Cada vez más, las compañías integran la sostenibilidad en toda su cadena de valor y ponerse de perfil para pasar desapercibido no es una opción.
La pandemia nos ha traído bastantes cosas malas y algunas buenas. Entre las buenas, ha puesto encima de la mesa de forma definitiva que las organizaciones que no tienen en cuenta aspectos de sostenibilidad y de ESG (medioambientales, sociales y de buen gobierno) incurren en demasiados riesgos como para poder operar de forma resiliente.
Por ello, el acceso a los recursos financieros por parte de las empresas está siendo condicionado de forma creciente al cumplimiento de criterios ESG. El aluvión de los recientes desarrollos normativos europeos en materia de finanzas sostenibles, como parte del European Green Deal, dejará fuera de juego a los últimos de la clase.
En la misma línea, los nuevos requerimientos europeos de divulgación y transparencia en materia de reporte de sostenibilidad harán que se amplíe de 11.000 a 49.000 las empresas con esta obligación en la UE. No solo la divulgación de la información será importante sino también el desempeño y la estrategia, como claves de diferenciación frente a clientes, empleados, proveedores, accionistas e inversores.
La recientemente aprobada ley de cambio climático y transición energética también pone de manifiesto que las empresas deberán fijar objetivos más ambiciosos para adaptarse a los efectos del cambio climático y mitigar sus efectos. La cuantificación del impacto financiero de esos riesgos deberá mostrar avances en el corto y medio plazo. La UE ha estimado en unos 470.000 millones de euros las necesidades de financiación anuales de los países miembros para alcanzar sus compromisos del Acuerdo de París.
Tampoco hay que olvidar que los consumidores cada vez son más exigentes en materia de sostenibilidad y quieren conocer los impactos que se generan en toda la cadena de valor de un producto o servicio. Además del precio como uno de los factores de decisión de compra, otras variables de sostenibilidad entran en el terreno de juego y muchas empresas están haciendo los deberes para satisfacer estas expectativas.
Desde el Hub Rethinking Sustainability de EY, espacio de reflexión y debate, estamos constatando cómo, cada vez más, las compañías integran la sostenibilidad en toda su cadena de valor y ponerse de perfil para pasar desapercibido no es una opción. El escrutinio es mucho mayor, la complejidad de los nuevos desarrollos normativos en esta materia es enorme y el mundo financiero no está dispuesto a asumir riesgos ESG a cualquier precio. Tal como apuntábamos en el 'Tercer informe comparativo de EY sobre los Estados de la Información No Financiera del Ibex 35' no hay duda de que la sostenibilidad está teniendo y tendrá un papel muy relevante en el proceso de recuperación de la crisis del covid-19 y en la transformación hacia un modelo económico sostenible.
Parece que los tiempos de las buenas intenciones han pasado a los tiempos de la acción, y todo apunta a que han venido para quedarse.
Publicado en El Periódico