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Perspectivas económicas de Andalucía en un contexto global

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Andalucía enfrenta desafíos en desempleo y crecimiento económico, pero también tiene oportunidades significativas en sectores como la industria, la tecnología y la energía para impulsar su desarrollo

Trump lo ha vuelto a hacer. Su nueva elección como presidente de la todavía primera potencia económica mundial tendrá efectos determinantes en un mundo que ya cambió por la pandemia, limitando la globalización en el sentido en que la entendíamos, para avanzar en otros conceptos como el de glocalización, que aborda la necesidad de producir en proximidad, y que da nuevas alas al proteccionismo, que resultará vencedor de la ruptura del multilateralismo. 

España 2025. Un año por delante

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Mientras tanto China seguirá creciendo entorno al 5%, potenciando la fragmentación geopolítica junto con Rusia, y potenciando sus tratados de libre comercio y deuda pública con Asia, África o América Latina, con Xi Ping potenciando la producción de energías renovables, coches eléctricos, semiconductores o IA. 

En ese contexto nuestra Unión Europea prosigue en una compleja situación, con el hasta ahora motor alemán al ralentí, con reducida confianza del sector privado, aunque eso con una relajación de la presión inflacionista que ha permitido rebajar los tipos, y a la espera de que la nueva Comisión concrete los hitos a perseguir en este próximo quinquenio.

De lo anterior resulta una clara reconfiguración del orden mundial vigente desde 1948, con una situación de Guerra Fría 2.0, que no quebrará en ningún caso los grandes logros de la segunda mitad del siglo XX, como haber multiplicado el PIB per capita por 25, rebajar enormemente el umbral de la pobreza o la mortalidad infantil o elevar la esperanza de vida hasta los 72 años, eso sí, con grandes desequilibrios poblacionales o de concentración de C02 en la atmósfera. 

Mientras tanto, España sigue a la cabeza del crecimiento en Europa, cerrando 2024 cerca del 3%, con un compromiso de déficit con vuelta de reglas fiscales, que pudiera verse cumplido gracias a la falta de LPGE en 2024, y que nos hace recuperar las posiciones perdidas en los años de pandemia. Tenemos, eso sí, con riesgos al alza como la polarización que limita la adopción de reformas por la frágil aritmética de apoyo del Gobierno, que además generan el riesgo de ahuyentar al inversor. 

En Andalucía, seguimos lejos de converger con la renta media de España, pero crecemos en inversión extranjera, en exportaciones y en VAB industrial. Y lo que es más importante, con un liderazgo transformacional que ayuda a mostrar no sólo lo que somos sino también lo que queremos ser, a través de una administración business friendly, que en dirección univoca simplifica trámites y baja impuestos, para un empresariado renovado, que tiene en su to do la necesidad de seguir concentrándose y ganar en tamaño.

En ese contexto, la Junta ha aprobado su Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de Andalucía para el año 2025, elaborado con unas previsiones de crecimiento del PIB andaluz del 2,4%, que no olvida la necesidad de hacer más competitivas nuestras empresas y mejorar las infraestructuras, y en el que se agradece el estable mensaje de sólo aprobar rebajas fiscales, aunque sean leves.

En todo caso, el desempleo siendo la principal preocupación de los andaluces, dada la tasa históricamente alta, especialmente entre los jóvenes y en sectores clave de nuestra economía, que en un ciclo especialmente positivo para el empleo se sitúa en un muy preocupante 18% de paro, que hace que las dificultades relacionadas con el coste de vida, la inflación y la estabilidad económica personal y general ocupen un lugar preminente entre las cuestiones que más desasosiegan a la comunidad más poblada de España.

Con otros retos que abordar, como la sanidad -por la sobrecarga en los servicios públicos y retrasos en la atención-,  o la vivienda -por la dificultad de acceso a la misma, particularmente, en las zonas urbanas más desarrolladas como Sevilla o Málaga-, la preocupación principal sigue siendo la antecitada de la mejora de las cifras de empleados de la Comunidad, que requiere de más innovación en el sector agroalimentario y el turismo como principales referentes productivos, pero también de una industria más pujante que en épocas anteriores y que es impulsada desde los retos de transformación digital en sedes como Málaga, o de la transición energética, que quiere aprovechar nuestras condiciones naturales -bendito sol y bendito viento-, una excepcional situación geoestratégica y la competitividad que le ofrece una sociedad joven, dinámica y bien formada. Solo con una energía más barata y suficiente, como insumo determinante para hacer eficientes las inversiones, conseguiremos una mejor y mayor apuesta industrial en nuestra región. 

Y en ese contexto, la diversificación inteligente y un entorno seguro, estable y business friendly ya han atraído inversiones significativas de firmas multinacionales de primer nivel, con las que mejoraremos nuestros porcentajes de PIB industrial, históricamente bajo mínimos, y cuyos primeros resultados han permitido que la industria andaluza ya haya alcanzado el 13,5 % del PIB de la comunidad autónoma, el mayor peso relativo en más de dos décadas.

Andalucía debe dejar de ser conocida sólo por su rica herencia cultural y maravillosos entornos naturales para serlo por su diversidad productiva en un entorno geoestratégico de primerísimo nivel por el que pasa -vía Estrecho de Gibraltar- más del 10% de los contenedores con los que se comercia cada año en el mundo. La región ya ha experimentado un crecimiento notable en sectores como la aeronáutica, la defensa, la tecnología y la minería, cada uno de los cuales juega un papel crucial en la región. 

El sector aeronáutico y de defensa es ya un pilar importante de su economía, con un clúster impulsor como hay pocos en España. Con empresas líderes en la industria, Andalucía ha destacado en la fabricación de componentes aeroespaciales, drones y sistemas de defensa avanzados. 

Sin olvidarnos del resurgir de la industria minera, con el cobre, el hierro e incluso el mármol de mi tierra almeriense, que están contribuyendo significativamente a los ingresos regionales, siendo imprescindibles prácticas sostenibles e infraestructuras energéticas suficientes y tempranas. 

Aunque el sector servicios ha sido un componente fundamental de la economía andaluza, Andalucía tiene ante sí el reto de dar un paso adelante más para fortalecer otras industrias. La inversión en educación y formación técnica, así como el fomento de la I+d+i, son pasos clave para fomentar un crecimiento económico más equilibrado.

Andalucía debe seguir avanzando con una estrategia económica más abierta y sostenible, con visión a largo plazo, con consenso, junto con una inversión continua en la formación y la innovación, que debe un puntal en su desarrollo económico.

Publicado en ABC

Resumen

Andalucía crece en inversión extranjera, en exportaciones y en VAB industrial. Y lo que es más importante, la región avanza con un liderazgo transformacional que ayuda a mostrar no sólo lo que somos sino también lo que queremos ser, a través de una administración business friendly.

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