Otra manera de mirar la cultura
La economía de impacto, aquella que busca el crecimiento y el desarrollo económico al mismo tiempo que busca la resolución de problemas sociales y medioambientales, ha llegado para quedarse. También al mundo de la cultura y, en concreto, al campo de las Artes Escénicas y la Música Clásica. En este nuevo paradigma, las entidades culturales tienen la oportunidad de ser atractivas ante los inversores de impacto, pero también para los patrocinadores y mecenas comprometidos, cada vez más habituales, para impulsar sus proyectos desde una perspectiva social, económica y sostenible.
Para apreciar la dimensión del potencial de la cultura para generar valor, cabe recordar que solo si hablamos de términos económicos, el sector supuso el 2,4% del PIB y del 3,5% del empleo en 2019. Además, las Artes Escénicas y la Música Clásica tiene un notable impacto social, que el informe sintetiza en cinco áreas concretas: mejora de la calidad de la educación; mejora de la empleabilidad; mejora del bienestar y calidad de vida; mejora de la inclusividad y sostenibilidad de la sociedad y mejora de la felicidad personal de los ciudadanos, impactando positivamente en la facilidad en el ámbito laboral.
Teniendo en cuenta el potencial, la capacidad de genera valor y el contexto económico y social en el que estamos, se puede afirmar que el sector de las Artes Escénicas y la Música Clásica se encuentra en una “fase del despertar” en cuanto a interés del sector empresarial por acercar sus inversiones, especialmente de impacto. Se puede identificar una suerte de camino evolutivo similar al que vivieron con anterioridad los sectores de la sanidad y la educación, una vez abiertos a la colaboración público-privada.
Por ello, es importante afianzar un esquema de colaboración triangular entre inversores, mecenas-patrocinadores y entidades culturales que genere un círculo virtuoso de crecimiento e impacto, todo ello con el apoyo y la colaboración del sector público. A partir de esta dinámica, es posible atraer inversiones de impacto con estrategias como la integración vertical del sector con la educación, la consolidación de pequeños players o el impulso de formatos innovadores que incorporen la experiencia.
Además de fondos procedentes de inversores, las entidades también pueden impulsar sus proyectos de manera sostenible a partir de fondos procedentes de mecenas, patrocinadores y organizaciones comprometidas que están dispuestas a colaborar si las iniciativas tienen impacto social. En este sentido, el informe identifica algunas vías de colaboración que genera el sector, especialmente en ámbitos como la salud, la educación, la empleabilidad, la inclusión o el patrimonio cultural.
La importancia de la adaptación de las entidades culturales
En todo caso y aunque el entorno es propicio para que inversores, patrocinadores y mecenas fijen su interés en el mundo de la cultura, es fundamental que también las instituciones culturales se transformen y respondan de manera proactiva. En un escenario en donde la transparencia y la rendición de cuentas es clave, cobra relevancia la medición del impacto de cada uno de los proyectos.
En este sentido, todo lo relacionado con el reporting, tanto financiero como no financiero (Impact Management Project, ODS, IRIS+ de GIIN, etc.) se revela como un elemento clave para atraer y mantener la inversión. Solo si hay una verdadera rendición de cuentas y se aprecian los avances será posible impulsar iniciativas sostenibles y generadoras de valor, que permitan a las entidades culturales captar más inversiones para sus proyectos.
Al mismo tiempo, el informe plantea recomendaciones para que las entidades culturales activen su potencial, como la diversificación de fuentes de financiación; la formación de sus profesionales en áreas de gestión; la innovación o la elaboración de planes estratégicos, entre otras. Estas recomendaciones son un elemento clave para la diferenciación de las entidades culturales en su relación con el ámbito público-privado.
En definitiva, el trabajo pone de manifiesto que hemos entrado en una nueva etapa en la que la economía de impacto ya está presente, además analiza el potencial de las Artes Escénicas y la Música Clásica para atraer inversión y cierra el círculo aportando recomendaciones para abordar la transformación de las entidades culturales. Todo ello con la mirada puesta en la creación de valor social a partir de la cultura, un valor que solo será sostenible si es escalable y para todos.