Destinos tan populares como el nuestro deben ser creativos e innovadores en la oferta de espacios seguros para las distintas actividades.
Decir que la industria turística es uno de los motores más importantes de la economía europea, española y, por supuesto, de la Costa del Sol no deja de ser una obviedad. Sin embargo, en una situación tan extraordinariamente compleja como la actual es absolutamente crucial que todos, Administraciones Públicas y sector privado, pongamos nuestros mejores esfuerzos en proteger a este sector que emplea directa e indirectamente a 27 millones de personas en la Unión Europea, esto es, un 11,2% del su empleo total, y que en 2019 contribuyó en un 10,3% a su PIB. Estas cifras aún son más relevantes en el plano nacional, donde la contribución de la industria turística al PIB español en ese mismo año 2019 alcanzó el 12,3% y generó de manera directa el 12,7% de los empleos. Y qué decir de relevancia a nivel local en nuestra provincia…
La pandemia ha supuesto un drástico parón de la actividad en un contexto en el que la industria estaba preparada para continuar con la senda de crecimiento de la que venía disfrutando en los últimos años. Por lo tanto, la COVID-19 ha supuesto un shock de demanda sin precedentes en una industria que se encontraba con una capacidad de oferta en crecimiento. Una mezcla explosiva, sin duda.
Los grandes retos del sector, por lo tanto, pivotan sobre la recuperación de la demanda, de una parte, y sobre la protección y adaptación de la oferta, de otra. Una recuperación de la demanda que se presenta como un reto mayúsculo, ya que no podemos olvidar que aproximadamente el 60% del turismo en España procede del extranjero y que los turistas europeos se desplazan mayoritariamente en avión.
Un reciente estudio de EY sobre el impacto en los consumidores en un entorno post vacuna refleja que la forma en la que se viajará cambiará significativamente y se caracterizará por una mayor demanda por parte de los consumidores de medidas de seguridad, además de una creciente apuesta por el turismo nacional, limitando los viajes internacionales y por una mayor utilización de los vehículos particulares.
Será crucial, pues, la adopción de medidas encaminadas a la recuperación de la confianza en el destino que hagan que el turista extranjero sienta que su seguridad va a ser una prioridad, tanto en el desplazamiento a destino, como durante su estancia en nuestra Costa del Sol. “Un destino 360º seguro”, indica el reciente “Plan de Impulso del sector turístico” del Gobierno de España que, con un presupuesto de 4.262 millones de euros, recoge 28 medidas en torno a cinco líneas de actuación. A la ya referida de recuperación de la confianza en el destino, se añaden otras cuatro: la puesta en marcha de medidas para reactivar el sector, la mejora de la competitividad del destino turístico, la mejora del modelo de conocimiento e inteligencia turística y una campaña de marketing y promoción.
Con todas estas iniciativas se busca tanto la recuperación de la demanda como la protección de la oferta. A pesar de ello, el propio Parlamento Europeo en su resolución de 25 de marzo de 2021, sobre la definición de una estrategia de la Unión en materia de turismo sostenible, lamenta que el marco financiero plurianual 2021-2027 no incluya una línea específica para el turismo sostenible, y que en los Reglamentos relativos a los Fondos estructurales y de Inversión Europeos o en el Programa sobre el mercado único todavía no se haya incluido el turismo como objetivo independiente.
Con todo, tanto estas medidas como las que quedan por llegar deberán ir acompañadas por la iniciativa privada. La capacidad de adaptación e innovación son cualidades distintivas de nuestra industria turística y, no tengo dudas que interpretará el reto que suponen estos cambios en los hábitos de los consumidores y adaptará nuestra oferta para seguir siendo un referente en el turismo mundial.
En un escenario marcado por la incertidumbre, la mencionada tendencia de los consumidores a apostar por un turismo más nacional, de cercanía y de limitar los viajes internacionales y todo lo relacionado con el distanciamiento social y las condiciones sanitarias serán claves en la selección de destinos y de actividades turísticas. Destinos tan populares como el nuestro, deben ser creativos e innovadores en la oferta de espacios seguros para excursiones, actividades de ocio, restauración, etc. que animen y den confianza a estos nuevos consumidores y que otorguen una mayor flexibilidad en toda la cadena de valor.
Otra área que requerirá una inversión adicional será la del marketing y la comunicación. Estos nuevos consumidores, muy sensibles a las circunstancias cambiantes derivadas de la pandemia, antes de viajar y en destino, requerirán acceso a información actualizada y detallada que les transmita confianza.
En definitiva, el reto está ahí, pero la solución no deja de estar en nuestras manos: “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas” (William George Ward).
Publicado en el diario Sur