3 minutos de lectura 14 abril 2021
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Bienvenido Next Generation

Por Alberto García Valera

EY España, Socio Responsable del área de Tax Policy

Especialista en fiscalidad. Disfruto mejorando mi entorno, acompañando a las organizaciones en su política tributaria. Siempre aprendiendo.

3 minutos de lectura 14 abril 2021
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Los trece meses transcurridos desde el inicio de la pandemia nos han llevado de una situación de confianza y crecimiento moderado a otra bañada aún en la incertidumbre.

Una inseguridad que ha incidido muy negativamente en la economía, pues si hay algo que necesita la empresa para actuar es certidumbre, pues en ello está su rentabilidad y su supervivencia. En España esa situación nos llevó en 2020 a que, después de años convergiendo con Europa, perdiésemos parte de ese acercamiento a la renta media europea, por una abrupta caída del PIB -la mayor entre nuestros vecinos- del 10,8%. La economía española se vio más afectada por la crisis, esencialmente por las características de su estructura económica, más especializada en sectores en los que la interacción con el consumidor final es relevante. Prueba de ello es que España perdió el pasado año 43.000 millones en ingresos procedentes de turistas extranjeros, un impacto superior que el registrado por Francia e Italia conjuntamente.

Sin embargo, el inicio de la campaña de vacunación nos ha permitido recuperar cierta confianza, que no debemos romper con pueriles vacilaciones. La vacuna es la clave para vencer al virus y también para recuperar la economía lo antes posible. Pero si las vacunas son la condición necesaria para la recuperación, la condición suficiente es agilizar la puesta en marcha en las medidas de refuerzo de la liquidez empresarial, ayudas directas y de los mecanismos de flexibilidad.

La permanencia de las medidas de restricción de movilidad y actividad requieren reforzar el marco de los ERTE o de los créditos ICO -menores de nuevo que las que nuestros socios europeos- con nuevas ayudas directas por parte de todas las administraciones, especialmente a los sectores más afectados y a todo aquel que haya agotado su capacidad de endeudamiento.

Y justo ahora, con Estados Unidos consiguiendo reactivar su economía de manera vigorosa y rápida, no podemos -desde Europa- arrastrar los pies también en la carrera por la recuperación, lastrados además por el lento proceso de vacunación. Por ello debemos valorar muy positivamente la remisión que se realizará a la UE del Plan de Recuperación y Resiliencia de España, concretando las políticas a desarrollar en el marco de los Next Generation en materia de transición verde, transformación digital, crecimiento y empleo inteligente, sostenible e inclusivo, cohesión social y territorial, salud y resiliencia, y políticas para la próxima generación, incluida la educación. España tiene la oportunidad, que no puede dejar pasar, de impulsar la transformación de nuestro país y acelerar la recuperación si es capaz de ejecutar ese ambicioso plan con el máximo consenso.

El Banco de España ya estima que nuestra economía no recuperará el PIB anterior a la crisis hasta 2024, entre otras razones, por el retraso en la ejecución de esos fondos europeos, que ha reconocido el propio Gobierno, con una reducción de las estimaciones de crecimiento del PIB, y que confiábamos que se hubiesen podido materializar en mayor medida durante 2021.

Apremia por ello que las Administraciones agilicen el ritmo de las convocatorias de ayudas y licitaciones de contratos, cuyos primeros ejemplos ya hemos visto desde el SETE o el CDTI, para facilitar que los fondos de recuperación y resiliencia lleguen lo antes posible al tejido productivo.

Pero, además, la llegada de esos 141.000 millones de euros a España está condicionada no sólo a ese plan de inversiones, sino a que el mismo se acompañe de las ambiciosas reformas estructurales identificadas en el Marco del Semestre Europeo, y del que forman parte el necesario impulso de la sostenibilidad de las pensiones, de la contratación indefinida y la simplificación del sistema de incentivos a la contratación, la corrección de las disparidades educativas autonómicas o garantizar la unidad de mercado.

El efecto de las propias reformas, unido al de los propios fondos, podrían generar un incremento de hasta más de 15 puntos porcentuales al PIB en el medio y largo plazo. Y seguramente a ello no llegaremos si no somos capaces, además, de hacer más ágil y dinámica nuestra Administración para canalizar los fondos europeos, potenciando y facilitando de forma efectiva la colaboración público-privada.

Ante este desafío, no hagamos un Berlanga y démosle algo más que una adecuada bienvenida a los fondos Next Generation. No hay tiempo que perder.

Publicado en ABC Sevilla

Resumen

Si las vacunas son la condición necesaria para la recuperación, la condición suficiente es agilizar la puesta en marcha en las medidas de refuerzo de la liquidez empresarial, ayudas directas y de los mecanismos de flexibilidad. El efecto de las reformas, unido al de los propios fondos, podrían generar un incremento de hasta más de 15 puntos porcentuales al PIB en el medio y largo plazo. Por lo que debemos hacer más ágil y dinámica nuestra Administración para canalizar los fondos europeos, potenciando y facilitando de forma efectiva la colaboración público-privada.

Acerca de este artículo

Por Alberto García Valera

EY España, Socio Responsable del área de Tax Policy

Especialista en fiscalidad. Disfruto mejorando mi entorno, acompañando a las organizaciones en su política tributaria. Siempre aprendiendo.

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