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La tendencia a la baja de la inflación y los síntomas de agotamiento que muestran la mayoría de países permiten una oleada de descensos en los tipos de interés

Los bancos centrales tienen una mayor presión para recortar de una forma importante los tipos oficiales de interés, generando una mayor incertidumbre y volatilidad en el mercado de divisas

Históricamente el mes de agosto suele ser un mes complicado para los mercados financieros y sobre todo para el de divisas. El pasado mes de agosto no fue diferente registrándose una alta volatilidad y movimientos excesivos entre las principales cotizaciones. La razón fundamental es la peligrosa mezcla entre un mercado con escasa liquidez por el periodo vacacional y la irrupción de inesperadas noticias económicas o monetarias que desequilibran el normal comportamiento de las principales divisas.

Durante las últimas semanas los operadores han seguido especulando con la cuantía del posible descenso de los tipos de interés en EE. UU. y zona euro. En paralelo, también ha sido objeto de seguimiento la publicación de diferentes datos económicos que han ido confirmando la posibilidad de un “aterrizaje suave” de la economía global y un descenso continuado de las tasas de inflación. Por lo tanto, todo esto ha generado una mayor presión para que los bancos centrales procedan a recortar de una forma importante los tipos oficiales de interés, generando una mayor incertidumbre y volatilidad en el mercado de divisas.

La estrella del verano ha sido el dólar USA, que tras mantenerse todo el año frente al euro entre 1,0600 y 1,0950, llegó a cotizar mínimos anuales en 1,1200 tras el impacto de las declaraciones del presidente de la Reserva Federal en su habitual discurso en Jackson Hole, en las cuales declaró que “la dirección de su política monetaria está clara y ha llegado el momento de ajustarla. Añadiendo que el ritmo de los recortes de tipos dependerá de los datos que vayan llegando, de la evolución de las perspectivas y del equilibrio del riesgo”. Estas declaraciones confirmaron las expectativas de un descenso inminente de los tipos en EE. UU.

Según la mayoría de los analistas, estas declaraciones de Jerome Powell han sido muy claras y permite anticipar un punto de inflexión en la tendencia de los tipos de interés. La autoridad monetaria norteamericana considera que la inflación va a tender poco a poco al objetivo del 2% y que puede que sea el momento de ayudar a generar empleo permitiendo un aterrizaje suave de su economía. Por lo tanto, los operadores empezaron a especular con la cuantía del recorte que ya podemos considerar que será el próximo 18 de septiembre. Hoy en día un 60% de los analistas considera que la cuantía podría ser de 50 pb para situarlos entre el 4,75% y 5,00%. Sin embargo, también hay posibilidades para 25 pb y esta recae sobre la tendencia de la inflación que se mantiene en el 2,5% con una mayor presión en la subyacente que se sitúa en el 3,2%. Al mismo tiempo, la tasa de paro se acerca a su récord histórico con un 4,2% y el crecimiento del PIB se ha revisado al alza al 3,0%. Por lo tanto, son buenos datos económicos y podrían permitir esperar. Sin embargo, no nos queda más remedio que concluir que también es una realidad que por primera vez en casi cinco años, los tipos de interés van a empezar a bajar en EE. UU.

Con relación a posibles nuevos recortes en lo que resta de año, la próxima reunión de la FED sería el 7 de noviembre casi en coincidencia con las elecciones presidenciales norteamericanas del día 5. No parece lo más adecuado e históricamente nunca se ha producido. La siguiente fecha sería el 18 de diciembre. La opinión generalizada es que los tipos de interés norteamericanos estén por debajo del 4% a lo largo del 2025.  

En la Zona euro el caso es diferente. Las dificultades económicas que están atravesando países como Alemania, Francia, Bélgica, Austria o Irlanda, unido a la tendencia a la baja de la inflación, hoy en día en el 2,2%, animó al Banco Central Europeo a iniciar la tendencia a la baja de los tipos de interés el pasado 12 de junio, adelantándose por primera vez en la historia a EE. UU.

Siguiendo ya esta tendencia, el pasado 12 de septiembre el BCE decidió de forma unánime y por segunda vez volver a bajar los tipos, pero de una forma diferente. La tasa de depósito la situaron en el 3,50% tras un descenso de 25 pb. Sin embargo, la tasa de refinanciación a una semana bajo 60 pb al igual que la tasa marginal de urgencia a un día que se situaron en el 3,65% y 3,90% respectivamente. La idea es modificar los rangos habituales para incentivar a la banca a pedir más préstamos al propio BCE.

Parece ser que esta tendencia va a continuar en los próximos meses. El propio BCE ha revisado a la baja las perspectivas de crecimiento de la Zona euro anticipando un 0,8% para el 2024 y un 1,3% para el 2025. Sin embargo, le preocupa la inflación y considera que podría tener un repunte de cara a final de año si suben los precios del petróleo, metales y energía. Para el 2024 sitúan la inflación en el 2,5% y en el 2,2% en el 2025. A pesar de este escenario, la mayoría de analistas siguen apostando por nuevos descensos en los próximos meses y sitúan el precio del dinero más cerca del 3,00% durante el primer trimestre del 2025.

A nivel cambiario, todas estas decisiones están afectando a la evolución de la paridad USD/EUR. Por un lado, tanto el USD como el EUR podrían verse afectados por los síntomas de agotamiento que muestran las economías que representan. Igualmente, habrá que ver cuál es la profundidad del descenso de tipos en cada área económica. Por último, también habrá que tener en cuenta el resultado de las elecciones norteamericanas y la evolución de los factores geopolíticos que estamos viviendo. El Consensus Forecast define como rango amplio para el corto plazo 1,0800 – 1,1200 USD/EUR. También consideran que el USD, de cara a final de año, podría empezar una tendencia depreciatoria de carácter marginal que le podría llevar su cotización hasta 1,1500 a lo largo del 2025.

En relación con el comportamiento de otras divisas, destacamos la fuerte apreciación que ha registrado el yen japonés, que tras cotizar mínimos en 162 por USD ha recuperado hasta 140. Las intervenciones de su Banco Central en defensa de su divisa y las mayores perspectivas de nuevos aumentos en sus tipos de interés le permiten estas ganancias tras cuatro años de pérdidas que le llevó desde 105 hasta los mencionados 162 JPY/USD. Las perspectivas son de mayores ganancias.

El yuan chino también ha recuperado posiciones desde los mínimos cotizados hace dos meses en 7,28 hasta los actuales 7,00 CNY/USD. Las perdidas en su cotización se produjeron tras explotar la burbuja inmobiliaria en este país, que vino acompañada de innumerables problemas económicos. En las últimas semanas hemos visto como el gobierno chino ha empezado a tomar medidas de impulso económico para recuperar una tasa de crecimiento que se sitúe por encima del 5%, lo cual favorece para una mayor confianza en esta divisa. El mercado espera también mayores ganancias.

Por último, como divisas perdedoras tenemos, entre otras, al peso mejicano y al real brasileño. Ambas monedas se han estado beneficiando de un tiempo a esta parte de sus altos tipos de interés llegando a cotizar niveles de cierta fortaleza. Una vez que los tipos de interés han empezado a bajar, sus economías han dado síntomas de agotamiento y, en el caso de México, se ha registrado cierta incertidumbre en el ámbito político, los inversores pierden ese atractivo y se produce la salida en sus inversiones. Las perdidas han sido importantes y los analistas no dan por cerrado este escenario.

Por lo tanto, concluimos que el comportamiento de los mercados va a seguir siendo complicado. Seguimos considerando que la gestión del riesgo financiero sigue siendo fundamental para limitar el impacto de la volatilidad e incertidumbre existente en el balance y cuenta de pérdidas y ganancias de las compañías afectadas.


Resumen

El comportamiento de los mercados va a seguir siendo complicado. Seguimos considerando que la gestión del riesgo financiero sigue siendo fundamental para limitar el impacto de la volatilidad e incertidumbre existente en el balance y cuenta de pérdidas y ganancias de las compañías afectadas.

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