La movilidad lleva varios años en proceso de transformación y la pandemia de la COVID-19 la ha acelerado.
La moto y los vehículos ligeros en general han ganado peso en el mix del tráfico, especialmente en las ciudades. Esta nueva realidad responde a tres factores fundamentales: la sostenibilidad ambiental del transporte, la importancia de la descongestión en el ámbito urbano y la eficiencia económica.
Los vehículos ligeros presentan un bajo impacto para el medio ambiente: el aumento de su uso contribuye a la reducción de emisiones y son extremadamente eficientes a nivel energético. Además, el bajo coste de sus modelos eléctricos las sitúa como una puerta de entrada a la electromovilidad para los ciudadanos. Muchos de estos vehículos cuentan con baterías extraíbles y pueden recargarse en enchufes convencionales, reduciendo las necesidades de infraestructuras.
Paralelamente, las motos convencionales han rebajado en más de un 90% sus emisiones en los principales indicadores en lo que llevamos de siglo. Nada tiene que ver una motocicleta Euro5 actual con una fabricada hace 20 años. Son mucho más eficientes y en solución óptima. La antigüedad media del parque de motos en España es actualmente de 15,4 años. Si conseguimos rebajarla, y crece el uso de la moto, esto supondrá una reducción de emisiones significativa acorde con la demanda social.
Las motos son vehículos que favorecen la descongestión del tráfico por sus reducidas dimensiones y su capacidad de filtrarse en el tráfico. Esto supone una reducción de los tiempos de desplazamiento que contribuye a la conciliación de la vida laboral y personal de los ciudadanos.
Hoy en día la movilidad es multimodal y multipropósito y en ese marco, el uso de los vehículos ligeros crece en el ámbito profesional. La moto es un elemento indispensable para el desarrollo del comercio electrónico, y muy especialmente en el transporte de última milla. Los hábitos de consumo crecen en esta senda y, con ellos, el número de trabajadores que desempeñan su trabajo diario subidos a un vehículo de dos ruedas.
En el plano económico, los vehículos ligeros presentan de forma general bajos costes tanto en la adquisición como en el mantenimiento. Un factor clave en el momento de crisis actual que, a diferencia de crisis pasadas, no solo afecta a la economía. También a la salud. En este sentido, estos vehículos permiten mantener la distancia social y garantizan la seguridad en el transporte.
Los últimos meses nos han demostrado que la sociedad reconoce las ventajas de la moto y los vehículos ligeros. Cada vez más ciudadanos utilizan vehículos de estas características. Acorde con esto, es necesario que la planificación municipal y la de las empresas cuenten con los vehículos ligeros en sus planes específicos de movilidad.
Las políticas de pacificación del transporte que está llevando a cabo la administración, unidas a las estrategias del Acuerdo Verde europeo, nos sitúan en el vértice de un cambio aún más profundo en la movilidad. Conseguir alcanzar los objetivos de descarbonización, unido a la reducción de la siniestralidad derivada de desplazarnos a velocidades más bajas, permitirá que el transporte sea definitivamente sostenible.
En ANESDOR creemos que la mejor manera de lograr estos hitos es que los usuarios empleen el tipo de vehículo más adecuado para el tipo de desplazamiento que vayan a realizar. La moto y los vehículos ligeros cubren amplios rangos de distancia de forma efectiva y son una de las principales opciones que tienen a su disposición los ciudadanos.