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El papel del CFO a la hora de abordar el cambio

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En los últimos 15 años hemos vivido sucesivas crisis económicas y geopolíticas que han generado perturbaciones mundiales dañando el entorno macroeconómico. A punto de concluir el primer semestre del 2022 y tras un 2021 claramente condicionado por una persistente pandemia de COVID-19 que ha sido uno de los detonantes de la actual disrupción en la cadena de suministros de materias primas, seguimos observando una continua inestabilidad e incertidumbre política y económica acrecentada ahora por la invasión de Rusia sobre Ucrania. En este entorno, el papel del CFO se ha convertido en un elemento fundamental dentro de las organizaciones para interpretar este contexto cambiante en el que nos encontramos.

La pandemia del COVID-19 produjo una incertidumbre inicial tras las medidas de confinamiento, provocando una ralentización de la economía, pero también aceleró muchas transformaciones que ya figuraban en los planes de las empresas antes de marzo de 2020, como la necesidad de resiliencia y agilidad, la digitalización, el trabajo híbrido, la diversificación de la cadena de suministros o la sostenibilidad. En todos estos ámbitos es preciso tener en cuenta el rol de la función financiera, dado el impacto en las cuentas, los recursos y los resultados de las compañías.

Según el informe sobre la Situación económica tras la invasión de Ucrania y respuesta de política económica del Banco de España de marzo de 2022, ya antes de la guerra la economía mundial y la europea se encontraban en una senda de recuperación gradual, si bien heterogénea entre países y sectores en un contexto de intenso repunte de la inflación debido a diferentes factores como los cuellos de botella en las cadenas de suministro y las tensiones en los mercados de energía y materias primas.

En este contexto es importante tener en cuenta que Ucrania es uno de los principales productores de determinadas materias primas, energéticas y no energéticas, por lo que debido a la invasión los efectos de la pandemia se han visto agravados. Europa presenta una elevada dependencia de las importaciones de algunos de estos productos. De hecho, Rusia representó alrededor del 20% del total de importaciones de petróleo y el 35% de gas de la zona euro en 2020. En España, solo el 6% de las importaciones de productos energéticos (el 4,5% del consumo energético) procedían de Rusia en 2019, pero esta cifra es muy superior en países como Alemania e Italia (17% y 22% respectivamente).

La exposición comercial directa de los países europeos a Rusia es moderada y más modesta en España. Pero los efectos indirectos pueden ser elevados, particularmente en el contexto de las sanciones. En el caso de la zona euro, las exportaciones de mercancías destinadas a Rusia y a Ucrania representaban en 2019 un 1,6% y un 0,3% del total, respectivamente. Las exportaciones de mercancías de España a Rusia representan el 0,7% del total y a Ucrania solo llegan al 0,2%, mientras que la dependencia relativa de bienes procedentes de Rusia era del 1,1% en 2019 y 0,5% en el caso de Ucrania, aunque más elevado en algunos productos primarios. Por todo ello y aunque las cifras puedan parecer poco elevadas, una hipotética reducción o corte del suministro de Rusia podría tener un impacto elevado en la economía europea.

Fuente: Oxford Economics/OEC.

Por lo tanto, es importante tener en cuenta que la invasión de Ucrania ha surgido en un contexto especialmente complejo en el cual los niveles de inflación eran los más altos de las dos últimas décadas, los precios de la energía elevados, las cadenas de suministros tensas y los mercados financieros volátiles. Asimismo, se espera que los bancos centrales sigan subiendo los tipos de interés a medida que aumenten los esfuerzos para frenar la inflación.

En ese contexto, los líderes empresariales se enfrentan a los desafíos de avanzar en un entorno plagado de incertidumbre, de acelerar los planes de transformación y de construir organizaciones resilientes para afrontar los impactos que aún pueden golpear a la economía, pues a pesar de que a nivel mundial se espera un crecimiento del PIB del 3,6% en 2022 (dato del Fondo Monetario Internacional), si la guerra se intensifica y se extiende podría haber un riesgo real de recesión mundial.

¿Cuáles son algunos de estos desafíos?

La necesidad de multiabastecimiento, sostenibilidad y transparencia está empujando a las empresas hacia una revisión de su manera de gestionar sus riesgos entre las cuales destacamos la cadena de suministros, algo que se está tornando necesario para avanzar pues es posible que las redes transnacionales construidas sobre la base de la eficiencia y los costes laborales o el arbitraje internacional ya no funcionarán como lo han hecho hasta ahora.

La sostenibilidad, una de las principales prioridades de las empresas y, por tanto, con impacto también en la función financiera. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), celebrada en Glasgow en noviembre de 2021, las compañías tienen una responsabilidad especial y un papel fundamental que desempeñar para abordar la crisis climática. De esta manera, no solo la cadena de suministros está sometida a un gran reajuste, sino que un impacto externo de las empresas en el medio ambiente es también necesario.

La coyuntura económica y geopolítica actual ha acelerado el proceso hacia una transición verde. De hecho, la Unión Europea y dada la alta dependencia de las importaciones de energía, ha hecho grandes inversiones en energías renovables para volverse más autosuficiente y sostenible y cumplir con el Pacto Verde Europeo. Sin embargo, a pesar de que se trata de una transformación que ya no es opcional, existen distintas velocidades en las acciones de descarbonización de los países.

La digitalización, a pesar de cobrar importancia en la agenda de muchas empresas antes de 2019, la pandemia de COVID-19 fue el catalizador que promovió el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, la invasión de Ucrania podría tener un impacto negativo de gran alcance en la economía digital debido a dos tendencias independientes pero relacionadas: un empeoramiento de la escasez mundial de semiconductores y la posibilidad de que haya impactos más amplios con respecto a las sanciones contra Rusia.

La ciberseguridad cobra especial importancia si se considera el aumento significativo de ciberamenazas en el último año: en la Encuesta global de seguridad de la información de EY 2021 , el 77 % de los encuestados admite haber visto un aumento en los ataques disruptivos, frente al 59 % en los 12 meses anteriores. Por ello, para que las empresas puedan protegerse de manera efectiva es necesario que establezcan un plan de inversión estratégico sostenido a largo plazo.

Por todo ello, en la era de disrupción extrema y acumulativa en la que nos encontramos, el perfil del CFO que ya está presente en las organizaciones más avanzadas debe ser aún más resiliente. Se ha vuelto imprescindible volver a revisar los planes estratégicos de las compañías ante las nuevas condiciones de liquidez, así como a las nuevas oportunidades de inversión que se presentan. Por ello, es fundamental una gestión con perspectiva financiera y siendo consciente de que las prioridades estratégicas deben pasar de la eficiencia centrada fundamentalmente en los beneficios a un nuevo enfoque basado en un rendimiento y una resiliencia sostenibles que permita a la empresa orientarse a hacia la creación de valor a largo plazo sin olvidar la importancia del propósito corporativo, algo a lo que los empleados de las organizaciones dan cada vez más importancia. Por ello, es clave construir un modelo de negocio sostenible y flexible pero sólido que sea apto para contribuir a la solución de los grandes desafíos sociales y ambientales, así como para soportar impactos y disrupciones cada día más frecuentes.

Más información: The CEO Imperative: Through relentless disruption, how can you stay the course? (ey.com)

Resumen

El CFO y el departamento financiero tienen un papel fundamental en la prevención, mitigación y detección del fraude en las organizaciones y son responsables de que tanto los pagos como el registro de las transacciones económicas reflejen la realidad de las transacciones económicas, estando conformes con la legalidad vigente y dentro de un marco de integridad que permita proteger la reputación corporativa.



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