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¿Qué nos espera en 2025?

La reconfiguración de la agenda geoestratégica y de seguridad, la inversión en transición energética y digital, la gestión del envejecimiento y del impacto social de las transformaciones en curso, el superciclo electoral a nivel mundial y el juego de alianzas en unas Cortes renovadas y fragmentadas, han marcado la coyuntura económica, política y social de España en 2024

Iniciamos el año una vez más analizando las principales tendencias que enfrentará nuestro entorno económico-empresarial durante los próximos 12 meses. 

España 2025. Un año por delante

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La búsqueda de la autonomía estratégica, especialmente de bienes críticos para las transiciones energética y digital, el despliegue paulatino de las potencialidades de la Inteligencia Artificial Generativa, el avance en la descarbonización y garantía de suministro energético y una adecuada gestión de la diversidad de origen, género y edad en el contexto de transición demográfica constituirán las macrotendencias en un año 2025 marcado por un crecimiento económico desigual a nivel mundial, sectorial y por componentes. Todo ello en pleno cambio de ciclo en la política monetaria y fiscal, que pondrá a prueba el cumplimiento de las promesas del ejercicio anterior marcadamente electoral.

Desde la perspectiva geoestratégica los gobiernos continuarán expandiendo el proteccionismo comercial y las políticas industriales para promover la soberanía económica. Estas políticas, en la mayoría de los casos, estarán dirigidas a productos y sectores que se consideran críticos para la seguridad nacional y la competitividad internacional. Las tecnologías requeridas para la transición digital y climática probablemente encabezarán esa lista en 2025. Un complejo escenario geopolítico que, además de generar incertidumbre, volatilidad y falta de visibilidad sobre la futura senda de crecimiento, parece erosionar los principios del liberalismo económico, que fueron clave en el progreso de las economías avanzadas y emergentes. Las oportunidades que puedan suponer los procesos de nearshoring o friendshoring a la economía española por su posición en el mundo, aun relevante posición competitiva, y ser considerado como aliado fiable para grandes mercados, podrían ser eclipsadas por el impacto negativo del proteccionismo y el impulso de presiones inflacionistas.

Todo ello en un contexto en el que operan otras grandes megatendencias, como la transformación digital, la transición energética o el envejecimiento demográfico.

Por lo que respecta a la transformación digital, la revolución de la inteligencia artificial generativa (GenAI) continuará, aumentando el PIB global en 1,7 billones de dólares, elevándolo hasta los 3,4 en la próxima década y afectando significativamente a más de la mitad de la fuerza laboral global. Sin embargo, los riesgos y desafíos de la GenAI podrían manifestarse de varias maneras, como el aumento de la desigualdad de ingresos, el aumento de la concentración del mercado y el aumento de las disparidades mundiales. Se trata de retos importantes que deberán abordarse adecuadamente para aprovechar el potencial de la IA generativa de forma inclusiva para los hogares, las empresas y las economías de todo el mundo. En este contexto, España se encuentra por encima de la media de la UE en competencias digitales salvo en el porcentual de especialistas en TIC en el que nos encontramos ligeramente por debajo (4,4% frente al 4,8%). Pero necesitamos 1,5 millones de especialistas TIC para incorporar a empresas y administración; todo un reto para universidades, centros de formación, y conjunto de la sociedad, que requerirá un aumento de vocaciones STEM. Alcanzar los objetivos del Plan de la Década Digital requerirá la colaboración de todos: empresas, administraciones públicas y ciudadanos. Solo a través de un esfuerzo conjunto podremos garantizar que los avances tecnológicos no amplíen las desigualdades, sino que sean una fuente igualitaria de nuevas oportunidades.  

En materia de transición energética y medioambiental, después de que la Tierra experimentara en julio de 2024 las temperaturas más elevadas registradas en la historia, los impactos del cambio climático persistirán en 2025 siendo prioritario seguir trabajando por contenerlos. A su vez, en un contexto geopolítico tan cambiante, más allá de salvaguardar los riesgos clásicos del aprovisionamiento de gas y petróleo, en 2025 será esencial anticipar los riesgos que pueden afectar al sector de la electricidad, ciberseguridad y protección de infraestructuras críticas, y asegurar cadenas solidas de suministro de los minerales críticos necesarios para la transición energética.

Mientras tanto, el mundo seguirá avanzando hacia una transición demográfica. Los mayores de 50 años supondrán más de una cuarta parte de la población mundial por primera vez en 2025, y se proyecta que su proporción continúe creciendo en los próximos años. En España el crecimiento del empleo seguirá nutriéndose preferentemente de la población extranjera, aunque menos que durante el año que termina, que creció hasta 8 veces más que la nacional. En este contexto gestionar la diversidad exigirá a la empresa cambios profundos en la constitución, gestión y retribución de los distintos equipos, asegurando que la empresa cuenta con el mejor talento independientemente de su origen, sus circunstancias personales, género o edad.

Más allá de las megatendencias estructurales, en el terreno de la coyuntura económica, se espera que la economía global tenga un crecimiento del PIB constante pero decepcionante en 2025, con trayectorias económicas divergentes, destacando a la cabeza el crecimiento de España.

En este contexto, los últimos datos sobre la actividad económica del área del euro (UEM) son positivos, y parecen confirmar un escenario de recuperación económica suave en el medio plazo impulsada por el consumo. Una recuperación heterogénea por sectores de actividad –intensa en servicios, mientras las manufacturas muestran una debilidad persistente−, por países –pobre desempeño en Alemania, que contrasta con el dinamismo en España− y por componentes, destacando la atonía de la inversión empresarial. De acuerdo con las proyecciones más recientes se estima que el crecimiento del PIB real de la UEM se podría situar entre el 1% y el 1,5% en 2025. Un escenario que se enfrenta a múltiples retos en el futuro próximo, como la baja productividad, el envejecimiento de la población, o la resiliencia social, y otros nuevos, como las transiciones climática y digital, o los cambios geopolíticos. Retos para los que los informes Draghi y Letta plantean ambiciosas recetas, cuya aplicación práctica requiere de visión de largo plazo y cooperación entre los Estados miembros para priorizar los intereses comunes frente a los nacionales, y avanzar en una mayor unidad de mercado y en la creación de una regulación competitiva común. De ello despenderá el crecimiento y el progreso del proyecto europeo.

Por lo que respecta a la economía española, llega a 2025 batiendo un récord de crecimiento, tras anotar en el tercer trimestre del año que acabamos de terminar el mayor avance del PIB de la Unión Europea: un 3,4% en términos interanuales, casi cuatro veces más que la media europea. Las cifras macroeconómicas, muy influidas por el dinamismo del consumo público, que iluminan las perspectivas en el corto plazo, sin que aparezcan los desequilibrios que en otras épocas nos abocaron a una crisis. Tras crecer un 3% en 2024, el consenso de analistas sitúa el crecimiento del PIB español para 2025 en un dinámico 2,3%. Sin embargo, la brecha entre los resultados macroeconómicos y la percepción ciudadana es sintomática de lagunas en nuestro modelo productivo, caracterizado por el escaso crecimiento de la productividad. Entre tanto, durante los últimos cinco años, la renta per cápita apenas ha avanzado un 1,4%, casi cinco veces menos que el PIB, evidenciando la necesidad de elevar el rendimiento social de nuestro crecimiento económico. Lo cual, en adelante habrá que conseguirlo con menos apoyo presupuestario.

Todo un reto para una economía con un tejido productivo que en 2025 seguirá centrando sus estrategias empresariales en digitalizar sus procesos, muy especialmente a través de los extraordinarios avances de la Inteligencia Artificial Generativa, avanzar en la innovación de sus productos y servicios, evolucionar sus modelos de negocio, controlar sus costes energéticos, financieros y laborales, retener y atraer el talento y reforzar su digitalización, garantizar sus cadenas de suministro y logística impulsando la autonomía estratégica de nuestro tejido productivo, hacer frente a las ciberamenazas, al tiempo que aumentar su creciente compromiso empresarial con la sostenibilidad medioambiental y social. Grandes desafíos para el liderazgo empresarial.

Desafíos comunes que deberá afrontar todo el tejido productivo, a los que se suman otros dependiendo de sus respectivas prioridades sectoriales; abordar el freno al consumo y cambio de tendencias en el sector retail, las potencialidades de la inteligencia artificial en el sector de la moda, la innovación en la operatividad fiscal y financiera en el sector bancario, el acceso a mano de obra y la sostenibilidad y transformación digital del sector de la construcción, la autonomía estratégica y la descarbonización en el sector industrial, el impulso de la movilidad eléctrica en el sector de la automoción, la sostenibilidad del sistema de salud, la modernización y diversificación del sector del turismo, el aumento de especialización en los servicios profesionales, la mejora de la eficacia y eficiencia de las Administraciones Públicas, la innovación y emprendimiento en la empresa familiar, etc.

Como hemos comentado ya en anteriores ediciones de este anuario inmersas en este complejo período de policrisis, son precisamente estos contextos de incertidumbre tiempos de oportunidad donde se consolidan proyectos de éxito entre aquellas empresas que sean más eficientes y den una respuesta más acertada en su transformación a la nueva realidad.

Como dijo Churchill: 'Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, y un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad'. Preparémonos para las calamidades que sin duda nos llegarán y pongámonos manos a la obra para aprovechar todas las oportunidades que nos brinda este año 2025 que entra.

Publicado en Expansión.

Resumen

En 2024, España enfrentó una coyuntura marcada por la reconfiguración geoestratégica, la transición energética y digital, y el envejecimiento demográfico. Para 2025, se espera un crecimiento económico desigual, con España destacándose con un crecimiento del PIB del 2,3%. Las empresas deben enfocarse en la digitalización, la innovación, la descarbonización y la gestión del talento para mantenerse competitivas. Además, la colaboración entre empresas, administraciones y ciudadanos será crucial para aprovechar las oportunidades y enfrentar los desafíos globales y sectoriales.

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