Esta frase del episodio primero de la serie “Star Wars” es, como otras muchas que se pueden encontrar en las tres trilogías, aplicable a muchas actividades y, por qué no, a finanzas.
Me ha parecido interesante comenzar estas líneas con ella porque, en efecto, las hipótesis que tomemos y aspectos intangibles que introduzcamos en nuestros modelos de previsión condicionan nuestra interpretación de la realidad y determinan proyecciones y decisiones a tomar.
Cuando nos enfrentamos ante la necesidad de predecir flujos futuros, y especialmente cuando hablamos de tesorería, el diseño del modelo es muy importante, es crucial de hecho. No obstante, la idea no es crear algo complicado y perverso que solo entendamos nosotros, la idea es describir la realidad de forma que el modelo sea intuitivo y cualquiera, con los conocimientos adecuados, se pueda hacer cargo del modelo y seguir alimentándolo e introduciendo los cambios que procedan cuando las condiciones de contorno varíen.
Tenemos que evitar la sensación de orgullo por haber creado algo complejo que los demás tienen problemas para controlar tan bien como lo hacemos nosotros.
Hace bastante tiempo, una persona a cargo de la Tesorería en España de una enorme multinacional a la que yo reportaba, me dijo que cualquier cosa que él no era capaz de entender tras una segunda explicación directamente lo desechaba porque muy posiblemente ocasionaría con el paso del tiempo si no a él mismo a quien viniera detrás. No podía tener más razón y, lamentablemente, no aplique su consejo hasta después de estrellarme en un par de ocasiones. Cosas de la vida, se aprende mejor con los fracasos que con las indicaciones prudentes que recibimos.
Sabemos que la finalidad de un modelo financiero es representar la realidad de la forma más simple posible sin dejar de ser un reflejo realista de los flujos a proyectar en el futuro, y de este modo podremos proyectar los estados financieros o los flujos de caja partiendo de la base de datos reales o de series históricas. Tenemos que plasmar la realidad de la empresa y aterrizarla a caja con la mayor transparencia y sobre todo con la mayor trazabilidad que nos permita reconducir hipótesis en tiempo y forma.
Al modelizar de forma adecuada y tomar datos de balance y externos a balance perfilamos la estructura financiera que la empresa debe tener. Con las consideraciones adecuadas y las premisas que nos lleguen de la dirección financiera, podremos concebir el balance que la compañía tendrá en el futuro. Y ahí comienza el segundo paso, tendremos que ver si eso que hemos pintado es bancarizable. Si realmente el mercado bancario o de financiación alternativa nos ofrece las alternativas (productos y límites) a los que llega nuestro modelo en base a la calificación crediticia de nuestra empresa.
Ese es el problema. El Excel y, sobre todo, cuando se pasa a power point, siempre cuadra pero luego la realidad es muy tozuda y siempre llega, Tendremos que abordar por tanto un proceso de contrastación con la realidad aterrizando el importe de líneas y distintos productos a nuestras relaciones con los financiadores y preparar el modelo para trabajar con ese contraste de forma viva porque esas limitaciones pueden evolucionar a mejor o a peor en función de cómo se comporte la empresa en el mercado.
Es este un buen momento para hacer un paréntesis y aterrizar expectativas. Los tesoreros y financieros no somos mucho más que una función de soporte y asesoramiento de la actividad operativa de la empresa. Nuestros modelos no son el fin, son un mero medio y así hay que entenderlos. Deben servir de apoyo e instrumento a la dirección de la compañía, ellos y por supuesto nosotros mismos.
Hay también un aspecto importante que el equipo que diseña los modelos financieros debe tener en mente … es obvio, pero a veces se olvida. Se necesita comprender el sector en que opera la compañía, sus condiciones y peculiaridades. Si no las comprendemos difícilmente podremos plasmarlas en él. Hay que analizar asimismo los instrumentos y circuitos financieros, contables, fiscales y el marco regulatorio de la compañía, no solo se trata de manejar hojas de cálculo con brillantez, eso es meramente instrumental.
Y dicho esto, ¿qué debe tener un buen modelo de previsiones financieras y en especial de tesorería?
Debe ser estructurado de forma simple y eficiente. Si no tenemos claro cómo ordenar la información y usarla de forma consistente nos estrellaremos y crearemos un útil que meramente servirá para practicar manejo de hojas de cálculo.
Debe permitir adaptarse a la realidad porque la misma es cambiante. No puede tener rigideces que lo hagan inservible si el negocio o el mercado varía. Un modelo es algo vivo porque refleja una realidad viva.
Debe permitir trazabilidad y contraste con la realidad para analizar las desviaciones y conseguir que las correcciones se deduzcan de dicho análisis y permitan indicaciones claras al negocio.
Comprensible y lo más sencillo posible: más que nunca “menos es más” y el principio “KISS” (keep it simple…) debe ser lo que guie nuestra forma de diseñarlo.
En resumen, nuestros modelos predictivos deben facilitar la toma de decisiones estratégicas al máximo nivel directivo en la compañía. El posible impacto de un cambio de precios, de gastos, de tipos de interés o de apalancamiento se debe poder observar de forma rápida. Se tiene que poder cuestionar al sistema y sensibilizar respondiendo a las preguntas de cómo se comporta la realidad si introducimos cambios.
Ya para terminar. Intentemos crear modelos de previsiones financieras y de tesorería robustos, manejables, simples, adaptados a la realidad de la empresa que nos ocupa y que sean sostenibles por un plazo suficiente.
Me permito terminar como he empezado este artículo. Recordando otra frase de “Star Wars”, esta vez de Yoda: “Difícil de ver es. Siempre en movimiento el futuro está”.