Estamos a escasos días de que se inicie la 28 Cumbre del Clima en Emiratos Árabes Unidos, una de las de mayor trascendencia desde que en 2015, en la COP 21, se alcanzara el Acuerdo de París. El calendario establecido determina importantes decisiones políticas para estos próximos días, en muchos de los muy diversos ámbitos -todos necesarios- para una efectiva lucha contra el cambio climático.
Son muchos y muy importantes los temas de la agenda climática de Dubai:
Quizá sea el Balance Mundial (Global Stocktake) el más relevante de todos los resultados de la COP 28. Es el primer balance de aplicación del Acuerdo de París para determinar el avance colectivo, examinando la mitigación, la adaptación, los medios de aplicación y el apoyo que, según mandata el propio Acuerdo en su artículo 14, debe tener lugar en 2023. Es de enorme transcendencia para el planeta, y con consecuencias directas para los europeos:
Para el planeta, porque se identificarán las brechas actuales para alcanzar los objetivos establecidos. No debiera quedarse en un mero ejercicio descriptivo sino en una decisión negociada por todos los países, con recomendaciones concretas para una acción inmediata y ambiciosa, que guíen las decisiones de los países para cerrar dichas brechas. Las nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional -los planes de lucha contra el cambio climático de cada país- que deberán presentarse en 2025 a más tardar, debieran integrar dichas recomendaciones. Esta es la posición de la Unión Europea que previsiblemente distará de la de los países con menos ambiciones que no querrán sino un balance meramente descriptivo.
Y con consecuencias directas para los europeos porque en la Ley Europea del Clima acordamos, junto con la neutralidad climática en 2050 y la reducción interna de al menos un 55 % de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a los niveles de 1990 a 2030, que se estableciera un objetivo climático para 2040, a más tardar seis meses después del primer balance mundial, y teniendo en cuenta los resultados de éste.
Acudimos a Dubai aprobado ya el ambicioso paquete climático y energético Fit for 55, que da solidez al compromiso europeo y cuya efectiva implementación nos conduciría a superar el objetivo de reducción del 55% de nuestras emisiones en 2030. Nueva normativa será necesaria para poder materializar el objetivo climático que los europeos acordemos para 2040.
La COP 28 tiene lugar en un importante productor de petróleo, pero debe ponerse el foco en la transición energética, absolutamente necesaria para no perder la última oportunidad de mantener el calentamiento global por debajo del 1,5º C.
Se debe avanzar en diversos objetivos, entre los destaca la necesidad de alcanzar lo antes, y nunca más allá de 2025, el máximo de emisiones globales. Se requiere un mandato para que la próxima ronda de Planes Nacionales de Lucha Contra el Cambio Climático estén alineados con el 1,5º C, para lo que se necesita una reducción global de los GEI de un 43% en 2030 y de un 60% en 2035, sobre los de 2019, y emisiones netas cero en 2050.
Los Planes Nacionales deberían cubrir todos los sectores de la economía y todos los gases de efecto invernadero, pero sin duda, en el centro del debate estará la necesidad de triplicar a 2030 la capacidad instalada de energías renovables, duplicar la eficiencia energética, al tiempo que se elimina progresivamente la quema de combustibles fósiles y se pone fin a la deforestación.
- Agenda de adaptación al cambio climático
Los cada vez mayores efectos del cambio climático ponen de relieve la urgente necesidad de más medidas para la adaptación. Tras dos años de trabajo técnico, se espera que la COP 28 acuerde un marco integral para el Objetivo Global de Adaptación del Acuerdo de París, así como la mejor manera de medir los avances, ya que, a diferencia de la mitigación, aún no hay métricas claras, y no todos los países se enfrentan a los mismos riesgos climáticos.
- Financiación climática internacional
Como en las previas COPs, el debate de la financiación será muy relevante, y en gran medida, clave para facilitar otros acuerdos:
Progreso hacia el compromiso de 100.000 millones de dólares anuales de los países desarrollados para mitigación, establecido para 2020 y que espera lograrse en 2023. Además, debieran producirse avances en las negociaciones para el nuevo objetivo de financiación climática más allá de 2025, superior a los 100.000 millones.
Duplicación de la financiación climática para la adaptación en 2025 respecto de la de 2019, que debe empezar a visibilizarse.
Conforme aumentan las consecuencias del cambio climático, se hace más patente la necesidad de hacer frente a las pérdidas y daños causados en los países más vulnerables. La COP 27 acordó la creación de un Fondo específico. Un Comité de Transición ha trabajado a lo largo de 2023 en una serie de recomendaciones que debieran adoptarse en la COP28.
Se requiere también movilización de la financiación privada y una transformación de los sistemas y alineación de los flujos financieros con los objetivos del Acuerdo de París.
Se sucederán y ampliarán los debates acerca de numerosas cuestiones afectadas por o con impacto en el cambio climático: Diversidad biológica, protección y restauración de los ecosistemas y vínculo con el Marco Mundial de Biodiversidad, sistemas alimentarios, transición justa, captura y almacenamiento de carbono, salud…
- Terceras partes no signatarias
Ciudades, administraciones, sociedad civil, empresas, ONGs… a cada COP se suman nuevas partes interesadas que cobran cada año mayor protagonismo y que deben sumar esfuerzos adicionales para la aplicación efectiva y logro de los objetivos del Acuerdo de París, y de las que se esperan también nuevos y mayores compromisos.
El Acuerdo de París ha promovido una acción climática universal, nos ha sensibilizado a todos sobre la urgencia e intensidad de la acción necesaria. Y hemos avanzado, pero no lo suficiente para permanecer dentro del límite de 1,5º C. Si cada COP permite tomar el pulso y lanzar un nuevo impulso a la lucha contra el cambio climático, es la COP 28 donde se debe aprobar el primer balance mundial, y debiera hacerse con la ambición que se requiere, sabiendo que es necesario redoblar esfuerzos en todos los frentes, por todas las partes, desde todos los sectores y con todos actores: las partes, que deben comprometer objetivos y reformas y medios en consecuencia; y tantos otros interesados que, no siendo partes, deben igualmente comprometer medidas ambiciosas, transparentes y fiables. Comienza la cuenta atrás.