Dicho esto, en conjunto, el sistema bancario de la zona del euro está en una buena situación para afrontar estos riesgos, debido en parte a las reformas de las políticas regulatorias y prudenciales de la última década, donde las políticas macroprudenciales focalizadas, como los colchones de capital y las mayores provisiones, pueden ayudar a seguir reforzando la capacidad de resistencia del sistema financiero.
En este contexto, los directores de riesgos en los bancos (“CRO”, por sus siglas en inglés) juegan, si cabe, un papel aún más relevante en sector, ya que se enfrentan a nuevos retos en 2023. Así, la prudencia y agilidad en la realización de juicios y estimaciones en las provisiones serán clave para cumplir con las nuevas pruebas o test de la Autoridad Bancaria Europea.
El CRO ya ha tenido que gestionar una ola de nuevos acontecimientos disruptivos de manera constante en los últimos años. A pesar de ello, el sistema bancario ha mostrado una gran resiliencia y el riesgo crediticio elevado derivado de los confinamientos pandémicos aún no se ha materializado en impagos.
Ahora, y con la vista puesta en 2023, el sistema bancario español se enfrentará a tres riesgos que se retroalimentan entre sí:
- Monetario: la combinación del aumento de los tipos de interés y la inflación, con políticas monetarias restrictivas, está afectando a los consumidores y creando incertidumbre en los mercados de capitales.
- Energético y sostenible: las empresas deben incorporar en sus proyecciones el aumento de los costes de energía en un contexto de mayor inestabilidad, mientras se esfuerzan por encontrar soluciones con menores emisiones de CO2.
- De suministros: el mayor gasto y complejidad de la cadena de suministros causados por las presiones geopolíticas y las regulaciones ambientales cada vez más estrictas, requieren replantearse el modelo de la cadena de suministros.
La guerra en Ucrania ha añadido otros nuevos peligros a gestionar por parte del CRO. Si bien los impactos directos son limitados, la inflación, la seguridad energética y asegurar el abastecimiento de productos primarios están provocando un cambio del entorno económico importante.
Tratar de calcular el impacto derivado de estos riesgos es extremadamente complejo. Para ello, desde EY hemos querido comprender mejor dónde se encontraba el enfoque y la sensibilidad del CRO en la actualidad. Así, como parte de la colaboración que mantenemos con la Federación Bancaria Europea (EBF, por sus siglas en inglés), hemos encuestado a los CRO de bancos europeos sobre sus experiencias durante la pandemia de la COVID-19 y sobre el impacto de la guerra en Ucrania, y hemos recogido sus opiniones en el estudio Managing uncertainty, ensuring resilience European bank CROs’ outlook on managing the COVID-19 pandemic, the war in Ukraine and high inflation, publicado en julio de 2022.
Durante la pandemia de COVID-19, descubrimos que los bancos más pequeños esperaban que el pico de dificultades los golpeara más a futuro en el ciclo económico. Muchos CRO también estaban preocupados por la fragilidad de las carteras minoristas; la alta inflación, la paulatina reducción del poder adquisitivo y la desaparición de los ERTE ha aumentado la presión sobre los consumidores.
Algunas conclusiones de nuestro estudio, que conformarán algunos de los puntos de la agenda del CRO a corto y medio plazo, incluyen:
El uso continuado de los PMA u overlays requerirá de desgloses más exhaustivos
Los bancos mejoraron sus modelos internos para estimar sus provisiones sobre la inversión crediticia después de la crisis financiera e implementaron la Norma Internacional de Información Financiera (NIIF) 9. Además, se consideraba que los modelos internos permitían una mayor precisión de la previsión, a un nivel mucho más granular, en una variedad de escenarios. Sin embargo, se han tenido que utilizar overlays para incorporar el impacto de la pandemia de la COVID-19 y la guerra en Ucrania a sus provisiones. Esto, que ha sido una práctica común, no deja de ser un cambio significativo y un desafío para los bancos y los reguladores. Se prevé además que sea probable que estos overlays sigan siendo necesarios en los próximos tiempos, pero, en todo caso, los bancos deberán explicar muy bien qué representan y cómo se han calculado.
La gestión de la disrupción constante continuará para los CRO
El CRO continuará enfrentándose a un entorno macroeconómico de una incertidumbre sin precedentes. Además de los tres riesgos que mencionábamos anteriormente, se deberán considerar otros como, por ejemplo, posibles nuevas variantes de la COVID-19 o medidas gubernamentales para aliviar a los consumidores cada vez más afectados por el aumento de la inflación o de los tipos de interés. Cómo los bancos afronten todos estos riesgos en los próximos años será fundamental a la hora de realizar los distintos juicios y estimaciones.
Un enfoque prudente
Como hemos venido comentando, ya en 2008 se acordó que los bancos deberían moverse hacia a un entorno de mayor capital y mayores provisiones. Si bien los últimos meses han demostrado las limitaciones de los modelos internos para lograrlo, los CRO han utilizado su juicio para incorporar esa prudencia y resistencia en el sistema. Así, el uso de overlays, que dan lugar a provisiones adicionales a las de los modelos internos, es mucho más útil que la alternativa de registrar impagos y pérdidas incurridas cuando surjan.
El aumento de las tensiones podría materializarse en algún momento
Hasta ahora, el sistema bancario ha evitado problemas mayores. Sin embargo, la deuda pendiente de los préstamos COVID-19, combinada con los tres riesgos que mencionábamos anteriormente (monetario, energético y de suministros), hacen que los bancos se puedan enfrentar a problemas crediticios en el medio plazo. Los CRO consultados reconocen que existen más riesgos de impacto negativo o adversos en la actualidad.
Publicado en El Confidencial