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El timón y el remo

El conocimiento profundo de la realidad es un elemento que conforma el bagaje del auténtico líder.

La evolución de la sociedad, de los derechos y obligaciones individuales o colectivos, de la economía, de la cultura y de la política, requiere que los mejores estén en las posiciones más idóneas en cada momento para dirigir y liderar los proyectos más necesarios e innovadores; para llevar el timón de nuestra Sociedad con firmeza y valentía.

Nunca he creído en que los títulos académicos, o que haber estudiado, sea garantía de nada, más allá de la obtención del propio título y del, a mi juicio incuestionable, enriquecimiento personal formativo y la dedicación al estudio. Lo que sí creo es que la educación de verdad va unida a la experiencia, entendida como el conocimiento profundo de aquello que constituye nuestra profesión y, al mismo tiempo, la atención a todo aquello que sucede a nuestro alrededor con capacidad de análisis crítico. Por eso, para ser un líder no basta con ser el que más títulos acumula, estudiar mucho, el que mayor éxito atesora en proyectos empresariales o más triunfos deportivos ostenta.

Es evidente que, por encima de todo eso, hay algo especial, que a mi juicio no es sino la cualidad de poner todas esas virtudes al servicio de la comunidad y por encima del interés particular. La capacidad de sacrificio, la generación de valor, la elevación. Una serie de intangibles que históricamente han cualificado a ciertas personas como auténticos referentes, desde Winston Churchill a Rafa Nadal.

Yo subrayaría dos cualidades esenciales de cualquier líder: por un lado, la generación de confianza en el equipo y, por otro, el conocimiento y la capacidad técnica.

Gravitas y auctoritas”, excelencia personal y profesional, todas ellas cualidades íntimamente relacionadas.

La capacidad de generar confianza es indispensable. Requiere honestidad y autenticidad, pues nadie secunda a quien no es capaz de mantener su palabra, actuar de forma coherente con lo que se dice, asumir con honradez sus errores y rectificarlos con humildad. Tampoco nadie se dejará guiar por quien carece de generosidad y antepone sus intereses a los del colectivo, ni por quien se halle falto de templanza y no sea capaz a de mantener la calma en momentos convulsos o de pánico.

Todo sin olvidar que la auténtica confianza sólo es la que se mantiene en el tiempo sin solución de continuidad y que sólo se pierde una vez. Por ello, la verdadera confianza sólo nace de la autenticidad y del verdadero ejemplo; nadie puede fingir o impostar lo que no es durante mucho tiempo.

El líder tiene vocación de servicio, toma decisiones basadas en principios éticos, y es el primero que actúa conforme a ellas.

Un segundo elemento esencial es el contar con la formación y el conocimiento necesario para saber analizar y diagnosticar con sentido crítico la situación en cada momento. Determinar cuáles son los sacrificios necesarios, y cómo deben ser afrontados, aunque a veces parece que determinadas personas tienen una intuición o instinto fuera de lo común. Pero dudo de la posibilidad de liderar sin conocimiento.

Numerosos estudios han demostrado que esa visión de las cosas que conduce a adoptar la decisión más adecuada, son atributos que se nutren de las experiencias vitales y de la formación de cada individuo. El conocimiento profundo de la realidad, tanto de lo ocurrido como de lo que ocurre, es un elemento que conforma el bagaje del auténtico líder. 

Hoy en día, la obtención de ese conocimiento difícilmente puede hacerse de forma individual,  por lo que es indispensable para nuestro líder ideal, rodearse de los mejores en cada campo. Y aún más necesario, contar con la humildad suficiente para dejarse aconsejar y aceptar las críticas, rectificar y asumir los errores.

Hay distintos momentos que exigen distintos tipos de liderazgo. No es lo mismo presidir un gobierno que capitanear un equipo deportivo. Pero las cualidades esenciales son comunes, y algunas de ellas se reconocen de forma similar en personajes tan distintos como el Cid y el presidente Zelenski: coraje, vocación de servicio, autenticidad. Algo tan sencillo y difícil a la vez. Levantarse el primero y acostarse el último; como hacían nuestros padres.

Contamos con las generaciones más preparadas de la historia, expertos de cualquier materia disponibles de forma inmediata., con la mayor información -quizá no siempre con la mejor-, con la técnica más avanzada y las comunicaciones más rápidas.

Sin duda todo ello debe ayudarnos a afrontar algunas circunstancias a las que nos enfrentamos -la guerra, la crisis energética, la inflación desbocada- con más y mejores conocimientos que los que tenían nuestros antepasados cuando tuvieron que hacer frente a otras crisis y conflictos bélicos.

Pero no olvidemos algo que ellos tenían claro: No dejemos el timón a quien no sabe usar el remo.

Publicado en El Diario Vasco

Resumen

Para ser un líder no basta con ser el que más títulos acumula, estudiar mucho, el que mayor éxito atesora en proyectos empresariales o más triunfos deportivos ostenta. La verdadera confianza sólo nace de la autenticidad y del verdadero ejemplo; nadie puede fingir o impostar lo que no es durante mucho tiempo. El líder tiene vocación de servicio, toma decisiones basadas en principios éticos, y es el primero que actúa conforme a ellas.

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