En los momentos tan complicados que nos está tocando gestionar, es habitual que la preocupación por la liquidez no solo inmediata sino en el medio plazo sea uno de los quebraderos de cabeza más importantes de los gestores de las empresas. La realidad es que más de 140.000 millones de euros han entrado en el sistema desde mediados de 2020 gracias al apoyo público. Es posible encontrar financiadores no tradicionales dispuestos a inyectar tesorería a unos precios más elevados que los ofrecidos por la banca o la financiación pública. Estas fuentes alternativas están esperando su momento. Este momento posiblemente llegará cuando se siga precisando liquidez y la corriente de soporte público haya cesado sin que la banca tradicional no se encuentre en situación de incrementar su riesgo y sea entonces cuando haya que recurrir a ellos.
En condiciones normales, las tensiones de tesorería son un síntoma, como la fiebre, un indicador que señala que algo no funciona correctamente. Ese algo puede ser desde falta de rentabilidad en nuestra operativa, presión para poder atender la carga de la deuda, desajustes entre los plazos de cobro y pago o, como nos ocurre ahora, todo lo anterior. Conjuntamente con factores extraordinarios propios de la post-pandemia y los que nos asaltan por la crisis derivada de la invasión de Ucrania. Por tanto, el carácter de “indicador de que algo va mal” de la tesorería se pierde cuando estamos en situaciones extraordinarias como estas. Los problemas pueden no ser totalmente atribuibles al negocio. Podemos bajar la fiebre con agua fría, pero no la podemos suprimir sin que finalice la infección que la origina, tal y como pasó en su momento con la pandemia.
Es también relevante señalar que los problemas de tesorería afectan de forma más drástica al middle market y a las PYMEs que a las grandes empresas, dado que suelen tener una estructura de financiación más endeble. No olvidemos la foto de cómo es la estructura empresarial en nuestro país. Las PYMEs pesan por encima de un 60% en nuestra economía y representan el 75% del empleo. Cierto es que Italia nos supera y en países como Portugal e Irlanda tienen peso similar, pero estamos lejos de los países que lideran las economías de la UE. Determinadas geografías en España, como es el caso del País Vasco, han demostrado que tienen empresas con un modelo de negocio y una estructura financiera robusta. Incluso en sectores tan afectados por estas dos crisis como son la logística y más en particular el transporte por carretera, hemos podido desde EY confirmar la calidad de la gestión de la liquidez, la apreciación de la importancia del cash y la posición consolidada en mercado de las compañías. Todo ello las hace más resistentes y las permiten capear circunstancias complicadas de mejor manera. Es destacable incluso ver como algunas de las compañías que han conseguido financiación con apoyo ICO, han tenido la anticipación e inteligencia de guardar caja y ahorrar en la medida de lo posible para no comprometer la liquidez futura si la crisis se prolongaba o si se complicaba la situación con una nueva como así ha sido.
Más que nunca “cash is king”. La razón de ello no es que tengamos que afrontar falta de liquidez en el corto plazo, sino la necesidad de generar un exceso de liquidez que en el tiempo nos permita no solo desarrollar nuestros planes de negocio sino también ahorrar para afrontar nuestro sobreendeudamiento.
Decía el político hindú Nehru “Las crisis, cuando ocurren, tienen al menos la ventaja de que nos obligan a pensar” y así es… Para poder afrontar la salida de la pandemia y sobrellevar los impactos en nuestro negocio de la nueva tormenta geopolítica, solo cabe “exprimir” nuestros propios recursos. No hay fuente más adecuada de financiación que la que genera nuestra propia actividad y usar cada euro de la forma adecuada empleando recursos en saber cuándo dispondremos de él es clave.
Como conclusión, es evidente que son muchos los factores que impactan en la correcta gestión de la tesorería hoy en día… Es casi una prueba de malabarismo y tener éxito se vuelve mucho más complejo de lo que era. No obstante, tenemos que ser realistas y prácticos. Hagamos bien lo que depende de nosotros y seamos excelentes en ello. Crear un esquema interno de información sólido, estructurado y con calidad tanto en prever lo que tiene que llegar como en explicar las diferencias respecto a lo previsto, es algo que debe considerarse como una obligación para un financiero responsable. Me permito parafrasear a Pierre de Ronsard: “El que sabe conocerse a sí mismo es dueño de sí”. Trabajemos en interno y en externo y tengamos claro en nuestra estrategia que el cash management es siempre clave pero que en estos tiempos lo es incluso más.
Publicado en El Diarios Vasco