El próximo 30 de abril hará un año que el Reino de España remitió formalmente a las autoridades comunitarias nuestro “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”.
Un año después de su remisión, el éxito que supone la propia puesta en marcha del Plan de Recuperación, el desembolso de 19.000 millones a las arcas públicas españolas desde la Comisión Europea o el cumplimiento de los primeros hitos y objetivos comprometidos, conviven con un lento proceso de llegada efectiva de los fondos a la economía real, dudas en torno a la eficacia y eficiencia de algunas de las inversiones financiadas, así como cierta incertidumbre y cautela alrededor de algunas de las reformas que se van materializando. Y, en ese contexto, las consecuencias económicas de la invasión rusa en Ucrania y el repunte extraordinario de la inflación amenazan nuevamente la recuperación.
Tras el importante avance que ha supuesto el comienzo del despliegue del Plan español, el primero en recibir la prefinanciación y el primer desembolso a nivel europeo, estamos a tiempo de reforzar ese impulso inicial, corregir los defectos y potenciar las virtudes detectadas en este primer año de ejecución de Mecanismo de Recuperación, para conseguir impulsar la transformación de nuestra economía, al tiempo que contribuir al proceso de integración política y fiscal europeo. La adenda al Plan anunciada por el Gobierno y, actualmente, en elaboración para incorporar los 80.000 millones de euros de préstamos todavía no solicitados, así como la incorporación de unos 4.000 millones adicionales en concepto de transferencias, debido al peor comportamiento de nuestro PIB en 2021 frente a lo previsto inicialmente (lo que elevará el Plan español hasta los 154.000 millones de euros), podrían ser una extraordinaria oportunidad para ello.
Aparte de actualizar y ampliar el Plan priorizando y reforzando las actuaciones orientadas a reducir la dependencia energética e impulsando reformas por el lado de la oferta, lo que contribuirá a mitigar el impacto del shock provocado por la invasión rusa en Ucrania, estamos a tiempo de dar un nuevo y definitivo impulso a nuestro “Plan de País”. A tiempo de reforzar los consensos políticos, sociales y territoriales en torno a la definición, ejecución y seguimiento del Plan; ampliar la ambición de las reformas comprometidas y su alineamiento con las recomendaciones del semestre europeo; reforzar los mecanismos de diálogo y corresponsabilidad entre los diferentes niveles de Administración; seguir acelerando la digitalización de los procedimientos administrativos requeridos para la ejecución de inversiones; maximizar el uso de incentivos fiscales como vía de canalización de los fondos; o, incorporar otros grandes proyectos de inversión en capital humano con alta capacidad de absorción de fondos vinculados a reformas estructurales (bono complemento salarial formación y aprendizaje, ayudas empresariales a la financiación de cuentas individuales de capitalización que impulsen la movilidad laboral, o el impulso de una plataforma nacional de perfilado, reskilling/upskilling e intermediación laboral, por ejemplo). A tiempo de ampliar la participación del sistema financiero en la canalización de los fondos y reforzar los mecanismos de transparencia, difusión de la información y comunicación de resultados, entre otras medidas.
Es un gran reto, pero no podemos dejar pasar esta extraordinaria oportunidad que nos ofrece de nuevo el proyecto de integración europeo, en esta ocasión, a través de NextGenerationEU. Este aniversario que celebramos nos debe comprometer a dar un nuevo y definitivo impulso a nuestro “Plan de País”.