La crisis provocada por la pandemia, así como la invasión rusa de Ucrania, están teniendo graves consecuencias en nuestra economía y en nuestro modelo de desarrollo económico. Además, se están poniendo de manifiesto carencias y necesidades estructurales como consecuencia del modelo de desarrollo industrial de los últimos años que no es posible mantener. Cuestiones como la soberanía industrial y la independencia energética de la Unión Europea ya están sobre la mesa y existe un amplio consenso sobre la necesidad de reindustrializarnos para no tener que depender de terceros. Asumiendo que tenemos que impulsar el tejido industrial y la independencia energética, cabe preguntarse cómo y dónde tenemos que concentrar los esfuerzos.
En un contexto en el que tenemos que ajustar nuestro modelo industrial para hacerlo más sostenible, digital e independiente, merece la pena explorar la oportunidad para sumar a este proceso de industrialización a la llamada “España vaciada”.
De entrada, es preciso considerar que cuando hablamos de "industrialización", no estamos hablando solo de producción y fabricación; también hablamos de desarrollo sostenible, de equilibrio entre territorios o de creación de valor a largo plazo a partir de industrias limpias e innovadoras. No se trata de construir más factorías a cualquier precio, sino de generar un tejido industrial renovado, avanzado en términos de innovación y eficiencia energética y capaz de impulsar la transición ecológica y la digitalización.
Estamos ante un nuevo entorno no exento de dificultades, pero también plagado de oportunidades. De hecho, nunca antes zonas de la España despoblada habían tenido elementos para abordar un proceso de industrialización como el actual. A nadie se le escapa que las zonas con capacidad para atraer industrias eran las situadas en áreas pobladas, con infraestructuras, acceso a capital, disponibilidad de profesionales cualificados y tradición manufacturera. También esto está cambiando y, si hay colaboración público-privada, hoy la industria se puede “deslocalizar” dentro de nuestras fronteras.
El nuevo modelo de industria con nuevas necesidades y también con nuevas capacidades que podría vertebrar de nuevo la España vaciada, se verá favorecido, entre otros, por tres aspectos fundamentales: el hidrógeno verde como alternativa energética, el desarrollo de infraestructuras de fibra óptica y redes 5G en zonas rurales y los fondos NextGenerationUE.
El hidrógeno verde, que permitirá la descarbonización de nuestra industria, tiene la gran ventaja de que sus instalaciones son idóneas para generar hidrógeno en entornos rurales junto a plantas fotovoltaicas o campos de aerogeneradores. Por ello, es posible juntar la producción con el consumo en la España vaciada evitando altos costes de transporte y consiguiendo mayor eficacia en el uso de esta energía renovable si somos capaces de industrializar estas zonas rurales.
La escasez de instalación de fibra óptica y redes 5G en los últimos años en las zonas rurales, consecuencia del incremento de su uso por la pandemia, ha alertado a los operadores e inversores que ahora ven como oportunidad de negocio rentable su desarrollo. Este hecho se ha puesto de manifiesto en las inversiones que se están desarrollando en estos entornos para favorecer la conectividad, la velocidad, y los usos de estas redes. Este hecho, facilitará sin duda la implantación de nuevas industrias en zonas despobladas y la atracción de talento a entornos hasta ahora más hostiles por sus dificultados de conectividad.
Por último, la llegada de los Fondos Europeos NextGenerationUE y su articulación a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) aportarán elementos para impulsar una industria competitiva en áreas donde hasta ahora primaban otros sectores de actividad.
Tal y como señala el PRTR, la industria manufacturera -sin contar sector energía- supone solo el 12,3% del valor añadido bruto de la economía española, un porcentaje por debajo de los países de nuestro entorno que nos coloca en una posición de vulnerabilidad.
El PRTR incluye la Palanca I cuyo nombre es toda una declaración de intenciones: Agenda urbana y rural, lucha contra la despoblación y desarrollo de la agricultura. Este capítulo parte de que "resulta necesario articular medidas específicas para la España despoblada que impulsen la innovación social y territorial y faciliten el desarrollo de nuevos proyectos profesionales". Es decir, hay una clara voluntad de equilibrar e impulsar la reactivación económica más allá de las áreas urbanas.
Adicionalmente, también incluye en su Palanca III el impulso de infraestructuras eléctricas, redes inteligentes y despliegue de la flexibilidad y almacenamiento de energía y, dentro de la Palanca V, se incluye un Componente que se centra en la conectividad digital, impulso de la ciberseguridad y despliegue del 5G.
Pues bien, teniendo en cuenta el contexto geopolítico, asumiendo que la industria de hoy tiene que ser sostenible y digital, y contando con los fondos NextGenerationEU, no cabe duda de que nos encontramos ante una oportunidad única para industrializar España de manera equilibrada si las iniciativas público-privadas demuestran nuevamente su gran eficacia.
Publicado en Cinco Días