Análisis: El almacenamiento en baterías, la promesa para solucionar los retos de las renovables con la red
El sector mundial de las energías renovables se encuentra en un momento álgido, impulsado por una inversión récord de 1,8 billones de dólares en energías limpias en 2023 que supuso el mayor aumento absoluto de la historia en nueva capacidad: 507 GW, dos tercios de ellos solares. Sin embargo, este aumento de la inversión supone multiplicar por 2,5 veces la capacidad mundial de energías renovables para 2030, lo cual sigue estando lejos del objetivo de la COP28 de triplicar la capacidad de energías renovables para esa fecha.
Tras años de falta de inversión en infraestructuras, la paralización de la red ha alcanzado niveles preocupantes en muchos países, por lo que ahora urge más que nunca invertir en la mejora y ampliación de la red. Solo en Europa, la inversión anual en redes de distribución debe duplicarse hasta alcanzar los 67.000 millones de euros hasta 2050. Los proyectos bloqueados están inmovilizando dinero, lo que agrava un mercado ya de por sí tenso en el que los inversores se enfrentan a costes mucho más elevados.
Por otra parte, la rápida electrificación, sobre todo del transporte y la calefacción, supondrá que la electricidad representará la mayor parte de toda la demanda energética en 2050, superando al gas y otros combustibles fósiles, y alcanzará hasta el 60% en Europa (frente al 20% actual).
Para que el suministro sea estable, se necesita una red eléctrica fiable y resistente y el despliegue de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS) a gran escala puede ayudar resolver diversos retos del sistema y la red. En concreto, los BESS pueden desacoplar el consumo de la generación, reducir el intercambio innecesario de energía con la red de distribución y realizar funciones de apoyo a la red eléctrica. La demanda de BESS está creciendo rápidamente, con una previsión de despliegue que se cuadruplicará hasta alcanzar los 572GW/1.848GWh en 2030.
El interés de los inversores también ha aumentado, pero es un mercado complejo. Las inversiones en BESS suponen un compromiso a largo plazo (los proyectos suelen durar 20 años o más con las baterías actualizadas), están muy localizadas y conllevan más riesgos que otras inversiones en energías limpias. El reto para los inversores exige comprender las particularidades regionales, el diseño del mercado eléctrico, la tecnología y la financiación, así como aceptar la volatilidad del sistema.