Se considera el cambio climático como “uno de los retos más importantes de nuestro tiempo" e identifica tres actores clave para este reto: el sector público, el sector empresarial y el sistema financiero
El pasado 25 de septiembre se publicó el Libro Verde sobre Finanzas Sostenibles, el esperado plan de acción sobre cómo percibe la Administración la hoja de ruta para el sector financiero en apoyo a la transición ecológica y que está ahora abierto a consulta.
El documento, liderado por la Secretaría General del Tesoro y Financiación Internacional, del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, parte de considerar el cambio climático como “uno de los retos más importantes de nuestro tiempo […] que exige una actuación inmediata para evitar el coste inasumible de una transición desordenada”. Identifica tres actores clave para este reto: el sector público, el sector empresarial y el sistema financiero.
El análisis culmina con la propuesta de tres grandes líneas de acción. Primero, promover la adaptación del sector financiero y empresarial. Incluye un “sandbox” en el que, por ejemplo, las entidades financieras propongan metodologías de análisis de riesgos climáticos o identifiquen lagunas de datos. Propone también un repositorio de conocimiento y mejores prácticas para la divulgación de información de sostenibilidad y la elaboración de unas sectoriales que ayuden a las PYMES en su transición, considerando su posición en la cadena de valor de grandes empresas.
Segundo, orientar el ahorro y la inversión hacia la sostenibilidad, donde se prevé: un impulso hacia productos verdes -aquellos que ofrecen mejores condiciones financieras a empresas con progresos probados en sostenibilidad-, el desarrollo de una lista positiva de proyectos elegibles para la “línea ICO-verde” (dotada con 22.000 M€ del Plan de Recuperación y Resiliencia), la continuación del programa de bonos verdes del Tesoro e incluir las finanzas sostenibles en los programas de educación financiera.
Por último, promover la colaboración público-privada, a través de la creación del “Consejo de Finanzas Sostenibles” que reúna a administraciones, supervisores y sector privado.
En una primera valoración, el Libro Verde supone un esfuerzo positivo por parte de la Administración por explicitar el rol del sector financiero. El punto de partida es que la transición a una economía más sostenible es un esfuerzo de la sociedad en su conjunto donde cada actor aporta desde su posición y, por tanto, es esencial diferenciar los roles de cada uno. El sector público debería aportar liderazgo, marco de acción e incentivos. La economía no financiera afronta el reto de la transición hacia actividades sostenibles. Y el sector financiero tiene un rol de acompañamiento vía financiación, para el que llega bien preparado tras un intenso esfuerzo en los últimos años por internalizar la sostenibilidad. El Consejo de Finanzas Sostenibles, con representación pública y privada, es un paso importante para la coordinación y el diálogo, siendo fundamental que en él tengan presencia todos los actores relevantes, puesto que hay temas que transcienden al sector financiero. Entre ellos, la visión sobre la transición de los sectores -que debería ser definida por el sector público- o el rol de interlocutor frente a PYMES que debería ser, al menos, compartido con la industria y el sector público.
Segundo, existe un foco muy positivo en armonizar prácticas, como el “sandbox”, el repositorio o la lista positiva para la “línea ICO-verde”, que puede ser un buen ejemplo de cómo avanzar para facilitar el análisis sobre qué actividades se consideran “verdes” y/o que “contribuyen a la transición”.
Además, la aportación que pueda realizar el sector financiero debe ponerse siempre en relación con su doble naturaleza: por un lado, impacta en la realidad con su financiación y puede ser un actor importante en la transición; pero, por otro, es un reflejo de la realidad, ya que sus acreditados o asegurados son los actores de la economía real. No se puede dejar sin financiación a una parte importante de la economía, aunque no sea verde (por ejemplo, hipotecas para casas de baja eficiencia energética, habitualmente asociadas a compradores de menor renta, o aseguramiento a coches de circulación legalmente permitida pero contaminantes). El avance del sector financiero está necesariamente ligado al del no financiero.
Relacionado con esto, la transición es una zona esencialmente gris (ni llega a ser “verde” ni completamente “marrón”). Por tanto, los esfuerzos de apoyo a la misma no pueden medirse exclusivamente con ratios que solo consideran lo que ya es verde (por ejemplo, la “Ratio de Activos Verdes”). Existe un riesgo de fatiga o de descreimiento si en las métricas de seguimiento del progreso de las finanzas sostenibles no se recogen estos esfuerzos de transición. Si el reto y el objetivo es la transición, debemos medir e incentivar esa transición.
Por último, como conclusión y dada la coincidencia temporal con el informe Draghi por la competitividad en la UE, es relevante señalar que en éste se incluye la descarbonización como un pilar para la competitividad. Pero también se señala que si las políticas no se coordinan adecuadamente existe el riesgo de que la descarbonización produzca el efecto contrario. Para evitarlo es necesario un esfuerzo coordinado, ordenado y conjunto, cada uno desde su rol. El Libro Verde es un hito importante para poner orden en ese camino.
Publicado en Expansión