Empezamos el ejercicio incrementando el nivel de incertidumbre sobre el año pasado, algo que ya nos parecía imposible cuando en estas mismas fechas el año pasado contemplábamos un inicio que empezaba con más sombras que luces.
Este año comienza a priori con un panorama más sombrío, con una serie de desafíos complejos para el sector que habrá que gestionar: los costes energéticos que siguen al alza, la inflación más alta en los últimos veinte años, potenciales problemas en la cadena de distribución, y una esperada nueva subida del salario mínimo en este 2022, entre otros.
Pero, aunque estoy escribiendo estas líneas en “Blue Monday”, el que se supone que es el día más triste del año, creo que, a pesar de estas condiciones de partida, éste será un buen año.
Quizás no para todas las compañías, quizás después de unos meses la pandemia se complique de nuevo, pero soy optimista, porque las situaciones de incertidumbre posibilitan el cambio y, sin duda, en este momento será positivo.
¿En que baso este optimismo? En primer lugar, quiero destacar el factor de resiliencia que tanto compañías como directivos del sector han demostrado.
Nos enfrentamos a los retos con unos directivos mucho más preparados que cuando se abordaron los primeros años de la crisis financiera de 2008. En aquel momento se achacaba que no había directivos que supieran gestionar una crisis, al venir de bastantes años de un crecimiento sin precedentes de la economía española. Hoy, sin embargo, tenemos unos directivos más preparados, entrenados en gestionar la adversidad por aquella crisis y que después de dos años muy duros por el Covid han sabido dar una respuesta capaz a esta situación.
Tenemos un sector más maduro a la hora de hacer frente a las crisis, que ha sido capaz de absorber la aceleración digital que la pandemia ha provocado, que ha convertido al consumidor en más digital, más comprometido y, sin duda, más difícil de contentar. Aun así desde el sector se ha podido dar una respuesta adecuada a este nuevo consumidor.
En segundo lugar, empezamos a ver que el sector vuelve a ser atractivo para los fondos de capital riesgo, señal de que se esperan cambios en el sector. Se oyen tambores de grandes fusiones, sin duda es un buen momento para reflexionar sobre el atractivo particular de cada uno de los jugadores en un entorno de atractivo general. Este interés creciente y la posibilidad que se realice alguna operación de concentración son, además, aceleradores del cambio.
Y en tercer lugar, soy optimista porque espero que todo este entorno comentado empuje a las compañías a no mantenerse en una situación de tensa espera, mientras el COVID continua en nuestras vidas, sino a acelerar los cambios pendientes.
Espero sinceramente que el momento de incertidumbre se convierta en un momento de profundo cambio y evolución. La transformación y adopción de ciertos factores que han acelerado otros sectores puede dar un nuevo giro de evolución a la distribución.
Tenemos un momento complejo, es cierto, pero nunca la mar en calma convirtió a marinos noveles en buenos navegantes. Tenemos directivos más preparados, mejores estructuras y contamos con mejor tecnología y capacidad de emplear y convertir la información en conocimiento como nunca antes había pasado. Es el momento de parar y revisar la vieja hoja de ruta para adaptar, prepara, cambiar y descubrir qué tipo de compañía quieres ser, teniendo en cuenta que es un sector más dinámico que nunca, más cambiante sí, pero con el atractivo que da poder ser protagonista de ese cambio.
Publicado en AECOC (Código 84)