La economía española acaba de alcanzar el nivel de actividad previo a la pandemia y experimenta incrementos del PIB superiores a los de la media de la UE, impulsada por el avance de las exportaciones y la fortaleza del consumo público. Pero no ha superado aún el nivel de horas trabajadas de 2019, y, como recuerda el Banco de España en su último informe anual, acumula una pérdida de diez puntos porcentuales de convergencia con la Zona Euro en PIB pc. Una pérdida de riqueza en términos comparados con nuestros socios de la UE, que se debe esencialmente a la fuerte caída entre 2007 y 2013 de los empleados totales sobre la población en edad de trabajar, y de una brusca caída de la productividad desde 1995, solo mejorada en los períodos de fuerte destrucción de empleo.
La reactivación de la actividad económica y resiliencia que ha mostrado el mercado de trabajo español ha facilitado una mejoría de los niveles de empleo, que, sin embargo, no debería cegarnos ante el estancamiento de nuestra renta per cápita, al tiempo que enfrentamos los desafíos que tiene por delante nuestro mercado laboral; la glocalización, la digitalización, la transición energética o el reto demográfico, entre otros.
Para que estos desafíos estructurales se materialicen en oportunidades de empleo y demos paso a una nueva fase de expansión, es preciso abordar una ambiciosa agenda por el empleo, para la cual los fondos NextGenerationEU suponen una extraordinaria oportunidad.
En este contexto, ahora que España aborda una negociación con la Comisión Europea para actualizar y ampliar la ambición de las reformas e inversiones del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, es imprescindible abordar las debilidades que identifica el banco de España, que lastran nuestra convergencia en PIB desde hace décadas; la baja participación en nuestro mercado laboral, y la reducida productividad. Debemos reforzar con ese propósito las inversiones y reformas del Plan de Recuperación.
Por lo que se refiere a las inversiones, tenemos más de 160.000 millones de euros para impulsar nuestra transformación. Muchos de ellos canalizados a través de los PERTE, de los que hay una docena, pero ninguno enfocado expresamente en abordar los desafíos y las oportunidades de nuestro mercado laboral. ¿Dónde está el PERTE del Talento? Un proyecto Estratégico esencial que permita impulsar el total de inversión del Plan destinado a Educación y conocimiento, formación continua y desarrollo de capacidades, facilitando la inserción laboral de los desempleados e inactivos, y aumentado la productividad de los ocupados.
Hay mucho margen para ampliar la inversión en capital humano mediante proyectos con alta capacidad de absorción de fondos vinculados a reformas estructurales, como la introducción de bonos de formación y aprendizaje, el impulso de la Formación Profesional Dual Universitaria o, más concretamente, la puesta en marcha de una plataforma nacional digital de perfilado, orientación, reskilling/upskilling e intermediación laboral. Un sistema nacional de recualificación para desempleados, trabajadores y autónomos con el objetivo de mejorar su empleabilidad, la cohesión social y territorial y, por ende, el crecimiento económico. En esta materia han sido propuestos proyectos a las autoridades que plantean formar a 6,8 millones de personas con un coste público de 7.000 millones de euros, con un impacto de casi 11.000 millones en PIB y generando 100.000 que bien merecen ser estudiados en el marco de la Adenda y modificación al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Esta inversión debe venir acompañada por reformas que aborden los grandes retos de nuestro mercado de trabajo. En primer lugar, garantizando la mejora de la calidad del sistema educativo a todos los niveles, de forma lo más consensuada posible para asegurar su estabilidad en el tiempo. A su vez, para garantizar la disponibilidad de mano de obra adecuada, además de facilitar la incorporación de talento extranjero, urge impulsar la integración activa de los más de 3,1 millones de desempleados. Ello exige priorizar su incorporación en el mercado de trabajo, a través de un marco de relaciones laborales flexible y seguro, que retenga el talento senior e integre a los más jóvenes, un modelo de intermediación y formación profesional para el empleo moderno y eficaz y un marco de protección social y desempleo que aporte recursos suficientes. Este debe incentivar la transición al empleo y evitar la trampa de la pobreza a la que se someten los desempleados que dejan de buscar activamente empleo.
Afortunadamente, nuestro mercado de trabajo está reponiéndose del impacto de la pandemia, pero los desafíos siguen ahí y los tenemos que afrontar entre todos sin dilación ni pasos atrás. No hay tiempo que perder. Los pobres datos de afiliación del pasado mes de junio son un aviso. Empieza una nueva legislatura y se está actualizando nuestro Plan de Recuperación. Es un buen momento para seguir avanzando sobre los éxitos conseguidos y corregir las deficiencias que, sin embargo, no hemos sido capaces de superar.
Publicado en El Confidencial