, que están bajo su control, de cara a maximizar las opciones de una IPO exitosa.
La consecución de una IPO es uno de los momentos más enriquecedores a nivel profesional, tanto para los directivos de la compañía, como para sus asesores. El esfuerzo siempre habrá merecido la pena, ya que, en todos los casos, requiere mucha preparación y planificación.