No se puede pasar el verano con una tesorería ajustada y ver qué pasa en septiembre.
En condiciones de normalidad, los financieros de las compañías afrontan el mes de julio implementando medidas que aseguren la continuidad de las actividades de las empresas hasta septiembre, que suele ser un mes complicado porque, como no puede ser de otra forma, se afrontan las diferencias entre las previsiones que se prepararon y los reales. Por prudente que se haya querido ser, la realidad es que la tesorería se habrá comportado peor de lo previsto y se tendrán que afrontar medidas correctoras tirando de los colchones de liquidez con que se cuente. Ya sea en forma de cash, líneas no utilizadas en su totalidad o líneas back up.
Eso funciona así y es el día a día de los tesoreros cada año. En julio, por tener que prever, y en septiembre por necesitar ejecutar y enderezar. Pero esta forma de gestionar no funciona si se afronta una situación extraordinaria y, desgraciadamente, ahí es donde estamos ahora.
Venimos de una disponibilidad de liquidez con apoyo público sin precedentes que ha sido utilizada por la mayor parte de las empresas que han tenido posibilidad de optar a ella. Esto ha permitido tapar el agujero ocasionado por la inactividad, pero ha generado sobreendeudamiento que deberá ser atendido y la única forma de hacerlo es a través de los Ebitda de cada uno y entre tanto intentar adaptar el perfil de devolución a nuestras posibilidades.
El primer paso es ser extremadamente prudente a la hora de hacer previsiones de liquidez para el tercer y cuarto trimestre de este 2022. Debemos tener en cuenta que la nueva liquidez, una vez el grifo de financiación pública ha perdido la mayor parte de su presión, no será fácil de obtener a través de financiadores tradicionales.
Durante la pandemia hemos podido constatar que existía financiación disponible ofrecida por financiadores alternativos, como fondos de deuda para situaciones ordinarias y de distress, plataformas de crowdfunding o Fintech. Este es el momento, si detectamos tensiones en esas previsiones prudentes que debemos preparar, de contactar a estos financiadores alternativos y crear, aunque sea a un coste superior, los colchones que nos deben permitir afrontar cualquier problema. No podemos pensar en pasar el verano con una tesorería ajustada y encarar septiembre esperando ver qué pasa y ser entonces cuando contactemos y busquemos esa liquidez que nos aporta tranquilidad.
No se deben tampoco olvidar las medidas iniciadas por la administración para acompañar este proceso. La primera se refiere al Acuerdo de Consejo de ministros de 21 de junio de 2022 y la Decisión de la Comisión Europea de 30 de junio de 2022, por los que se ha procedido a habilitar la posibilidad de extensión del plazo de vencimiento de los avales y, por tanto, de las financiaciones concedidas por las EEFF al amparo de estos. La segunda se refiere a las líneas de avales ICO, de hasta 10.000 millones de euros, específicas para mitigar los efectos económicos de la guerra en Ucrania, como el incremento de los precios de la energía, materias primas o electricidad. La financiación avalada se destina a cubrir las necesidades de liquidez derivadas de gastos corrientes, capital circulante e inversiones. Es importante tener en mente que las entidades financieras tienen de plazo hasta el 1 de diciembre de 2022 para implementar estas operaciones.
En suma, una vez más, el tesorero y el financiero corporativo se enfrenta a la necesidad, que por la situación que hemos vivido y aún estamos viviendo se convierte en obligación, de ser rigurosos y prudentes a la hora de estimar nuestras necesidades de liquidez en el corto y medio plazo. Dilatar este análisis a después del verano no solo sería una temeridad, sino que además nos metería en una situación irremediable si las cosas vienen mal dadas y nos comportamos peor de lo que nuestra tesorería puede aguantar con las líneas con que contamos.
La hoja de ruta, por tanto, pasa por ser excelente e implicar a toda la organización para conseguir una imagen correcta y prudente de la situación de liquidez de nuestras empresas, manejar adecuadamente las nuevas posibilidades ligadas a las operaciones ICO y, finalmente, contactar a los financiadores que en el mercado de forma activa sean capaces de atender nuestras necesidades.
En definitiva, no desconectemos de la tesorería por ser verano o, al menos, hasta no sentirnos totalmente confortables con la previsible evolución de esta. Parafraseando a Sir Winston Churchill: "Nunca me preocupo por la acción, sino solo por la inacción".
Publicado en el Economista