La transición global de redes centralizadas hacia sistemas de distribución de energía descentralizados se está acelerando. En este sentido, están surgiendo una gran cantidad de opciones: desde las microrredes, energías renovables a pequeña escala o instalaciones combinadas de calor y electricidad, hasta el almacenamiento de energía distribuida y las cargas controlables.
Los principales impulsores de esta transición son la creciente presión sobre los mercados para alcanzar sus objetivos de descarbonización y el deseo de fortalecer la seguridad energética, particularmente a raíz de la invasión de Ucrania. También ha surgido un clima favorable para los DER (Recursos Energéticos Distribuidos) con la reducción del coste de las tecnologías que lo hacen posible y el aumento del apoyo regulatorio, en particular los beneficios fiscales de la Ley de Reducción de la Inflación de los Estados Unidos y el plan REPowerEU de la Comisión Europea.
Los DER ofrecen el potencial de una mayor flexibilidad de la red y tienen un papel clave de cara a impulsar la resiliencia energética, permitiendo a los mercados adaptarse a las condiciones cambiantes y recuperarse rápidamente de las interrupciones. El exceso de electricidad generada por sistemas distribuidos autosostenibles se puede almacenar y utilizar cuando las redes centralizadas se ven afectadas por interrupciones. Esto significa que los DER serán vitales para ayudar a contrarrestar el alto número de fallos de la red causados por el clima extremo en los últimos años.
Los mercados de todo el mundo están adoptando una variedad de medidas para integrar más DER, como políticas de medición para apoyar la energía solar distribuida y una legislación favorable para instalar energía fotovoltaica en las azoteas.
Sin embargo, hay desafíos que necesitan ser superados, como, por ejemplo, el desarrollo de una infraestructura energética resistente a la intemperie y protegida contra el clima extremo o la garantía de que hay suficiente capacidad para acomodar el despliegue acelerado de vehículos eléctricos.
La naturaleza intermitente de las energías renovables deberá equilibrarse con un almacenamiento de energía más sofisticado o con una mayor capacidad de generación de energía convencional y es probable que las redes inteligentes estén en el centro de este panorama energético cambiante. Este tipo de redes están equipadas con un flujo de datos más robusto y ofrecen mayor fiabilidad, eficiencia y flexibilidad, ya que cuentan con medidores inteligentes que permiten a los consumidores monitorear su consumo de electricidad o un nivel de automatización que puede aislar fallos locales para que no se vea afectada la totalidad de una red.
De hecho, la tecnología de redes inteligentes está creando un nuevo modelo de distribución de energía en mercados sin redes nacionales establecidas, de manera que la red general está compuesta por microrredes que pueden cambiar a operar de forma independiente. Esto proporciona una mayor resiliencia para las zonas rurales aisladas, así como para las zonas urbanas altamente concentradas donde las caídas de tensión o los apagones pueden ser como resultado de aumentos repentinos de la demanda.
Si bien sus beneficios son muchos, las redes inteligentes presentan varios desafíos, particularmente para hacerlas lo suficientemente inteligentes como para administrar la integración de DER, reuniendo una amplia gama de fuentes de energía y controlando el flujo de electricidad para que satisfaga la demanda.
Además, la seguridad también puede suponer un problema dada la interconexión de los ecosistemas DER, dado que el aumento de la superficie puede hacer que dichos sistemas sean más vulnerables a los ataques cibernéticos.
Acelerar el uso de recursos renovables requerirá que las inversiones anuales en redes eléctricas casi se tripliquen para fines de la década de 2020, hasta alcanzar casi 800 mil millones de dólares, según la Agencia Internacional de Energía. Esto tendrá que ir acompañado de un aumento de ocho veces en la inversión en activos digitales.
Por lo tanto, se requerirá un apoyo regulatorio continuo para los DER si los mercados quieren aprovechar el potencial de dicha tecnología para reforzar la resiliencia energética a través de una mayor flexibilidad de la red y ayudar a alcanzar los objetivos de descarbonización del mundo.