A grandes rasgos, haciendo una previsión de la evolución esperada para el sector, podríamos indicar que la construcción de infraestructuras se verá menos afectada por la crisis que las obras residenciales u otras edificaciones.
- Construcción de infraestructuras: peso de las ayudas que destine la UE para paliar los efectos de la crisis. Se siguen realizando obras ya iniciadas con inversión pública mientras se va recuperando el ritmo normal de actividad.
- Construcción residencial: parón temporal de actividad por el confinamiento y posterior puesta en marcha con las nuevas medidas de seguridad. Se finalizarán las obras ya empezadas a medida que vuelva la normalidad, pero hay gran incertidumbre respecto al futuro por las previsiones de reducción de demanda de obra nueva.
- Construcción no residencial: futuro incierto, con grandes caídas de la demanda esperadas, ligadas a posibles rebrotes de la epidemia y a las consecuentes medidas adoptadas por el Gobierno.
Teniendo en cuenta estos escenarios, el informe “El Día Después” analiza también los principales impactos del COVID-19 en el sector desde una triple perspectiva: operaciones, finanzas de las compañías y cambios en la estructura de mercado.
Impacto en operaciones
En el corto plazo, las consecuencias derivadas del parón de la actividad derivan en problemas con proveedores, retrasos o abandonos de obras, reclamaciones o resoluciones contractuales. Asimismo, el impacto en relación con el empleo ha sido muy relevante, habiéndose acogido muchas compañías del sector a la fórmula de los ERTEs.
De cara al futuro, aspectos como el Project Management cobrarán relevancia, la construcción de infraestructuras contará con inversiones relevantes en distintas áreas geográficas, habrá una reducción de obras residenciales para la venta en favor de obras de reforma o fit-outs y se producirán reformas de espacios logísticos y comerciales en la construcción por el auge del ecommerce.
Impacto financiero en las compañías
A nivel general, la crisis ha traído consigo desinversiones en activos no estratégicos y grandes dificultades para hacer frente a los pagos a proveedores, lo que en ocasiones ha derivado en impagos, concursos de acreedores o incluso liquidaciones en el ámbito de la construcción residencial.
En el largo plazo, los pagos al contado o a través de factorings o confirmings, junto con la colaboración público-privada, serán tendencias que se consolidarán, así como los esquemas de financiación para contratos llave en mano a clientes patrimonialistas en el plano residencial.
Cambios en la estructura de mercado
Las previsiones más inmediatas indican una posible disminución de la productividad derivada de las fuertes medidas de higiene para la protección de los trabajadores, menos importación en favor del producto nacional y la desaparición de muchas pequeñas compañías dedicadas a la construcción residencial.
Más adelante, se prevé un aumento de las obras públicas y de clientes patrimonialistas y menos obra residencial, así como una reducción de empresas solventes con mayor concentración en el sector y cadenas de suministro más regionales.