Que el Reino Unido ha ido siempre por delante del resto del mundo en materia de RSC y Sostenibilidad, es un hecho bastante incontestable.
No hay más que echar un vistazo a la historia para darse cuenta. Ya en 1982, cuando empezaba a hablarse de los procesos de privatización de las empresas públicas, se creó Business In the Community (BITC) una institución dirigida a desarrollar proyectos sociales que pudieran dar respuesta a los posibles efectos negativos de estos procesos. En 1988, un pensador inglés, John Elkington, consagró la figura de la “triple cuenta de resultados” (Económica, Social y Ambiental) en su libro Cannibals with forks: The triple bottom line of 21st century en business.
En 2006, aprobarían la “Companies Act ” que, en su artículo 172, establecía entre los deberes de los directores de las empresas “promover el beneficio de sus miembros como un todo”; “tener en cuenta posibles consecuencias de cualquiera de sus decisiones en el largo plazo”; “velar por los intereses de los empleados e impulsar las relaciones de la empresa con proveedores, clientes y otros”; y tener en cuenta “el impacto de las operaciones de la compañía en la comunidad y el medioambiente”.
En 2013, lanzarían el “Social Stock Exchange” (SSE), algo así como el mercado de valores de las empresas con impacto social, en el que, aunque no se buscaba la negociación de títulos, sí ofrecía un directorio de empresas que habían pasado una "prueba de impacto social" o un lugar de encuentro para los inversores de impacto. Y, para cerrar el círculo, en 2014 aprobaba la Modern Slavery Act, una ley pionera que buscaba garantizar los derechos humanos en la cadena de suministro.
Con esta historia a cuestas, no es de extrañar que el Departamento del Tesoro del Reino Unido (a través del Departamento de Estrategia de Empresa, Energía e Industria) haya lanzado una hoja de ruta de 2021 a 2015 para obligar a determinadas empresas e instituciones financieras a reportar en su informe anual financiero si dan respuesta a las recomendaciones TCFD sobre divulgación de información financiera relacionada con el clima para ejercicios iniciados a partir del 1 de enero de 2021 o, en su caso, a justificar el motivo por el que puedan no estar divulgando dicha información en ningún informe público o por el que puedan incluir dicha información en otro documento. Esto no es más que una muestra de que la presión porque las empresas sean más transparentes sobre su exposición a los riesgos vinculados con el clima y sobre la gestión que están llevando a cabo para que su modelo de negocio sea más resiliente a largo plazo es cada vez mayor.
Conviene recordar que las recomendaciones TCFD surgen como un marco sobre el que construir un discurso en relación a la integración de los riesgos climáticos en la gestión de las compañías, y a la capacidad de las compañías de adaptarse a nuevas condiciones relacionadas con el clima (físicas, políticas, regulatorias, tecnológicas, de mercado, sociales, etc.). Es por ello que un tratamiento independiente de la información vinculada con los riesgos climáticos no parece ser la mejor manera de demostrar la forma en que éstos se han integrado en el funcionamiento de las organizaciones (en relación a los cuatro pilares de Estrategia, Gobierno, Gestión de Riesgos y Métricas y objetivos).
Por ello, desde EY Reino Unido, en el documento “Towards TCFD compliance; Observations on reporting trends (May 2021)” se han analizado los informes anuales de más de 100 compañías FTSE 100 y FTSE 250. Y las principales conclusiones a las que se ha llegado en relación con la divulgación de información financiera relacionada con el clima, son las siguientes:
- Alrededor del 25% de las compañías cubren de forma significativa los cuatro pilares de las recomendaciones TCFD (Estrategia, Gobierno, Gestión de Riesgos y Métricas y objetivos)
- Alrededor de la mitad de las compañías han reportado información relativa a todas o casi todas de las 11 recomendaciones TCFD en sus informes financieros anuales o informes de sostenibilidad
- Algunas compañías limitan la información incluida en los informes financieros anuales a una tabla con las referencias a las recomendaciones a las que se da respuesta en informes adicionales de sostenibilidad/ESG o informes específicos para CDP. Algunas compañías elaboran informes específicos sobre cambio climático o TCFD.
- Muchas compañías incluyen en sus informes financieros un apartado sobre TCFD describiendo el impacto del cambio climático en aspectos vinculados a los cuatro pilares antes mencionados
- Algunas compañías optan por un enfoque más integrador, incluyendo un apartado específico sobre TCFD incluyendo referencias a otros apartados del informe financiero que incluye nueva información vinculada a sus recomendaciones (habitualmente hacen referencia a información de gobierno reportada en los informes correspondientes a las comisiones de sostenibilidad y la información relativa a los riesgos incorporada en la descripción del modelo de gestión de riesgos corporativos.
- Determinadas compañías incluyen una hoja de ruta u otro formato similar para informar sobre los avances logrados y las prioridades establecidas para los siguientes ejercicios. Esta información será especialmente relevante para las compañías que puedan estar obligadas a divulgar esta información en el futuro.
- Algunas compañías hacen referencia al cambio climático en sus estudios de viabilidad, aunque no es una práctica habitual.
- Muy pocas compañías trasladan los resultados del análisis de riesgos climáticos al reporte financiero (lo que constituye la finalidad de las recomendaciones TCFD). Casi ninguna hace referencias a ello en sus cuentas anuales, aunque existe alguna excepción en la que se mencionan consideraciones vinculadas con el cambio climático en relación a las cuentas anuales.
Algunas compañías ya están mostrando una gestión más integrada, lo que tiene un impacto en la forma de divulgar la información, también más integrada. Este enfoque requiere de una mayor madurez por parte de las compañías y puede precisar del uso de una tabla de contenidos donde se incluyan las referencias a cada una de las recomendaciones TCFD para localizar cierta información clave de forma más rápida. Sin embargo, permitirá a los grupos de interés, y concretamente a los inversores, tener una visión más completa de la forma en que se están teniendo en cuenta consideraciones climáticas en la gestión de las compañías, lo que es especialmente relevante en los sectores más expuestos a este tipo de riesgos.
Estos resultados están en línea con los obtenidos en el III Global Climate Risk Disclosure Barometer de EY, de junio de 2021. La principal conclusión de este informe era sencilla: la cantidad de información aportada por las compañías sigue siendo mejor que la calidad de la misma (la variable “cobertura”, entendida como porcentaje de recomendaciones reportadas, ha sido valorada por encima, por tercer año consecutivo, de la variable “calidad”). Esto pone de manifiesto que el gran reto de las compañías no es sólo mejorar su divulgación de información, sino hacerlo en base a una gestión que integre en mayor medida la consideración de cuestiones vinculadas con el clima. Los mayores retos están relacionados con el análisis de escenarios climáticos y la evaluación y gestión de riesgos.
A través de este enlace podrás acceder al informe “Towards TCFD compliance; Observations on reporting trends”.