Es necesario movilizar una gran cantidad de fondos públicos y privados, que algunos han estimado en un 20% del PIB mundial.
Desde que la UE aprobase, en marzo de 2018, el Plan de Acción de la Comisión Europea para “Financiar el crecimiento sostenible” y el Reglamento de Taxonomía, en junio de 2020, se ha ido desarrollando un ecosistema muy importante para impulsar lo que se ha dado en llamar las Finanzas sostenibles.
El objetivo de todo este movimiento es sencillo: movilizar fondos públicos y privados para transformar Europa en una economía baja en carbono, en línea con lo estipulado en el Acuerdo de París y la Ley Europea del Clima, para reducir, sobre la base de 1999, un 55% las emisiones de gases efecto invernadero en 2030 y alcanzar el Net Zero en 2050. Para conseguir ese objetivo es necesario movilizar una ingente cantidad de fondos públicos y privados, que algunos han estimado en un 20% del PIB mundial (más de 9 trillones de dólares anuales hasta 2050)
Para alcanzar este objetivo, la UE ha desplegado un paquete regulatorio importantísimo, entre el que destacan los siguientes instrumentos: tres actos delegados en desarrollo del reglamento (y quedan pendientes otros más); el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFRD); la propuesta de directiva sobre Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD); la estrategia para financiar la transición a una economía sostenible; la Propuesta de Reglamento sobre los bonos verdes europeos, y lo que queda. Dada la profundidad de estas iniciativas, nos remitimos al artículo ”Sostenibilidad: El Tsunami Regulatorio”, de EY, tanto a la primera edición como a la segunda).
Este movimiento regulatorio ha desencadenado un ecosistema muy importante y, a la vez, muy confuso. Por eso, a principios de 2021, la Fundación Seres y EY iniciamos un trabajo conjunto para clarificar ese ecosistema y, en la medida de lo posible, reducir la heterogeneidad, la confusión y la incertidumbre que se abría en el mundo de las finanzas sostenibles. Y quisimos dar respuesta a una pregunta: ¿Es posible que, en los próximos años, las empresas, además de necesitar unas cantidades ingentes de financiación (¿cuánto?) para arrancar la economía post COVID-19, deban acreditar su desempeño en materia de sostenibilidad (¿cómo?), tanto para captar recursos propios (emisor) como para obtener recursos ajenos (deuda)?
Para responder a esta pregunta, realizamos varios informes