La industria alimentaria es uno de los principales motores de la economía de nuestro país.
El sector alimentario español está constituido por unas 900.000 explotaciones agrarias y más de 31.000 empresas alimentarias, de las que más del 95% son PYMES, teniendo el 80 % de las empresas menos de 10 trabajadores. Su liderazgo en los mercados mundiales, su potencial exportador (con más de 50.000 millones de euros), su contribución a la creación de riqueza y empleo (2,6 millones de puestos de trabajo), su condición de ser la principal actividad económica en el medio rural y su directa relación con el éxito de otros sectores como el turístico y el de servicios (en especial la gastronomía) lo convierten en un sector estratégico para nuestra economía.
Si nos centramos en el segundo eslabón de la cadena de valor alimentaria, es decir, la industria transformadora, que es el sector de Alimentación y Bebidas siguen estando vigentes los retos que desde la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas marcaron en su plan estratégico: Eficiencia y productividad; creación de valor; internacionalización y mayor tamaño (o disminuir la amenaza que supone el tener una estructura sectorial tan marcadas por las Pymes).
En esta crisis, una vez más, toda la cadena de valor ha dado un ejemplo de profesionalidad y han garantizado el suministro de alimentos y bebidas de forma suficiente, segura y con los mismos estándares de calidad y servicio. El sector ha navegado por la crisis demostrando su compromiso con la sociedad y con sus colaboradores.
¿Y ahora? La buena noticia es que vamos a contar con la ayuda de los Fondos Europeos y que el diseño del plan ya está en marcha, aunque todavía con alguna incertidumbre sobre cómo se van a ejecutar. El Plan se articula en torno a cuatro ejes transversales, diez políticas palanca y 30 componentes, donde la digitalización y las pymes juegan un papel protagonista. Como sector estamos ante una oportunidad histórica que debemos aprovechar.
Pero conviene recordar que empresas de otros países también van a tener acceso a fondos, por eso, cómo los utilicemos nos ayudará a generar ventajas competitivas en un entorno cada vez más global. Por tanto, es necesario aprovechar estos fondos para acelerar la digitalización del sector de Alimentación y Bebidas porque si no estaremos en el riego contrario de que otros” nos saquen ventaja. Además, debemos invertir la misma cantidad de tiempo (como mínimo) en pensar “para qué” queremos los fondos, y qué objetivos estratégicos queremos conseguir.
Pero tampoco podemos olvidar que existen barreras que habrá que sortear, muchas de ellas son estructurales debido a la propia composición del sector, muy heterogéneo y fundamentalmente pequeño. Por eso, la digitalización no se puede apalancar en grandes empresas que arrastren al sector. Todo lo contario, tenemos que reducir la brecha digital y habilitar autopistas para que todo el mundo se pueda digitalizar.
También hay barreras culturales. En España, por ejemplo, no tenemos tanta cultura de trabajar en conjunto, creando ecosistemas, uniendo intereses comunes, priorizando los objetivos sectoriales frente a los individuales a lo que debemos sumar que existe mayor resistencia al cambio.
Necesitamos empresarios (que los hay, y muy buenos en nuestro sector) que pongan las luces largas. Que entiendan que la digitalización no es un fin en sí mismo sino un medio para conseguir ser más eficientes, potenciar la diferenciación, conseguir mejorar los costes de producción, la distribución, innovar en productos o servicios, llegar a nuevos clientes de forma diferente, buscar nuevas fuentes de ingresos, potenciar la omnicanalidad, hacer las compañías más agiles y flexibles a los cambios de mercado y de hábitos del consumidor o mejorar la posición internacional (muchos objetivos históricos pero con nuevas herramientas y unos competidores más preparados) así como entender cómo la digitalización nos ayuda a conseguir estos retos de negocio.
De la misma manera necesitamos colaboración entre todos. Buscar sinergias entre empresas, alianzas, unión de intereses. La colaboración público-privada y asociativa es fundamental para construir las “carreteras” de la digitalización del sector. Me consta que asociaciones como AECOC y FIAB están redoblando esfuerzos para buscar esos intereses comunes del sector para hacerlo más sostenible y potente.
El Centro de Digitalización del Sector de Alimentación y Bebidas, impulsado por FIAB e EY, es un ejemplo de colaboración y de construcción de los habilitadores necesarios para que cualquier tipo de empresa tenga la posibilidad de encontrar facilidades y romper las barreras de entrada en factores básicos como el smart factory, la ciberseguridad o la automatización de los procesos de back office para mejorar la eficiencia y dedicar a las personas a tareas de alto valor de diferenciación.
Estoy seguro de que esta iniciativa pronto irá aumentando servicios de digitalización y se convertirá en el foco y faro del sector para que las empresas aceleren la oportunidad en digitalización que ofrecen estos fondos europeos.
Pero en todo este proceso, la formación, la divulgación y los casos de éxito son fundamentales para potenciar el impulso definitivo a la digitalización del sector. Las personas son el principal factor del cambio y es la última palanca clave para dar un buen uso a los fondos europeos y que nuestro sector gane posiciones de competitividad en un mercado cada vez más global.