El gobierno corporativo ocupa, de forma creciente, un lugar importante en la agenda de los inversores y en sus decisiones.
El gobierno corporativo ocupa, de forma creciente, un lugar importante en la agenda de los inversores y en sus decisiones. En este sentido, Larry Fink, CEO de BlackRock, principal gestora de activos que en 2018 gestionaba 6,3 billones de dólares, destacaba en una carta dirigida a principios de este año a las compañías en las que invierte por cuenta de sus clientes, entre otras cuestiones, cuáles serían las prioridades a tener en cuenta en su estrategia de inversión para 2019. Estas eran: gobernanza, estrategia corporativa, asignación de capital, retribuciones, riesgos medioambientales y gestión del talento. Todas ellas expresivas del compromiso asumido por la entidad de implicarse en asuntos que influyen en los planes a largo plazo de los clientes.
Concretamente, en lo que respecta a la gobernanza, hoy está fuera de duda, tras múltiples episodios evidenciados durante los años de la última crisis económico-financiera, el gran impacto que la misma tiene en la sostenibilidad y largo plazo de las compañías, debiendo, por ello, integrarse y tomarse en consideración tanto en la estrategia como en la gestión de riesgos de las mismas. Los inversores tienen en cuenta, cada vez más, en su toma de decisiones factores ESG (Environment, Social and Governance), en concreto, relacionados con riesgos asociados a la gobernanza, cadena de suministro, derechos humanos y cambio climático. Según el estudio de EY "Does your nonfinancial reporting tell your value creation story?” (2018), el 63% de los consultados asegura que si detectase riesgos de gobierno corporativo o un historial de malas prácticas en esta materia sería clave para descartar directamente una inversión (en 2017, el porcentaje fue del 38%).