La pandemia del COVID-19 hará que factores como la flexibilidad sean clave a la hora de tomar decisiones en el largo plazo.
EY & ULI: Future of Work – A Global Real Estate Player’s Point of View es el primer informe global que analiza cuál será el impacto de la pandemia en el futuro del trabajo, en el sector inmobiliario y en las ciudades en los siguientes de tres a cinco años.
Este análisis llega en un momento crítico, en el que ese futuro se dibuja aún de manera un tanto incierta. Todos los actores, incluidos inversores, promotores, empleados, compañías y gobiernos, se encuentran centrados en acciones cortoplacistas que les ayuden a sobreponerse a los efectos de la pandemia. Mientras, al mismo tiempo tratan de descifrar cómo estos cambios afectarán en el largo plazo y cuál será el peso de factores como el teletrabajo, la sostenibilidad o la salud y bienestar de los trabajadores.
El informe recoge las opiniones y previsiones de negocio de más de 500 líderes encuestados a nivel global y aporta una perspectiva clave para entender cómo las personas y los negocios se adaptarán a la nueva realidad en el largo plazo, cuál será el papel a desempeñar por las oficinas físicas y cómo esto afectará a los edificios, localizaciones y ciudades en general, además de ahondar en el análisis del coste y la demanda.
La flexibilidad se convierte en un aspecto clave para las compañías, los empleados, las oficinas y, en definitiva, para el trabajo en su totalidad. Observamos nuevos enfoques centrados en la calidad de los espacios, no solo de las oficinas, sino también en las viviendas y demás ubicaciones donde los distintos profesionales puedan desarrollar su actividad. ¿Cómo podemos diseñar un ecosistema tan amplio respecto a localizaciones, que facilite la salud y el bienestar de los trabajadores, a la vez que fomente la productividad y sirva para retener el talento y comunicar nuestra cultura corporativa?
El futuro de las oficinas
La calidad dominará sobre la cantidad, con una demanda general que, en el mejor de los casos se mantendrá, o, en el escenario más probable, se reducirá. Sin embargo, la oficina física seguirá siendo el principal lugar donde desarrollar la actividad laboral y donde llevar a cabo la mayoría de interacciones con nuestros compañeros de trabajo. Por ello, los edificios deben fomentar la salud y el bienestar, la calidad de las instalaciones y los espacios flexibles. Las oficinas que no lo consigan, se arriesgarán a la obsolescencia, a una mayor desocupación y a una caída de su valor.